4.7.07

LA SEGUNDA BATALLA DE CHAMPAÑA Y LA TERCERA DE ARTOIS. LOOS.CAMBIOS EN EL MANDO BRITANICO.

A lo largo del verano de 1915 los Aliados occidentales siguieron atentamente el curso de la campaña austroalemana en Polonia y Galitzia. La inteligencia aliada evaluó la concentración alemana en el frente Oriental, concluyendo de que temporalmente existía una clara superioridad de los Aliados en Francia. La producción armamentística francesa había conseguido engrosar el número de cañones disponibles y sus depósitos de municiones correspondientes. Para aprovechar la ocasión y tratar de aliviar a los apurados rusos, Joffre propuso reanudar la ofensiva repitiendo los escenarios de la primavera anterior, en Champaña y el Artois. Se le dio protagonismo a la primera de ellas, donde se reunieron 3 ejércitos franceses al mando de Castelnau, al este de Reims. Foch, con fuerzas más reducidas y un frente también más reducido de 20 kilómetros actuaría simultaneamente en Artois. A los ingleses de Haig les tocaría entablar combate junto al 10º ejército francés en Loos y Lens, con los ojos puestos en alcanzar la gran ciudad de Lille. FOTO. EL GENERAL CASTELNAU

Dentro del gobierno galo se propagaron ciertas dudas; el proyecto de Joffre se parecía demasiado al practicado infructuosamente en la primavera, y el presidente Poincaré hasta sugirió posponer los movimientos al año siguiente, en lo que fue secundado por los británicos, aun preocupados por sus estrecheces en las reservas de munición pesada. Pero las objeciones no prosperaron ante la decidida voluntad de Joffre y su prestigio. En cualquier caso French le fue tomando gusto al plan y terminó respaldando a su colega francés en las conferencias aliadas celebradas en Chantilly y Calais   el mes de julio. Entre otras mejoras, al BEF se habían incorporado seis divisiones de Territoriales, de la 46º a la 51º, que habían cruzado el canal de la Mancha en la primavera, algunas de las cuales, como la 47º y la 51º, ya fueron fogueadas en los enfrentamientos de Festubert en mayo. Estas divisiones fueron paulatinamente acondicionadas con la reciente artillería de campo de 18 libras, desechando las piezas anticuadas que les fueron asignadas mientras permanecieron en suelo patrio, y con la adición en su organigrama de un batallón de zapadores durante agosto y septiembre, lo que las homologaba con las restantes divisiones del Ejército Regular britanico. La crísis de escasez de proyectiles de artilleria, que tanto revuelo ocasionó meses antes, se estaba subsanando.Todo ello explica la nueva determinación de French y otros de sus jefes de cara a adoptar un movimiento agresivo.

Los preparativos fueron especialmente arduos y comprendían además de la habitual y enorme concentración de tropas y abastecimientos, unidades de caballería para explotar la esperada brecha , la excavación de largos túneles para minar las posiciones avanzadas del enemigo, y una acumulación de 2.500 cañones. 

Documento de apoyo: MENSAJE DE JOFFRE EN VÍSPERAS DE LAS BATALLAS DE ARTOIS Y CHAMPAÑA 

De hecho una intensísima barrera de fuego artillero de tres días de duración fue el prolegómeno a al orden de asalto impartida el 25 de septiembre de 1915, en medio de la lluvia y de los acordes del himno nacional, "La Marsellesa", interpretado por las orquestas de los regimientos comprometidos.


