21.7.09

POR EL VALLE DE LAS SOMBRAS: EL SOMME ( I PARTE )


MAPA. POSICIONES DE PARTIDA BRITÁNICAS EL 1 DE JULIO DE 1916 AL NORTE DEL SOMME, Y LÍNEAS Y UNIDADES ALEMANAS PRESENTES EN EL SECTOR.


A pesar de la sangría de Verdun, las previsiones aliadas para una ofensiva determinante en el verano de 1916 siguieron su curso. La fuerza británica en Francia había aumentado hasta alcanzar los 1.146.357 soldados en abril, rozando el millón y medio a finales de junio. Haig hubiera preferido descargar el golpe en Flandes, pero los franceses le convencieron para propinarlo más al sur, en el sector del río Somme, que había permanecido en calma relativa desde los combates de otoño de 1914. El grandioso proyecto habría contado con la participación de 39 divisiones francesas agrupadas en tres ejércitos ( el 2,6 y 3 ) mando de Foch, pero tuvo que reducirse drásticamente a la vista de la preocupante evolución en Verdun. Joffre finalmente disminuyó su contribución a 26 divisiones ( no disponibles simultáneamente ), cediendo el protagonismo y el esfuerzo central a los británicos. Se acordó que la operaciones de asalto directo empezarían el 29 de junio. No obstante, el poderoso bombardeo preliminar, concebido como la principal herramienta ofensiva puesto que teóricamente la infantería se limitaría a rematar la faena sobre el terreno despejado, comenzaría el 24 de junio.

Los mandos del OHL esperaban alguna clase de maniobra de diversión enemiga en el frente Occidental para aliviar la presión que padecían los franceses en Verdun, pero no descubrieron con antelación el punto exacto. Sobre el frente escogido, de unos 30 kilómetros de longitud y próximo al nudo de carreteras de Bapaume que Haig había establecido como objetivo mínimo, se hallaba establecido el II ejército alemán de Von Below. Este sí se había apercibido de los preparativos Aliados, pero no consiguió persuadir a sus superiores de la inminencia de un gran ataque. El II ejército estaba compuesto por 11 divisiones, cinco de las cuales permanecían apostadas al norte del Somme, en torno a las riberas del Ancre; otras tres estaban al sur, hasta el Seurre que marcaba el punto más meridional del futuro empuje enemigo. Las tres restantes se mantenían como reserva en las inmediaciones. En conjunto, el equipamiento de estas unidades era correcto ( de hecho la mayoría de sus miembros exhibían los nuevos cascos metálicos  redondeados “stahlhelm” que reemplazaban al clásico “pickelhaube” puntiagudo de cuero ). Eso si, andaban algo escasas de artillería pesada y aviones debido a las transferencias realizadas para reforzar al V ejército que disputaba la posesión de Verdun desde principios de año. La tranquilidad del sector, en cambio, había permitido erigir una sólida red de trincheras ampliamente provistas de alambre de espino, o nidos de ametralladoras y morteros que cubrían las rutas de aproximación.

