6.10.07

KUT-EL-AMARA ( II ). RUPTURA EN KOPRUKOY

FOTO. TROPAS INGLESAS ESCOLTAN A PRISIONEROS DURANTE LA LUCHA POR IRAK
A poco de iniciado el asedio, el 9 de diciembre, Townshend desestimó una demanda de los turcos invitándole a capitular puesto que había recibido esperanzadoras noticias: desde Basora se preparaba la salida de una fuerza de socorro. Con algo de retraso, esta columna ( denominada Cuerpo del Tigris ) partió el 4 de enero de 1916 al mando de Fenton Aymler. Compuesta por 19.000 hombres, pertenecientes a la 7ª división angloindia (  Meerut ) del general Younghusband con la adición de tres brigadas, se enfrentó pocos días más tarde en Sheik Saad a los 30.000 turcos encargados de detenerla, con cierto éxito puesto que logró abrirse paso. No obstante a mediados de mes se supo que la situación en el interior de Kut se estaba deteriorando y que solo quedaban víveres para algunas semanas. El 21 de enero Aymler se vio frenado en Hanna y tuvo que detenerse aguardando refuerzos y esperando la disminución del caudal crecido del río Tigris hasta el 7 de marzo, lo cual disminuyo drásticamente la esperanza de apoyar a los asediados a tiempo. Con todo, el 6 de abril la fuerza de Aymler estaba a solo 24 kilómetros al este Kut, en Sannaiyat donde trabó una cruento lucha con el enemigo: sus hombres solo lograron avanzar unos cientos de metros antes de ser frenados, y eso a costa de padecer graves pérdidas. 

MAPA. LA BAJA MESOPOTAMIA ( SUR DE IRAK ) CON LOS PRINCIPALES PUNTOS DE LUCHA EN TORNO A KUT.

Ante el penosísimo panorama en Kut-el-Amara, donde se había declarado el hambre, los ingleses intentaron un inédito experimento en la historia: organizar un puente aéreo en que algunos aeroplanos arrojarían fardos de suministros. Pero esta ingeniosa medida fue insuficiente debido a la limitada capacidad de carga de los aparatos de la época y a la cantidad reducida de aviones disponibles para los ingleses en Irak. Townshend, acorralado, solicitó una autorización para negociar la rendición el 23 de abril. Menos de una semana después, el 29 de abril de 1916 finalmente los 13.000 angloindios supervivientes se entregaron a los turcos. Estos permitieron la liberación o intercambio de 2.500 heridos y enfermos graves, pero mas de 4.000 de los prisioneros morirían debido a las penosas condiciones de su cautiverio. El capitán ingles E. Moulsey, que era transportado en una barcaza contempló las difíciles circunstancias de los cautivos que eran conducidos a pie hacía Bagdad desde el 6 de mayo: " Los ojos de nuestros hombres observaban desde unos rostros pálidos, alargados por el sufrimiento de una muerte demasiado lenta, y extendían las manos en dirección a nuestra barca. A medida que arrastraban un pie tras otro, algunos caían y los guardias les pegaban con porras y palos(...) morían con un líquido verde que les salía de entre los labios, con la boca bien abierta por donde entraban y salían las moscas ". Por otro lado, una expedición rusa que se desplazaba atravesando Persia hacía Mesopotamia también llegó demasiado tarde para auxiliar a Kut, y luego de librar algunas escaramuzas infructuosas con los turcos en Khanikin, desandaron su camino. Fue el punto más meridional al que llegarían nunca los contingentes zaristas.

Documento de apoyo: las dificultades de comunicación de Turquía con su frentes y con Alemania y Austria 


Mientras tanto continuaba la disputa entre rusos y turcos en Armenia. En vista de la desfavorable evolución para las armas del zar en otros frentes y el inminente reforzamiento turco una vez fracasada la amenaza de los Aliados en Gallipoli, amén del desplome serbio que despejaba el corredor balcánico permitiendo las comunicaciones entre los Imperios Centrales y Turquía, el general Iudenitch optó por adelantarse y pasar atrevidamente al ataque en Armenia, durante la conmemoración de la Navidad ortodoxa ( 7-14 de enero de 1916 ). El III ejército turco había fortificado unas posiciones, la denominada línea Koprukoy, que se extendía 120 kilómetros cubriendo Erzurum, la capital regional. Al norte, próxima al mar Negro, se apoyaba en los Alpes Pónticos ( de hasta 3.000 metros de altitud ), y al sur en el Bingol Dag, un macizo de similares características abruptas.


