16.4.14

LOS TRATADOS DE BREST-LITOVSK Y BUCAREST: FIN DEL FRENTE ORIENTAL Y PRINCIPIO DE LA GUERRA CIVIL RUSA

Nikolai V. Krilenko fue designado como comisario de la guerra en el Sovnarkom (Consejo [soviet]  de comisarios del pueblo, nombre adoptado por el gobierno bolchevique salido de la revolución de noviembre). Lenin exigió el 21 de noviembre de 1917  al comandante en jefe N.N. Dukhonin  que "contactara  con las autoridades militares con una oferta de cese inmediato de hostilidades con el propósito de abrir negociaciones de paz". Dukhonin se mostró reluctante y fue destituido fulminántemente. Krilenko se hizo cargo del puesto y emitió directrices a todos los comités de los regimientos del frente para deponer a cualquier general  que rechazara el proceso de paz. El mismo Lenin hacía esta clase de llamamientos desde el 22 de noviembre: " Soldados, la causa de la paz está en vuestras manos. No permitáis que los generales contrarrevolucionarios la bombardeen. Rodeadlos con  guardias, a fin de impedir una justicia por linchamiento indigna de un ejército revolucionario, pero no los sustraigáis a la sentencia que habrá de pronunciarse en su contra". 

Antes de su caída  Dukhonin remitió al gobierno una nota de los representantes Aliados que recordaba el compromiso ruso de septiembre de 1914 de no negociar una paz por separado, mencionando "las más graves consecuencias" si las conversaciones seguían adelante. Pero sus advertencias lógicamente fueron desoídas.  Los alemanes respondieron afirmativamente a la  oferta de tregua de Krilenko el 25 de noviembre, invitando a una reunión en la ciudad bielorrusa de Brest-Litovsk  el 2 de diciembre . Cuando Krilenko llegó al cuartel de la Stavka en Mogilev, Dukhonin fue asesinado, por los soldados del séquito de su sucesor, siguiendo la "sentencia" que Lenin había insinuado en su decreto. Le acusaban de haber dejado escapar a los militares contrarrevolucionarios presos en Bykhov desde el fallido alzamiento de Kornilov el verano anterior. Una vez libres, estos oficiales se refugiaron en el sur de Rusia, que cada vez más se mostraba desafecta al  poder del gobierno de Petrogrado. La agitación era creciente al entrar en liza los intereses de las nacionalidades del antiguo imperio zarista que aprovechaban el momento para declararse independientes. En el frente Suroeste bandas de nacionalistas ucranianos adeptas a la Rada ( el parlamento ucraniano ) disputaban desde finales de noviembre  el control a las inexpertos  bolcheviques, y arrancaron del perplejo comandante ruso en el frente rumano, Shcherbachev, permiso para crear varias divisiones ucranianas a finales de año.

Incluso antes de estos hechos, Berlín se había sentido lo suficientemente seguro como para  empezar  a transferir divisiones desde el  frente Oriental hacia el frente Oeste. Por ejemplo, una de ellas tuvo un papel crucial en las primeras jornadas de la batalla de Cambrai a finales de noviembre.

 FOTO. KAMENEV,  DELEGADO BOLCHEVIQUE, ES RECIBIDO A SU LLEGADA A LA ESTACIÓN FERROVIARIA POR OFICIALES ALEMANES

El 15 de diciembre se formalizó un armisticio oficial de 28 días de duración a contar a partir del día 17 de diciembre entre las  autoridades bolcheviques de Rusia y las Potencias Centrales.  A partir del día 22 de diciembre continuaron las conversaciones para una paz definitiva en  Brest-Litovsk. La delegación rusa estaba encabezada  por Trotski, comisario de exteriores del gobierno de Lenin, y por A. Jaffe, Kamenev y Prokovsky;  la  alemana por el general Hoffman , comandante del Oberost, y Kühlmann, el ministro de exteriores. El principal representante austrohúngaro era el conde Czernin,  como jefe de exteriores de la monarquía danubiana. Con un papel menor participaban por parte turca el embajador ante Berlin, Hakki, y  el ministro de exteriores Messimy Bey; y por Bulgaria, el ministro Popov. A principios de enero acudió una delegación ucraniana en busca de una paz por separado, a pesar de las protestas de los representantes  rusos.