De hecho, la inminencia del ataque en el Somme coincidió con la última gran apuesta de Falkenhayn el 21 de junio de 1916 sobre la margen izquierda del Mosa, al oeste de Verdun, precisamente cancelada cuando el rugido de los cañones Aliados se desencadenó en el Somme el día previsto, el 24 de junio. Organizada en baterías que reunían 2.200 bocas de fuego ( 1.500 inglesas y unas 700 francesas ), la artillería aliada estaba desplegada 900 metros por detrás de su propio frente, mientras que las piezas pesadas de sitio permanecían 1,5 kilómetros detrás de aquellas. Desde ese día y durante la semana siguiente, sin interrupciones, este dispositivo arrojó sobre las posiciones alemanas la inaudita cifra de 1.500.000 proyectiles con los devastadores y mortíferos efectos imaginables:
El rugido nunca cesaba (…) no nos llegaba agua o comida (…) los hombres se volvían histéricos y sus camaradas tenían que golpearles para impedirles que corrieran al exterior y se expusieran al vendaval de proyectiles; hasta las ratas eran presas del pánico y se refugiaban en nuestros camastros. Corrían por las paredes y tuvimos que matarlas con las palas”, escribió el veterano S. Westmann, en un episodio que sirvió de inspiración para el capítulo VI de la novela de Remarque “ Sin novedad en el frente”. Esta versión aliada del “Trommelfeuer” practicado anteriormente por los alemanes en Verdun o por los rusos en el lago Naroch fue diseñada por Haig, Rawlinson, ( comandante del 4º ejército británico comprometido en la operación ) y el general francés Nivelle, confiados en que esa barrera preparatoria de fuego infligiría daños cruciales. A continuación sería el momento de ejecutar el plan de progresión de Haig, con el 4º ejército y las divisiones francesas de Foch actuando como puntas de lanza; una vez culminada la ruptura, estas fuerzas girarían hacia el norte para ampliar el derrumbe alemán, dejando una brecha que sería explotada por la caballería británica que aguardaba en retaguardia. Los ingleses deberían girar al norte y noreste y los franceses al sureste. El objetivo inmediato, pero sin fijar plazos,  de los franceses eran las elevaciones al este del Somme y al sur de Peronne.  El de los ingleses, las alturas desde Le Tras los hasta Achiet. 

El asalto de la infantería aliada estaba originalmente establecido para el 29 de junio, pero se retrasó hasta el amanecer del 1 de julio por culpa de las copiosas lluvias y porque se descubrió que el bombardeo, a pesar de su inmensa potencia, no había conseguido arrasar todas las barreras de alambre de espino. De todos modos el grado de destrucción fue muy notable: “ todos los obstáculos fueron aplastados y asimismo las trincheras fueron en su mayor parte sepultadas” apuntaría Falkenhayn posteriormente.

La guinda la puso el último bombardeo preparatorio, entre las 6.25-7.30 del 1 de julio, a razón de 3.500 proyectiles por minuto, culminado con la explosión final de varias enormes minas excavadas trabajosamente en el subsuelo a las 7.28.

Llegó la señal para que los infantes británicos y franceses se adelantaran en sus áreas respectivas, avanzando en líneas levemente separadas y a paso regular ( aunque algunas divisiones fueron algo más imaginativas, como la 31º, que empezó a desplegarse 10 minutos antes del momento cero ). La progresión fue desigual; en ciertos puntos el alambre de espino alemán se mantenía casi intacto y los espacios despejados en él eran tan estrechos que provocaba congestiones de paso, con los hombres casi detenidos, mientras que en otros lugares estaba mucho más dañado y permitía vía libre. Como había sucedido el año anterior y en Verdun, los defensores comenzaron a brotar de sus búnkeres de 10 metros de profundidad, aturdidos y cansados, pero portando sus mortíferas ametralladoras.

A las 8 de la mañana Haig se mostró bastante satisfecho con los aparentes progresos. Sus hombres no tanto, porque estaban experimentando un severo castigo que saturaba los puestos de socorro con miles de heridos. Habían entrado en combate 13 divisiones británicas que acumulaban 57.000 bajas, de ellas unas 20.000 mortales, la jornada más sangrienta sufrida por el ejército británico en su historia. Por ejemplo, el batallón 6º Royal Warwicks encajó 520 muertos y 316 heridos sobre un total de 836 efectivos originales, es decir, baja al completo.

Las ganancias de espacio fueron magras: tan solo un par de kilómetros de penetración en el mejor de los casos en Montauban y Mametz, aparte del reducto “Leipzig”; en cambio en Gommecourt, Beaumont y Thiepval prácticamente no se había conseguido nada. Las 5 divisiones francesas participantes, dirigidas por el general Fayolle, se apuntaron un leve éxito, tal vez por haber dispuesto de artillería de mas calibre, capturando un tramo de la primera línea de trincheras alemanas y alcanzando las afueras de Herbecourt, aunque lejos todavía de su objetivo marcado, Peronne.

