24.7.07

PRESION EN FRANCIA: LA GÉNESIS DE VERDUN Y DEL SOMME

A finales de 1915 las pérdidas alemanas en el frente Oeste ascendían a la desmesurada cifra de 2.500.000, de las cuales 630.000 eran muertos, un voluminoso contrapeso a las brillantes victorias conseguidas en Rusia y los Balcanes. A esto se sumaba la profunda discrepancia entre las direcciones políticas y militar germanas, con un creciente desencuentro entre el canciller Bethmann-Hollweg y el jefe del OHL Falkenhayn. Este último desaconsejaba hacer una oferta de paz a los Aliados en ese momento y resaltaba el encarnizamiento al que se había llegado: " Esta no es la clase de guerra con la que estamos familiarizados. En un sentido muy real se ha convertido en una lucha por la supervivencia de todos los beligerantes". La discrepancia esencial se refería a los objetivos de guerra, muy distanciados según fuera los proponentes. El máximo responsable del OHL respaldaba el mantenimiento del equilibrio anterior a las hostilidades pero tenía muy claro que alguna clase de supremacía sobre Bélgica y Polonia debía ser garantizada. Las demandas de la Liga Pangermana eran mucho mas desorbitadas, exigiendo zonas del noroeste de Francia y la creación de una vasta colonia en Africa Central a expensas del Congo belga. FOTO. ERICH VON FALKENHAYN, JEFE DEL OHL ( ALTO ESTADO MAYOR ) ENTRE SEPTIEMBRE DE 1914 Y AGOSTO DE 1916.

Respecto al otro núcleo de influencia , el Ober Ost, Ludendorff había creado una estructura administrativa de ocupación en Polonia , Kurlandia y Lituania, que a corto plazo procuraba poner los recursos y poblaciones de estos territorios a disposición de la maquinaria alemana en los aspectos financiero, judicial, religioso y agrícola, pero a medio plazo pretendía la ejecución de ambiciosos planes anexionistas y colonizadores a cargo de granjeros alemanes al término del conflicto. Ludendorff veia esta empresa como la recreación de la labor de los antiguos Caballeros Teutónicos de la Edad Media: " Yo estaba determinado a reasumir en el territorio ocupado el trabajo de civilización en el cual los alemanes han trabajado en esas tierras por muchos siglos. La población compuesta por una mezcla de razas, nunca ha producido una cultura propia y dejada a si misma sucumbiría a la dominación polaca ".

Hindenburg respaldaba las medidas de su segundo, aunque coincidía con Falkenhayn en descalificar como extravagantes y desmesuradas las reivindicaciones de la Liga Pangermana y otros grupos nacionalistas afines. La estimación que hacía el OHL de la situación le fue expuesta a Guillermo II en un memorandum en las Navidades de 1915. La clave debía estar en emprender una guerra de desgaste pero concentrada, eso si, en un miembro vulnerable de la coalición de la Entente.

Evaluando las distintas posibilidades, Inglaterra solo parecía vulnerable mediante el bloqueo submarino; los jefes navales Tirpitz y Holtzendorff se mostraban optimistas respecto a la reanudación de una ofensiva sin restricciones contra el crucial tráfico de aprovisionamiento británico, que debería dar frutos en un pazo de cuatro a seis meses. Falkenhayn la aprobó con vacilaciones: "Suponiendo que las autoridades navales no estén cometiendo un error (...) no puede haber justificación entre los militares para rehusar el empleo de lo que promete ser nuestra arma más efectiva".

Respecto a Rusia, manteniendo la áspera divergencia con el Ober Ost que se venía arrastrando desde el año anterior, Falkenhayn opinaba era un adversario secundario después de la serias derrotas que le habían infligido las huestes austroalemanas en 1915. No era una amenaza inminente, y él seguía desconfiando de una profundización en las vastas extensiones rusas ( que era precisamente la propuesta de Hindenburg ). En cualquier caso, hasta la primavera de 1916 las condiciones climáticas no permitirían la puesta en marcha del ataque; especulaba más bien con otra operación limitada, esta vez contra Ucrania, la región triguera por excelencia del imperio zarista, en conjunción con una Rumania, que según esperaba, imitaría a su vecina Bulgaria y se incorporaría próximamente a la causa de los Imperios Centrales.