 FOTO. LOS PLENIPOTENCIACIOS DE LAS POTENCIAS CENTRALES:  GENERAL HOFFMANN (IZQUIERDA)  EL CONDE CZERNIN ( A SU LADO ),  Y EL MINISTRO RICHARD VON KÜHLMANN (SEGUNDO POR LA DERECHA) EN BREST-LITOVSK

Trotski, sin bazas  de negociación por la creciente desmovilización del ejército ruso y el regreso a casa de muchos de sus miembros,  apeló a una paz sin anexiones ni indemnizaciones y a la aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos. Sus interlocutores estaban dispuestos a utilizar ventajístamente este último aspecto, pero no renunciaban tampoco a posibles anexiones. Sin embargo, el alcance de estas era motivo de controversias apasionadas en Berlín y Viena.

 Ludendorff y Hindenburg querían incorporar al II Reich una franja de seguridad a lo largo de la frontera prusiana, y defendían la anexión de Kurlandia y Lituania como fuentes de recursos,  integrando en la patria a la minoría germana que poblaba históricamente esos territorios desde la época de los caballeros teutónicos. Pero eso  también  significaba diluir el carácter alemán del Reich, al añadir unos dos millones de habitantes polacos y  otro tanto de bálticos.

Ambos mantuvieron ese punto de vista durante una conferencia  en Kreuznach a finales de diciembre. En cambio,  el canciller Hertling veía con buenos ojos la constitución de un reino autónomo en Lituania, y en resumidas cuentas era partidario de enviar señales conciliatorias al nuevo régimen ruso y a los Aliados limitando las exigencias . El káiser Guillermo II solicitaba que la autodeterminación se extendiese a Livonia y Estonia, de nuevo a expensas de los bolcheviques. El ministro Czernin demandaba que la Polonia del Congreso quedase bajo alguna clase de soberanía de los  Habsburgo, unida a Galitzia.  Hoffmann, para gran fastidio de Ludendorff, expresó  en entrevistas con  Kühlmann el 1 de enero de 1918, y con el mismo Guillermo II al día siguiente, su preferencia por anexiones menores incorporando como mucho 50.000 polacos.


Ludendorff, que se consideraba el portavoz exclusivo de la voluntad del ejército, reaccionó amenazando con dimitir y filtrando el gesto a la prensa el 4 de enero, para constatar sus apoyos. El kronprinz solicitó su ratificación, y pidió en cambio la destitución de Kühlmann, Valentini (jefe del gabinete civil del káiser) y el almirante Müller (jefe del gabinete militar). Hindenburg cuestionó en carta al emperador la política del ministro de exteriores, que veía excesivamente complaciente con los recién enunciados 14 puntos de Wilson, y descalificó los consejos de Hoffmann. Las presiones del kronprinz, Bauer y la mismísima emperatriz condujeron a la caída de Valentini, considerado demasiado cercano a las tesis de los socialdemócratas. Fue sustituido por Friederich von Berg, antiguo gobernador de Prusia Oriental y partidario de la política de Ludendorff en el Este.

FOTO. LOS DELEGADOS BOLCHEVIQUES EN BREST-LITOVSK: TROTSKI ( 1) Y KAMENEV ( 3 )

En Rusia el ambiente seguía enrarecido.  Las votaciones del 25 de noviembre para elegir diputados para la Asamblea Constituyente prometida en su día por el depuesto Gobierno Provisional habían supuesto un contratiempo para el partido bolchevique, que solo recibió  el 24% por ciento de los sufragios, así que el Sovnarkom simplemente decidió neutralizarla.