Un amplio movimiento de flanqueo era desaconsejable durante el riguroso invierno anatólico, e Iudenich se decidió por un ataque frontal pero contando con la sorpresa. El secreto era esencial para la consecución del asalto: no se informó a ningún oficial por debajo del rango de comandante de división y se dispusieron sistemas de cuidadoso enmascaramiento( "Maskirovka" ) : esparciendo el rumor de que se emprendería una ofensiva masiva en Persia, lo cual era solo parcialmente cierto ( el contingente de Molotsov reunido por orden del Gran Duque daba a esta afirmación apariencia de verdad ), trasladando trenes militares en esa dirección haciéndolos retornar por la noche. Los permisos y disposiciones de Navidad se mantuvieron como si nada sucediese. Todos los despliegues próximos al frente se efectuaron al amparo de la oscuridad. Hasta la conocida proclividad de Iudenich por mantener el correcto equipamiento de sus hombres sirvió para disimular las voluminosas entregas de material para afrontar el invierno en la oculta campaña. FOTO. EL GENERAL IUDENICH, SENTADO EN UNA SALA DE MAPAS; POCO PODIA IMAGINAR QUE TRES AÑOS DESPUES CONDUCIRIA EN SU PATRIA UN EJERCITO BLANCO CONTRA PETROGRADO (SAN PETERSBURGO), DOMINADA POR LOS COMUNISTAS.


El Gran Duque Nicolás vacilaba en autorizar la marcha, probablemente recordando el fracaso de su antagonista Enver Pasha en Sarikamish el invierno anterior, en circunstancias parecidas. Pero la exigencia de la Stavka de trasladar unidades ociosas desde el Cáucaso a Galitzia terminaron por decidir al Gran Duque a dar vía libre a Iudenich. El día 9 de enero de 1916 se impartieron órdenes para que el II cuerpo del Turquestán atacara a la mañana siguiente, y el cuerpo Caucasiano el 12 de enero. Ambos movimientos constituirían meros actos de distracción, destinados a desorientar las reservas turcas. El quinto día sería el gran momento, cuando la 4ª división de fusileros Caucásianos encabezara la esperada ruptura.
La coyuntura era propicia, porque los turcos no se habían apercibido de las intenciones de sus enemigos y todavía no habían llegado las unidades transferidas desde Gallipoli. El listado de las fuerzas que guarnecían la línea Koprukoy ascendía a unos 75.000 hombres con 120 cañones, organizados al norte con el X cuerpo con 3 divisiones , el XI cuerpo con ocho divisiones en el centro, y 12 batallones de gendarmes y la 2ª división de caballería en Bingol Dag. Mas allá de la Koprukoy propiamente dicha, velando en Mus ( al oeste del lago Van ) se contaban la 37ª división y varios miles de irregulares kurdos de caballería. La 17ª división componía la reserva.

Lo escarpado del territorio impedía erigir una línea continua. Se había fortificado las cumbres de las colinas, resguardándolas con alambre de espino y perforando la roca con dinamita se crearon recovecos para disponer los puestos de ametralladoras y artillería cubriendo las rutas de aproximación.

El primer ataque de Iudenich se desencadenó según lo previsto el 10 de enero sin lograr comprometer las reservas turcas; en cambio, el segundo ataque el 13 de enero aunque a costa de elevadas pérdidas, sí las distrajo. Ahora maduraron los planes de Iudenitch cuando a plena luz la 4ª división de fusileros Caucásicos apoyada por 34 cañones descargó el gran golpe y perforó las defensas enemigas. Al día siguiente unidades de la infantería rusa atravesaron la segunda línea otomana. A pesar de que la resistencia fue leve, los miembros de la 4ª división padecieron lo suyo al transitar por los senderos, con nieve hasta la cintura. La retirada parcial de los turcos empeoró su situación, al agrandar la grieta entre el vapuleado X cuerpo y las tropas turcas que guarnecían Bingol Dag. Finalmente en la noche del 16 al 17 de enero el mando turco cedió y ordenó la retirada general a Erzurum, abandonando las rotas defensas de Koprukoy. A pesar de ser efectuada con orden, el XI cuerpo no pudo evitar perder el 70% de sus efectivos y 30 cañones. Unos 40.000 soldados se refugiaron en Erzurum, pero las penalidades pasadas habían dejado su huella debilitándolos.