Desde luego, del mismo modo que en 1915, el abismo abierto entre las esperanzas puestas en ofensivas consideradas clave y definitivas, y la realidad decepcionante era muy difícil de digerir. De hecho, no fue aceptado. El pensamiento recurrente de Haig y otros mandos de los beligerantes en la misma tesitura podría resumirse de la siguiente manera:” Bien, es preciso continuar y acabar lo empezado, cueste lo que cueste. Un poco más de presión y sacrificio, y seguro que esos desgraciados de enfrente acabarán cediendo”. Ese tipo de convicciones prolongaría la espantosa batalla durante cinco meses, transformándola en un espeluznante desafío de desgaste, de manera similar a lo acontecido en Verdun.
MAPA. VISTA GENERAL CON LA RED VIARIA DEL SOMME Y LAS 3 LÍNEAS FORTIFICADAS ALEMANAS

Hasta mediados de julio prosiguieron las acciones restringidas aunque costosas para intentar rebasar la segunda línea alemana, sobre todo en Contalmaison y el bosque de Mametz, que finalmente quedó asegurado el 13 de julio. Los franceses se apuntaron algunos progresos en la carretera de Bray a Peronne, atravesando la meseta de Flacourt. Todo ello en medio de ímprobos esfuerzos y sazonado de persistentes contraataques alemanes contra Montauban y Mametz. En la noche del 13 al 14 un golpe de mano nocturno alimentó las ilusiones Aliadas, con la captura de Bazentin-Le-Petit seguida el 15 de julio por la irrupción en el bosque de Delville; pero los alemanes se rehicieron ante la lentitud del avance y retuvieron esa floresta, en parte gracias a la progresiva incorporación de 14 divisiones alemanas de refresco a lo largo de esas semanas, equilibrando la superioridad numérica inicial de los Aliados ( que era de 4 a 1 en la primera semana de julio )

Por lo demás, aunque distaba de ser un factor determinante, los Aliados se habían hecho con el dominio sobre los cielos del Somme, con 201 aviones galos y 185 británicos, frente a 129 alemanes. En los combates preparatorios en junio, ni siquiera el liderazgo de Max Immelman, el mejor piloto germano del momento, pudo alterar este desequilibrio, y el mismo Immelman acabó siendo derribado y muerto.
                                           CUADRO. COMBATE EN POZIERES JULIO 1916


El 19 de julio se llevó a cabo una incursión de distracción en Fromelles y las vecinas colinas de Aubers, inmediatamente al norte del área en disputa del Somme, a cargo de veteranos del Anzac duchos en la expedición a Gallipoli. Desde un comienzo la ejecución de esta incursión fue motivo de controversia. El general Elliot, jefe del contingente australiano y un oficial del Alto Estado Mayor, Howard, sostuvieron que debían cancelarse los preparativos a causa de la solidez de las defensas alemanas y la falta de un motivo consistente para arriesgarse, puesto que el adversario no estaba retirando sus tropas desde allí para enviarlas como refuerzo al Somme. Su postura fue agriamente contestada por el comandante del cuerpo de ejército al que estaban asignados los australianos, Sir Richard Haking, que sostenía lo siguiente: “ Las tropas están preparadas, están dispuestas y ansiosas por atacar, y me parece que cualquier cambio de planes tendría consecuencias negativas sobre las tropas en este momento”. No debía desmoralizarse a los soldados retrasando o cancelando el operativo. La verdad es que Fromelles supuso un nuevo y sangriento varapalo, con 2.100 muertos, 4.000 heridos y 500 prisioneros, por solo 1.500 bajas alemanas.

A finales de julio, los líderes políticos y mediáticos en Londres mostraron las primeras señales de zozobra ante la magnitud de las pérdidas sufridas por el ejército en esta campaña. Desde el Estado Mayor Imperial en la ciudad del Támesis, Robertson escribía a Haig: “los que mandan comienzan a inquietarse un poco respecto a la situación (…) si la pérdida de, digamos, 300.000 hombres nos permitirá obtener resultados realmente extraordinarios, porque si no, deberíamos contentarnos con algo menos de lo que estamos haciendo ahora