Con anterioridad habían empezado los arrestos de los cadetes, ilegalizados por decreto y el arresto de sus líderes, como Shingarev, que fue asesinado semanas más tarde por unos marineros. También fueron detenidos  varios conocidos lideres eseritas como Avxentiev o Gukovski o Sorokin a manos de la policía secreta, la  Chrezvichainaya Kommisiya o Cheka dirigida por bolchevique polaco Felix Dzerzhinski. 

Una manifestación de mecheviques y eseritas el día de la apertura de la Asamblea, el 18 de  enero, fue disuelta a tiros provocando decenas de muertos. La práctica del Terror Rojo daba sus primeros pasos. Cuando aquella misma tarde se reunió la sesión inaugural de la Asamblea, fue presidida en nombre del soviet por el jefe bolchevique Sverdlov, cuya primera medida fue proponer la autodisolución del organismo traspasando sus funciones a los soviets. La mayoría de los diputados presentes se opuso y eligió al eserita Chernov como presidente, poniéndose como misión elaborar una constitución consagrando el parlamentarismo. Los representantes bolcheviques, con ostensibles gestos de desdén, abandonaron  entonces el hemiciclo. Al día siguiente, cuando los congresistas trataron de reintegrarse al Palacio Taúride, sede de la Asamblea, fueron bloqueados por Guardias Rojos armados. El Sovnarkom declaró disuelta la institución a las pocas horas.

Los problemas de las nacionalidades con las autoridades soviéticas también se agudizaban a pesar de que teóricamente proclamado sonoramente el derecho de los pueblos a la autodeterminación. Los finlandeses habían proclamado su independencia en diciembre ( ya Kerenski había tenido que apaciguar en julio una declaración en ese sentido ) El 27 de enero el precario equilibrio se rompió cuando los bolcheviques locales tomaron el poder en Helsingfors ( Helsinki ) con ayuda de  Guardias Rojos rusos. El presidente Peh Svinhufrud buscó refugio en Vaasa, en la costa oeste, al tiempo que el barón Karl G. Mannerheim reunía tropas patriotas y solicitaba respaldo alemán. En Estonia, declarada independiente en noviembre, las autoridades provisionales igualmente solicitaron la intervención alemana para librarse de la presencia de la Guardia Roja. El 25 de febrero desembarcaron en Reval ( Tallinn ) destacamentos alemanes.


Mientras, en Brest-Litovsk,  el 10 de febrero Trotski volvió a rechazar a las exigencias alemanas y trató de  dilatar las conversaciones, especulando con un hipotético estallido revolucionario en Centroeuropa y la consolidación de los bolcheviques en Ucrania resumiendo su filosofía al asegurar que " vamos a salir de la guerra, pero nos sentimos inclinados a rehusar el tratado de paz". A continuación la delegación regreso a Petrogrado la noche del 11 de febrero. Hoffmann respondió contundéntemente a los malabarismos de Trotski: reanudó las hostilidades el 18 de febrero poniendo en marcha la operación Faustschlang siguiendo los ejes ferroviarios. Lenin tuvo que usar todo su poder de persuasión y amagar con su dimisión para hacer ver al Sovnarkom que era indispensable alcanzar a cualquier coste la paz exterior para enfrentarse a los desafíos interiores, entre ellos los primeros focos de oposición armada: los cosacos del Don dirigidos por Kaledin se habían alzado en Rostov a finales de 1917, desestabilizando el sur de Rusia. En esa zona, el día 9 de enero  los generales Kornilov y Alexeyev habían publicado un manifiesto llamando a la creación de un "Ejército blanco de voluntarios" que denunciaba específicamente las conversaciones entre los bolcheviques y Alemania. En Tomsk eseritas y cadetes de la Duma Regional Siberiana (Sibirkaya Oblastnaya Duma) reprobaron la disolución de la Asamblea Constituyente y formaron una administración rival. Los nuevos dirigentes de Rusia, conscientes de que la milicia de la Guardia Roja era indisciplinada y poco eficaz en combate,  necesitaban un  recambio del disuelto ejército zarista que al mismo tiempo fuera fiable  cumpliendo la función de brazo armado del partido.  Por ello fundaron el "Ejército Rojo" el 14 de febrero,  precisamente  bajo la batuta de Trotski, que así fortalecía su papel en el Consejo de Comisarios recibiendo el puesto de comisario de la guerra . Pero organizar esta fuerza  requería su tiempo y entretanto las tropas alemanas seguían profundizando en territorio ruso sin encontrar apenas resistencia.