Las pérdidas rusas ascendían a 11.000 hombres de los cuales 2.500 lo eran por congelación. Inflamado por el triunfo, Iudenich propuso al Gran Duque apoderarse de Erzurum. Nuevamente, el Gran Duque vaciló ( y de nuevo Alexeyev, desde el Cuartel General lo desaprobó ) pero terminó cediendo el 23 de enero a los ruegos de su subordinado. Tampoco está vez podría contarse con refuerzos, excepto los consabidos reservistas locales.

1.9.07

EL LAGO NAROCH Y LA OFENSIVA BRUSILOV: CANTOS DE CISNE DEL EJERCITO ZARISTA





FOTO. CAIDOS RUSOS ANTE UNA ALAMBRADA EN EL NAROCH.












A pesar de su estruendosa derrota del año anterior, el ejército ruso fue capaz de retomar la iniciativa en la primavera de 1916, para sorpresa del OHL y del Ober Ost, que suponían a sus rivales orientales reducidos a una impotencia pasiva. Atendiendo a las ansiosas demandas francesas solicitando algún tipo de maniobra de alivio de la presión en Verdun, la Stavka presidida por el general Alekseyev y Nicolás II concibió un importante ataque en forma de pinza que se daría en el conjunto de lagos situados al este de Vilna. Coordinada por el general Evert, participarían el reconstituido 2º ejército engrosado con 350.000 hombres y más de un millar de cañones, al mando del general Smirnov, de 67 años y trayectoria poco destacada.

Esta fue la proclama de Evert a sus tropas el 17 de marzo:


“ Soldados del frente occidental,
Vuestras filas, excesivamente debilitadas, contando con una reducida cantidad de fusiles y cartuchos, han contenido durante seis meses el avance enemigo, y, después de haberlo rechazado en el Molodetchno, en el sector mismo cuyo frente había roto el adversario, han llegado a tomar las posiciones que tenemos actualmente.

Su Majestad y la patria esperan hoy de vosotros una nueva proeza: arrojar al enemigo más allá de la frontera del Imperio. Mañana mismo tenéis que empezar vuestra obra. Confío ciegamente en vuestro valor, en vuestra arraigada abnegación por el zar, en vuestro amor por la patria, y, por lo tanto, en que habréis de cumplir vuestro sagrado deber con el zar y con la patria, liberando a vuestros hermanos del yugo extranjero, bajo el cual gimen hoy.

Dios nos acompañe en nuestra sagrada obra

Firmado: Evert, general asistente

 Lo que se conoció como batalla del lago Naroch comenzó el 18 de marzo de 1916, con un "trommelfeuer" ruso, algo inédito en el frente Oriental. Pero sus efectos fueron mínimos, puesto que los alemanes habían advertido desde 2 semanas antes los preparativos gracias a su eficaz exploración aérea que descubrió el traslado de columnas enemigas en marcha al oeste, resaltando en mitad de la nieve. La coordinación mutua entre la artillería y la infantería rusas fueron además muy deficiente y cuando el 20 de marzo las primeras oleadas acometieron contra el X ejército alemán del general Eichhorn ( que contaba originalmente con 75.000 efectivos y 300 cañones ) sufrieron una terrible revés, acumulando 50.000 bajas el 24 de marzo con ridículas ganancias de terreno... apenas penetrando 1,5 kilómetros de profundidad en 3,5 kilómetros de base.


 EL LAGO NAROCH SEGÚN EL TESTIMONIO DE VON HINDENBURG

No obstante los alemanes padecieron ciertas dificultades porque sus reservas debían desplazarse desde Vilna, donde terminaba la cabecera de ferrocarril, hasta el lago Naroch cubriendo una distancia de 70 kilómetros de cenagales y senderos de barro, a pesar de lo cual lograron duplicar las huestes del X ejército en pocos días. La ofensiva fue languideciendo a medida que las características deficiencias rusas en suministros, atención sanitaria ( unos 12.000 hombres perecieron por congelación ) y caos en el mando se fueron agudizando al transcurrir las semanas; el 14 de abril finalizó por completo, al coste de 122.000 bajas rusas por 20.000 alemanas. A lo largo de abril hasta las magras ganancias de terreno se esfumaron ante localizados contrataques germanos. 

FOTO. TROPAS ALEMANAS EN LAS INMEDIACIONES DEL NAROCH, 1916.


