Quedaba el verdadero enemigo continental, Francia. Era una convicción generalizada en el OHL que esta nación había estirado tanto sus recursos a lo largo de 1915, especialmente su cantera de reclutas, que estaba rayana en el agotamiento. Un acontecimiento espectacular, que provocara un bajón en la moral del pueblo francés bien podía ser el catalizador para que el gobierno de París diera su brazo a torcer. Hasta los políticos alemanes se hacían eco de esa percepción de la fragilidad francesa. El canciller Bethmann-Hollweg estimaba: " surge una definitiva fatiga de guerra (...) especialmente en Francia, donde la derrota de Rusia y sus propios fallos en quebrar nuestras líneas están deprimiendolos ". Falkenhayn pensaba que ese "acontecimiento espectacular" debía ser una ruptura en un punto restringido pero muy significativo para los franceses. Nada de ataques en una longitud amplía, estilo avance alemán en 1914 o incluso embates franceses en Champaña y Artois en 1915. Al tomar la iniciativa se partiría con la ventaja de concentrar un poder abrumador de artillería nunca visto hasta la fecha, un "trommelfeuer" en su máxima expresión, que obligaría a los franceses a comprometer todas su reserva humana y literalmente provocar una especie de "hemorragia" de combatientes : " Si ellos lo hacen así, las fuerzas de Francia se desangraran hasta la muerte (...) si ellos no lo hacen así, y nosotros logramos nuestro objetivo ( territorial ) el efecto sobre Francia será enorme. "



En pocas palabras, Alemania ganaría tanto si los francese aceptaban el embite como si no. El agudo ojo de Falkenhayn percibió el saliente de Verdun, a orillas del Mosa, como ese punto crítico y simbólico. Estaba a 20 kilómetros de una terminal ferroviaria indispensable para el mastodóntico despliegue de medios que exigían sus previsiones. Cuando estalló la guerra el general Michel Coutenceau era el gobernador de la fortaleza de Verdun, guarnecida por 63.000 soldados y 1.400 oficiales, de los cuales 51.000 eran tropas de combate. Las espectaculares defensas permanentes consistían en doce fuertes , 27 bunkers o fuertes menores y  118 baterías de artillería, agrupando 427 cañones en los fuertes y líneas intermedias. A ellos se sumaban 268 ametralladoras A lo largo de 1915 el área había permanecido en calma salvo ocasionales escaramuzas y traslados de, 86 morteros, y una reserva de 258 cañones, 50 morteros y 8 ametralladoras. No obstante la perdida de confianza a raíz de la demostrada vulnerabilidad de fuertes como el de Manonvillert, al este de Luneville, en agosto de 1914, o los de las fortalezas de Lille, Maubeage y Longwy en septiembre del mismo año, experiencia ratificada por la debilidad similar de los fuertes belgas  en 1914 y rusos en 1915, decidieron al mando francés a transferir buena parte de los armamentos de Verdun a los ejércitos de campo. La fortaleza fue designada "Región fortificada de Verdun" y puesta bajo la jurisdicción del ejército de campo.

 


MAPA. EL IMPRESIONANTE DISPOSITIVO DE FUERTES Y "OUVRAGES" ( BUNKERS ) QUE FORMABAN EL ANILLO DE VERDUN. CONSTRUIDOS ENTRE 1874 Y 1910, FUERON REFORZADOS CON HORMIGON A PARTIR DE 1886 PARA CONTRARRESTAR EL NUEVO EXPLOSIVO MELINITA ( ACIDO PICRICO )

Verdun tambien contenía una poderosa carga emotiva debido a su carácter fronterizo, en la vecindad de la disputada Lorena, y por ser la histórica cuna del tratado de partición del imperio franco de Carlomagno en el 843, a partir del cual surgieron Francia y Alemania. El encargado de ejecutar el grandioso proyecto sería el V ejército del Kronprinz Wilhelm, que  había peleado furiosamente en las inmediaciones de Verdun en 1914, aunque solo consiguió envolverla al este y oeste formando el saliente.  A lo largo de 1915 el área había permanecido en calma salvo ocasionales escaramuzas y traslados según oscilaba el péndulo en las batallas de la vecina Champaña; de hecho en octubre de 1915 los depósitos de municiones de infantería y los cañones de 75 mm fueron desmantelados y enviados a los sectores vecinos de Argonne y Champaña, y las guarniciones fueron igualmente reducidas, dejando atrás pequeños retenes de custodia y para manejar los cañones de las torretas, que permanecieron en su sitio porque no podían operar en campo abierto.