El renovado avance alemán se hizo arrollador. Hoffmann proclamaba burlónamente el 22 de febrero la efectividad de la Eisenbahnfeldzug (guerra ferroviaria): "No he conocido una campaña más ridícula que esta. Subimos a un tren a un puñado de soldados de infantería con ametralladoras y un cañón y los despachamos hasta la estación siguiente; se apoderan de ella, hacen prisioneros a los bolcheviques, reúnen unas cuantas tropas más y siguen adelante. En todo caso, el procedimiento tiene el encanto de la novedad". Dos días antes había caído Minsk, y otras importantes localidades de Ucrania y Bielorrusia como Zitomir, Gomel y Borisov fueron cayendo una tras otra sin apenas resistencia. El día 27 de febrero los alemanes entraron en Mogilev, el antiguo cuartel general de las Stavka, y finalmente el 2 de marzo se hicieron con Kiev, la capital de Ucrania. Por el norte  habían penetrado hasta  Narva, apenas a 150 kilómetros de Petrogrado. Habían capturado 65.000 prisioneros y miles de piezas de artillería y ametralladoras. Por otro lado, en su parte de Armenia los turcos recuperaron Trebisonda el 24 de febrero y Erzurum el 12 de marzo.

Ante la evidencia de su precaria situación, finalmente el 24 de febrero los miembros del Comité Central del partido bolchevique cedieron ante Lenin y  aceptaron por 7 votos a favor y  6 en contra las condiciones de las Potencias Centrales, que se habían endurecido.  El 3 de marzo se formalizó el tratado de Brest-Litovsk. La Rusia soviética renunciaba a Polonia, los países bálticos, Finlandia, y Ucrania, reconocida independiente desde febrero y a la que se hizo cesiones en Galitzia a expensas de los polacos, lo que ya había despertado manifestaciones en Varsovia el 14 de febrero. Turquía anexionaba zonas del Cáucaso (distritos de Kars y Ardahan) y recibía vagas promesas de control de Bakú y de la flota rusa de Sebastopol.  A resultas del tratado Rusia perdía un tercio de sus líneas ferroviarias, unos 60 millones de habitantes y alrededor del 80% de su producción de carbón, por citar solo algunos índices.

Documento de apoyo:  EXTRACTO DEL TRATADO DE BREST-LITOVSK

Paralelamente a las conversaciones de Brest-Litovsk se desarrollaban contactos con las desmoralizadas autoridades rumanas. Estas habían aceptado un armisticio el 9 de diciembre de 1917 para sus tropas en Moldavia al comprobar la disolución del poder militar de sus patrocinadores rusos. El 23 de febrero de 1918 los delegados alemanes y rumanos se reunieron en la ocupada Bucarest. El tono de los debates fue áspero, y los alemanes presentaron finalmente el día 27 de febrero un programa de máximos exigiendo su aceptación incondicional. El 5 de marzo se firmó un primer borrador en Buftea, ratificado oficialmente el 7 de mayo en el tratado de Bucarest. Rumanía  reducía su ejército a 30.000 hombres, contemplaba la evacuación de Jassy de las misiones militares anglofrancesas,  devolvía Dobrudja a Bulgaria y  le cedía pequeños territorios, al igual que a Austria-Hungría. Su producción petrolera y cerealística quedaba al arbitrio de las Potencias Centrales. El único aspecto ventajoso era la incorporación de Besarabia, que en enero había optado por integrarse en Rumania con la aquiescencia tácita  de los alemanes, a pesar de las reivindicaciones ucranianas.