El Ober Ost en ningún momento se sintió demasiado alarmado en y manejó los combates con sangre fría, pero por otro lado estos contribuyeron a enrarecer todavía más las relaciones de Hindenburg y Falkenhayn, ya que el primero llegó a apelar vía Ludendorff al mismísimo káiser en el mes de mayo, quejándose de la estrategia del jefe del OHL y acusándole de consumir insensatamente todas las reservas militares en lo que ya se denominaba "la trituradora" ( Die Mühle ) de Verdun. Dejando de lado estos graves altercados en la jefatura, lo cierto es que el OHL se las prometía muy felices en el frente Oriental, considerando que los ataques de marzo equivalían a un esfuerzo suicida para ayudar a los Aliados occidentales. 

En reuniones bilaterales de los dos estados mayores de los Imperios Centrales celebradas a finales de mayo con la participación de Conrad von Hotzendorff se estimó que Rusia no podría volver a la carga como mínimo durante varios meses, periodo considerado imprescindible para que repusiera sus pérdidas. Comprometido en sus propios sueños de grandeza contra Italia, Conrad von Hotzendorff consiguió que Von Falkenhayn no vetara expresamente el proyecto, a pesar de que el jefe alemán abrigaba serios temores sobre los planes austrohúngaros y temía que sus socios careciesen de reservas en caso de que los rusos reanudasen sus actividades en Galitzia. Pero Von Falkenhayn cedió por razones políticas para no desairar a su socio. Conrad von Hotzendorff procedió entonces a trasladar desde Galitzia Oriental algunas divisiones contra los italianos.


MAPA. EL FRENTE ORIENTAL EN 1916

Las esperanzas del mando ruso, empero, no se disiparon después de la decepción del Naroch. El 4 de abril fue ascendido al mando del frente del suroeste el talentoso general Alexei Brusilov, que se había desempeñado brillantemente al mando del 8º ejército en medio de las debacles de 1915. La Stavka había sido informada de las intenciones aliadas para desencadenar una ofensiva a finales de la primavera ( que se materializaría en la batalla del Somme ), y se aprestó a darle cobertura con nuevas operaciones de gran estilo en el este. A mediados de abril Alekseyev trató el tema con sus jefes de ejército, inclinándose en principio por repetir el intento del Naroch en otro punto del frente al norte de las impenetrables marismas del Prypiet, las cuales separaban la zona bajo responsabilidad alemana, al norte, de la austrohúngara al sur. Una de las razones de esa insistencia de atacar el sector alemán era el mantenimiento, a pesar de las pérdidas recientes, de la neta superioridad numérica en esa área septentrional, una diferencia favorable a los rusos de 700.000 hombres, posible gracias a las inagotables canteras humanas del enorme país. La propuesta no fue bien acogida: recordaba demasiado al intento fallido del Naroch y la constancia de la solidez alemana estaba presente en la memoria, aunque el general Evert se mostró dispuesto a repetir la jugada de marzo. En esa tesitura empezó a oírse la voz de Brusilov solicitando autorización para una ofensiva al sur del Prypiet, en Galitzia, con la extraordinaria novedad de avanzar en un frente ancho. Esta inopinada propuesta se basaba en la idea de alcanzar la sorpresa táctica, al resultar menos perceptible a los observadores enemigos el despliegue de grandes masas y equipos si se distribuían en una extensión más amplia. 

MAPA. DETALLE DE LA OFENSIVA BRUSILOV 

Asimismo, esto impediría que el grueso de las fuerzas propias quedase encajonado en un pequeño saliente fácilmente batido desde tres lados por el fuego enemigo; consideraba como ideal una línea de ataque de al menos 100 kilómetros. Entre los elementos tácticos que debían facilitar esa misión contarían: aproximar las trincheras propias a las adversarias reduciendo al mínimo la tierra de nadie, una cuidadosa planificación previa utilizando la fotografía aérea para cartografiar los emplazamientos contrarios ( exactamente lo que venían haciendo profusamente desde el principio de la contienda los Aliados occidentales y los alemanes ), el adelantamiento de los puestos de artillería a las zonas de vanguardia y la mejora en la coordinación de sus comandantes con las otras ramas del ejército.