 MAPA. LAS FRACASADAS ARREMETIDAS FRANCESAS EN ARTOIS Y CHAMPAÑA EN SEPTIEMBRE DE 1915

Los entusiastas franceses se toparon con el III ejército alemán del general Von Einem, muy bien parapetado en una red de trincheras de nada menos que 5 kilómetros de espesor. Al principio la superioridad numérica de los franceses era tajante, 19 divisiones en la primera oleada contra 7 de sus adversarios, pero casi inmediatamente se vieron amedrentados por la solidez de las fortificaciones y la extraordinaria disciplina de los alemanes, que devolvieron un preciso fuego de contrabatería. Con todo, a las 48 horas del comienzo de la batalla, algunos grupos de soldados franceses se las arreglaron para penetrar hasta la tercera línea de trincheras alemanas enmedio de una gran matanza capturando un complejo reducto defensivo en La Courtine. Edmond Genet, voluntario norteamericano en el ejército francés comentaba: " Algunos ( prisioneros ) de ellos, muchachos de entre 16 y 20 años se encontraban en un estado espantoso. Sangrando, con la ropa hecha jirones, con heridas de bala, granada y bayoneta, daba pena verlos. Muchos gemían con los brazos en torno al cuello de algún camarada ".

Inevitablemente se produjeron algunas grietas en las posiciones y en la moral alemanas. Falkenhayn tuvo que enviar a un oficial asistente de su entera confianza, F. Von Lossberg, a Champaña con la consigna de aferrarse al terreno en tanto se trasladaban divisiones de refuerzo desde el frente Oriental. Los artilleros germanos volvieron a lucirse y machacaron a las unidades enemigas de reserva que permanecían al descubierto en las inmediaciones de los salientes formados por la primera oleada de avances. Un miembro de la Legión Extranjera, Alan Seeger, lo vio así: " Nuestro papel fue permanecer pasivos en campo abierto bajo un fuego que cada hora crecía más terriblemente, mientras los aviones y los globos cautivos, ante los cuales estábamos completamente expuestos, regulaban el tiro (...) el regimiento ha sido diezmado sin que la mayoría de nosotros hayamos disparado una sola bala ".

Joffre terminó dando su brazo a torcer el 6 de noviembre. En Artois la actuación secundaria del 10º ejército francés solo arrancó reducidísimos progresos en las colinas de Vimy, pronto bloqueados por el mal tiempo y los contraataques germanos. Los franceses contabilizaron en total 190.000 bajas propias en estas ofensivas otoñales, a pesar del optimismo necesario que exhibian los periódicos parisinos recogiendo las pérdidas del bando contrario ( unas 140.000, de las cuales unos 20.000 eran prisioneros ) y omitiendo las  propias. FOTO. IMAGENES DE PREPARATIVOS EN CHAMPAÑA EN SEPTIEMBRE DE 1915





El esfuerzo inglés corrió la misma suerte: la necesidad de no dejar en la estacada a sus aliados continentales se impuso a pesar de los augurios poco halagüeños, como el fallo en la barrera de gas tóxico que debía abrir la acometida, dispersada por un viento imprevisto. En un frente de 12 kilómetros en torno al pueblecito de Loos lograron invadir la primera línea enemiga profundizando 3,5 kilómetros, pero como siempre el impulso se embotó a las pocas horas. La reanudación al día siguiente derivó en pérdidas inasumibles. Cuando a mediados de octubre los ingleses se dieron por vencidos acumulaban 60.000 bajas a cambio del control de Loos y sus alrededores. La crisis que había sacudido a la dirección política inglesa en mayo tuvo ese octubre su correlato militar. En vista de los decepcionantes resultados de las operaciones libradas en 1915 , el mariscal French fue finalmente destituido del mando supremo en Flandes y reemplazado por su lugarteniente Douglas Haig, jefe hasta la fecha del I Cuerpo.  Haig era un oficial distinguido, encargado antes de la guerra de la Dirección de Entrenamiento Militar. Aunque no demasiado elocuente, su elevada capacidad para la planificación, elaborando minuciosamente todos los detalles, y su probada habilidad para coordinar al unísono las distintas armas le habían ganado una elevada consideración tanto entre sus oficiales como en el conjunto del ejército.

En la segunda batalla de Champaña y en Loos Alemania había vivido algunos instantes de apuro acumulando un cuarto de millón de bajas, pero podía darse por satisfecha porque lo esencial de su dispositivo en el frente occidental permanecía incólume, y eso a pesar de la inferioridad numérica, compensada por la  genialidad del OHL para desplazar rápidamente fuerzas desde los sectores en calma a los amenazados.

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