 Por fin el V ejército, reforzado para la ocasión, tendría oportunidad de arrancar de su camino esta insolente posición francesa.

El planteamiento de Verdun era inédito. Por vez primera una gran ofensiva era concebida desde su origen como una batalla de desgaste y no como la indeseable consecuencia derivada del atasco de una ofensiva de ruptura, como fue el caso de las restantes batallas en el frente Occidental en 1915-1917. Algunos historiadores han cuestionado las verdaderas intenciones del jefe del OHL, arguyendo que, como hicieron otros generales de la primera guerra mundial con altas responsabilidades, buscó a posteriori justificar su empecinamiento en insistir en una vía que se mostraba sin salida. Examinando las circunstancias en las que se gestó el plan y las propias declaraciones de Falkenhayn en aquellos primeros meses de 1916, podría  afirmarse que era sincero cuando declaró que estaba decidido a capturar Verdun, tanto si era evacuado en medio de la desmoralización enemiga como si era necesario quebrantar el poderío humano francés.

En el bando de los Aliados también se produjeron importantes novedades. En las conferencias de Calais efectuadas en diciembre de 1915 la delegación británica, una vez decidida la evacuación de Gallipoli y algo desmoralizada por ese hecho, propuso clausurar el frente balcánico como medida complementaria y concentrarse en el frente oeste ; no obstante a instancias de italianos y franceses se decidió a mantener la presencia en el puerto bien comunicado de Salónica a fin de hostigar a los búlgaros y de mantener alto el prestigio de la Entente ante las reluctantes Rumania y Grecia.

En Gran Bretaña, el "Nuevo Ejército" de voluntarios convocados por el ministro de la Guerra Kitchener continuaba completando su despliegue en Flandes. Contaba con 2.700.000 efectivos en enero de 1916, pero esta cifra se quedaba corta ante las elevadas pérdidas y las insaciables necesidades bélicas. El 5 de enero Asquith solicitó ante la cámara de los Comunes del parlamento londinense un proyecto de ley para instaurar el servicio militar obligatorio, que terminaría siendo aceptado en el mes de marzo.


En las conferencias de Chantilly del 6 al 8 de diciembre de 1915 Joffre y French ( en su último acto antes de ser sustituido ) , acompañado de su consejero y miembro destacado del Consejo Imperial de la Guerra ( IGS ), Archibald Murray, impusieron un criterio según el cual los Aliados debían actuar siempre al unísono: " Solo se obtendrán resultados decisivos si las ofensivas de los ejércitos aliados se llevan acabo simultáneamente o por lo menos en fechas suficientemente cercanas como para impedir que el enemigo transporte sus reservas de un frente a otro ", fijándose intervalos máximos de un mes. En una nueva reunión el 14 de febrero de 1916 entre Joffre y el recién ascendido Haig se fueron concretando fechas y espacios : la zona designada para la gran ofensiva de verano estaría situada en la Picardía, centrándose en el valle del Somme y apuntado como objetivo inmediato Peronne. Los franceses deberían correr con el protagonismo, aportando 39 divisiones junto a unas 15 británicas.

Por otro lado, Haig también promocionó a sus propios hombres de confianza en el Estado Mayor británico en Londres, destacando la persona de William Robertson; tenía una loable trayectoria como intendente general y contaba además con la confianza del monarca inglés, Jorge V. Esto le permitió acumular puestos relevantes e introducirse reemplazando a Murray en el IGS , el comité del gobierno responsable de formular estrategias, debilitando la posición de Lord Kitchener, que a su vez empezaba a ser cuestionado por sus deficiencias en manejo de la dirección de la enorme masa del "Nuevo Ejército" que el mismo había creado. Afín a los planteamientos de Haig, Robertson era un ardiente defensor del carácter decisivo del frente Occidental considerando que: " ( la victoria ) definitiva solo puede alcanzarse mediante la derrota o el agotamiento del socio dominante de la alianza central: Alemania ".

1 comentario:

Mati256 dijo...

Muy bueno este articulo y el Blog en general. Felicitaciones!!