Brusilov encontró una decidida oposición de sus colegas , que se inclinaban por la idea aceptada hasta la fecha por todos los beligerantes de atender al principio de concentración de fuerzas en un terreno reducido, de 15-20 kilómetros como máximo. Pero a falta de procedimientos mejores, Alekseyev terminó cediendo a finales de mayo y dio su visto bueno. El avance tendría lugar a comienzos de junio en Galitzia y el sur de la Polonia rusa. Después de hacer febriles preparativos, Brusilov descargó su ataque el 4 de junio en una línea de 300 kilómetros desde la frontera rumana hasta las marismas del Prypiet, el área correspondiente al denominado Frente del Suroeste ruso ( que comprendía a los ejércitos 8º, 9º,7º y 11º ). La acumulación artillera fue poderosa, cercana a las 2.000 piezas, aunque al distribuirse en un frente amplio resultó menos apabullante...¡ pero más efectiva ! Ciertamente los austrohúngaros fueron completamente sorprendidos. En torno a la ciudad de Lutsk estaban acampados los 200.000 hombres del IV ejército del archiduque Josef Ferdinand que recibió la acometida del 8º ejército ruso de Kaledin, con 150.000 hombres. Tras un bombardeo de un día, y como recogió más tarde una comisión austriaca: " Los bombardeos, aparte de destruir los obstáculos de alambre dejaron toda la zona de la batalla cubierta por una inmensa y espesa nube de polvo y humo (...) que no dejaba ver a los hombres y dificultaba la respiración, y permitió que los rusos pasaran por encima de los restos de las alambradas y entraran en nuestras trincheras en grandes olas. " El 5 de junio la guarnición de Lutsk huyó y esta cayo en manos del ejército zarista. FOTO. EL ARCHIDUQUE JOSEF FERDINAND, JEFE DEL IV EJERCITO AUSTROHUNGARO EN JUNIO DE 1916


En la parte central del embate, el 11º ejército de Sakharov se apuntó también ganancias territoriales; y sobre todo en el extremo sur, en Bucovina, el 9º ejército de Lechitski consiguió doblegar al VII austro-húngaro del barón Von Pflanzer-Baltin capturando 11.000 prisioneros en una sola acción. Tan solo el 7º ejército de Sherbachev falló relativamente, al no aplicar las recomendaciones de Brusilov; alargó demasiado tiempo el bombardeo ( 48 horas ) lo que eliminó el efecto sorpresa, y atacó en un frente estrecho que terminó en el previsible callejón sin salida.

La dificultad para elegir el destino a las reservas austrohúngaras cuando eran varios los puntos amenazados sucesivamente fue, como ya previó Brusilov, otra de las claves de la ofensiva. El caso de Von Pflanzer-Baltin fue especialmente ilustrativo: primero desplazó al sur del río Dniester sus reservas ante la amenaza inicial solo para ver como los rusos reanudaban el asalto al norte del río dejándole fuera de juego y obligándole a dar orden de retirada general, en cuyo trascurso perdió la mitad del VII ejército, unos 100.000 hombres. Para el 20 de junio nada menos que 200.000 soldados austrohúngaros engrosaban las listas de prisioneros.

Si no se produjo la completa desintegración del frente la razón estaba en que los rusos desbordaron sus disponibilidades de suministros locales. La mayoría de las reservas rusas continuaban emplazadas al norte del Prypiat, vigilando a los alemanes: en cierto modo, el grandioso éxito había tomado desprevenidos a los mandos zaristas sitos en Mogilev, que no realizaron preparativos adecuados para explotar el vacío logrado por Brusilov. Entretanto, los estados mayores de los Imperios Centrales, asumiendo su error de haber infravalorado la capacidad de reacción rusa, procedieron a paliar en lo posible el catastrófico panorama de junio. Falkenhayn consideraba que era prioritario bloquear la brecha de Lutsk, y transfirió seis divisiones alemanas procedentes de Occidente y de la parte norte del frente Oriental. Puestas a las órdenes de Von Linsingen, el I y IV ejércitos austrohúngaros también quedaron subordinados a su mando, y otro oficial germano, Hans von Seekt ( futuro jefe del Reichwehr en la posguerra ) pasó a ser jefe de estado mayor del destrozado VII ejército austriaco, a pesar de que  esta reorganización bajo hegemonía alemana provocó una intensa amargura entre los oficiales austrohúngaros. El mismo Conrad Von Hotzendorff  aceptó de mala gana no emprender ninguna iniciativa sin el visto bueno del OHL; a partir del 24 de junio las divisiones que él confiadamente había transferido desde Galitzia a Italia tuvieron retornar apresuradamente.


FOTO. EL GENERAL BRUSILOV, A LA IZQUIERDA CON UNIFORME COSACO, JUNTO AL GENERAL RUZSKI.


















Sin embargo muchas palancas decisivas estaban escapando de las manos de Brusilov. Desde el 2 de julio el Frente del Oeste se puso en marcha pero no consiguió apabullar al enemigo de la misma manera que sus compatriotas del Frente del Suroeste en las semanas precedentes. El 4º ejército de Evert porfió en el área de Baranovichi  con 20 divisiones pero después de una  progresión adecuada en las primeras jornadas en las que destruyó una división austriaca, se encontró bloqueado por dos divisiones alemanas de refuerzo. Se perdieron 80.000 hombres. El 3 de julio, los ejécitos 3º y 8º bajo la estrecha supervisión del propio Brusilov obligaron al ejército alemán del Sur, el "Südarmee" bajo el mando de Bothmer, a replegarse pero el general ruso no consiguió una ruptura, aunque capturó 30.000 prisioneros en la zona de Stockhod. Aun peor, el ejército de Guardias estaba fuera de su jurisdicción. Confiado en reavivar las anteriores penetraciones, el comandante de esta fuerza, Bezobrazov,  emprendió por su cuenta desde el 28 de julio una serie de ataques en las proximidades  de Kovel, un destacado nudo ferroviario, sobre un terreno especialmente inadecuado por los  densos pantanos  en las orillas del rio Stockhod, y por la estrechez del frente de operaciones escogido. Sus pérdidas fueron enormes, sin apenas contrapartidas. Este fiasco contribuyó a que los rusos ya acumulasen a finales de julio 450.000 bajas. Los refuerzos alemanes, tras renunciar al duelo en Verdun, afluían desde el frente Occidental. A mediados de agosto, 18 divisiones alemanas transferidas se unieron a las seis ya presentes y bloquearon eficazmente las tentativas de Brusilov por el norte. A finales de agosto estaba claro que la campaña de verano ruso, la "ofensiva Brusilov" se había estancado sin apuntarse un triunfo decisivo. Igual que las otras grandes batallas de desgaste coetáneas en Francia.

Pero sus últimos estertores, con la captura de Halicz por el 9º ejército en Bukovina, tuvieron una importancia política desproporcionada, ya que convencieron finalmente a Rumania para tomar partido por los Aliados el 27 de agosto. También habían contribuido a minar la confianza en la viabilidad a largo plazo de las fuerzas armadas austrohúngaras, al tiempo que se había auxiliado indirectamente a los italianos, y especialmente a los Aliados occidentales al obligar a los alemanes a retirar del Oeste un total de 18 divisiones.

Algunas cifras proclamadas por los rusos dan una idea  de la enorme magnitud del "verano de Brusilov": la captura de  417.000 prisioneros, 1.000 cañones y  25.000 km2 de terreno.

18.8.07

MATADERO EN VERDUN ( I PARTE )

El 21 de febrero de 1916, a las 5.00 horas de la mañana, una poderosa salva de cañonazos alemanes rompió la quietud en la apacible villa de Verdun sirviendo de prolegómeno para la aplicación de la doctrina del " Trommelfeuer " en la versión más mortífera vista hasta la fecha. La comarca al norte de Verdun recibió a partir de las 8.12 y a lo largo de las horas siguientes un impresionante bombardeo de preparación a cargo de 1.220 piezas artilleras (incluyendo calibres superpesados de 305, 380 y 420 mm.), en un frente de 20 kilómetros con eje perpendicular al río Mosa, extendido a otros 60 kilómetros de frente con bombardeos menores de distracción. Los bosques (Bois de Ville, Bois de Haumont) y las colinas adyacentes fueron arrasados al instante y transformados en eriales de tocones consumidos y cráteres. El estruendo podía percibirse en 150-200 kilómetros a la redonda, hasta en la sierra de los Vosgos.


El huracán de fuego alargó su alcance al cabo de varias horas y comenzó a afectar el anillo de fortificaciones de Verdun, mientras los morteros y los cañones de menor calibre seguían ensañándose sobre la primera línea gala. Cada hora eran arrojados 100.000 proyectiles, algunos cargados de gas. Al atardecer, a las 17.00 horas se alargó el tiro del bombardeo y agrupaciones de reconocimiento alemanas ( antecedentes de las "sturmtruppen" especializadas que tanta fama alcanzarían en los años siguientes ) aprovecharon para cruzar la distancia de separación, la "tierra de nadie" de entre 300 y 1.500 metros y tantearon las posiciones enemigas adelantadas, comprobando los lugares donde el martilleo inmisericorde había alcanzado sus fines. Avanzaban con una sorprendente parsimonia, en filas amplias.

Durante el día 22, en medio de la nevada, la tónica siguió siendo la misma prolongándose los formidables bombardeos (que habían consumido más de dos millones de granadas) y las misiones de reconocimiento e infiltración. Finalmente con la disminución de la luz surgieron cauta pero ágilmente las siluetas del grueso de los 150.000 infantes del 5º ejército alemán, embistiendo en una longitud de 12 kilómetros. Las fuerzas inmediatamente comprometidas eran el VII cuerpo de ejército ( Von Zwehl ) con las divisiones 13º y 14º de la Reserva, el XVIII cuerpo ( Von Schenk ) con las divisiones 21º y 25º, y el III cuerpo ( Von Lochow ) con las divisiones 5º y 6º. En vanguardia marchaban las fuerzas seleccionadas equipadas generosamente con lanzallamas, morteros de trinchera y explosivos de mano, aplastando a los miembros de las divisiones francesas 51º y 72º, cuyos supervivientes, a pesar del castigo precedente, surgían aquí y allá desde el interior de sus puestos arrasados y abrían fuego de ametralladora frenando a los germanos, obligándoles a reducir esos inesperados núcleos de resistencia uno por uno. Esos grupos desesperados de resistentes realizaban ansiosos llamamientos solicitando fuego de contrabatería, que aliviase la catarata de proyectiles enemigos que estaban padeciendo, pero este solo llegó a materializarse espasmódicamente debido a la escasez de bocas de fuego francesas y su escaso calibre (la mayoría de las piezas presentes eran del tipo 75 mm)


En cambio en algunos puntos avanzaban sin impedimentos, porque el aplastante bombardeo había nivelado las trincheras sepultando a miles de defensores o dejándolos tan aturdidos que eran incapaces de empuñar las armas o siquiera mantenerse en pie. A lo largo de los días 22 y 23 se mantuvo el cañoneo y los empujes alemanes que capturaron la serie completa de puestos de vanguardia franceses: Haumont, Herbebois, Brabant y el bosque de Caures. En este último halló la muerte el coronel Driant junto con muchos de sus hombres de la brigada de cazadores alpinos de los batallones 56 y 59 ( de 1.300 solo salieron con vida 110 ). Driant, uno de los jefes de sector en Verdun y diputado por la vecina ciudad de Nancy en la vida civil, había enviado tiempo antes una carta al presidente del Senado en París, Deschanel, exponiéndole la vulnerabilidad a la que se había visto reducida Verdun al despojársela de muchos de sus elementos militares para reforzar Champaña. Estas observaciones provocaron algún revuelo e incertidumbres en el Cuartel General francés, que se tradujeron en una gira de inspección a cargo del general Castelnau durante enero de 1916, que efectivamente apreció serias deficiencias y aconsejó aumentar la protección en la zona. Pero no hubo tiempo de rectificar antes de que se desencadenara la avalancha germana.


A pesar de todo, determinadas circunstancias alertaron previamente a los defensores de lo que se les venía encima. El ataque, marcado originalmente para el 12 de febrero, fue retrasado varios días debido a las inclemencias (ventiscas de nieve y lluvias persistentes) que dificultaban la visibilidad para los apuntadores artilleros tanto terrestres como aéreos, aunque los últimos contaban con una inédita concentración de 168 aviones de exploración y caza para tratar de lograr la supremacía aérea local y proteger la más estática tarea de observación de globos y zeppelines. Los alemanes no pudieron ocultar del todo el frenético incremento de su actividad, y junto a testimonios de desertores de origen polaco y alsaciano huidos al campo francés en las jornadas anteriores (definidos en palabras del Kronprinz Guillermo, que ejercía el mando del V ejército, como "miserables bribones del Landwehr que desertaron a los franceses"), sirvieron para que al menos los oficiales galos sobre el terreno tomaran nota del posible peligro y redoblaran su vigilancia. Por añadidura Joffre recibió advertencias de diplomáticos destinados en Suiza y Dinamarca a finales de enero, aunque desdeñó su importancia porque él no le daba valor estratégico al enclave de Verdun y le parecía que los alemanes harían otro tanto. Cometió un error de juicio al trasponer su percepción personal a sus antagonistas. FOTO. EL KRONPRINZ GUILLERMO, QUE CONDUJO AL 5º EJERCITO DURANTE LA SANGRIA DE VERDUN

Para el día 23 de febrero los alemanes habían profundizado cuatro kilómetros y los puestos franceses en los altos del Mosa se encontraban directamente amenazados. La progresión, aunque algo ralentizada, era con todo considerada por los jefes del 5º ejército alemán el Kronprinz y su jefe de Estado Mayor Kostantin Schmidt von Knobelsdorf, como satisfactoria. Aceptaron en sentido literal las instrucciones de Falkenhayn de realizar " una ofensiva en la zona del Mosa en dirección a Verdun " y la interpretaron como una orden inapelable, para en sus propias directivas subrayar que había que " capturar la fortaleza de forma inmediata ".



Sobre el terreno, la situación era bastante confusa para los galos, con la mayoría de sus comunicaciones telefónicas cortadas. El día 23 a las 18.00 horas se procedió a la evacuación de la población civil de la ciudad, un indicio del agravamiento de la situación. Langle de Cary, a cargo del Grupo de Ejércitos Centro en el que estaba adscrito Verdun, y Herr, comandante con el mando inmediato de las fuerzas locales, insistieron especialmente en proteger los accesos a fuerte Douaumont e incluso planteaban contraatacar al día siguiente, 24 de febrero. Inmediatamente disponibles contaban con el castigado XXX cuerpo de ejército ( general Chretien ) compuesto por dos divisiones ordinarias y una de reserva; dejando aparte al 7º cuerpo ( general Bazelaire ) que velaba en la margen izquierda del Mosa, se encontraban próximos al sector amenazado el II cuerpo estacionado en Woevre, con tres divisiones, y las divisiones 37º y 48º a unos 20 kilómetros al sur del saliente.

Pero lo que vio esa jornada fue la continuación del inexorable empuje alemán que desbordó toda la segunda línea y culminó el día 25 con la atrevidísima incursión del sargento Kunze, el cual, al frente de unas patrullas capturó el fuerte de Douaumont. Increíblemente, estaba casi desguarnecido ( solo 60 hombres de las fuerzas territoriales) , tal vez por el antedicho caos de comunicaciones: " El sólido y considerado inexpugnable pilar nororiental del sistema defensivo de Verdun ", anotaba Falkenhayn con cierta ironía. Según la apreciación del capitán Von Brandis , destacado en el fuerte recién capturado, había en aquellos instantes una completa ausencia de franceses en el sector de Douaumont-Sonville-Tavannes, y así se lo comunicó al estado mayor del V ejército; de hecho, el Kronprinz más tarde se lamentó amargamente de que las reservas previstas para explotar estos primeros triunfos sufrieran un importante retraso. Con todo, el inesperado revés obligó a los franceses a organizar una defensa atrincherada e improvisada en toda la planicie amesetada de Douaumont, con un terrible coste en las semanas venideras.

Incluso después de constarse la virulencia del asalto alemán, Joffre seguía dudando de la trascendencia última de la acción, pero empezó a tomar contramedidas pidiendo a los ingleses que relevaran al 10º ejército francés para así contar con una reserva, y enviando al general Castelnau a la zona como su representante autorizado para tratar de poner orden en la confusión allí reinante. Una vez en el lugar, organizó los primeros refuerzos y despachó con Langle de Cary tomando la resolución de entregar el mando directo del saliente al jefe del 2º ejército, Henri P. Petain con un claro cometido: resistir a toda costa. No habría evacuación en ningún caso.

FOTOS. EL FUERTE DE DOUAUMONT EN VISTA AEREA, ANTES Y DESPUES DE LA BATALLA.

Petain, de 60 años, había ascendido meteóricamente desde 1914, destacando como un sobresaliente táctico con sangre fría, y conocido en su faceta privada por su gran afición a la vida alegre, especialmente las mujeres. Tomó posesión a las 0.00 horas del 26 de febrero ( diagnosticado de neumonía y afectado por la fiebre, contraída en su precipitado e incómodo viaje ) e inmediatamente procedió a imponer disciplina a las tropas confundidas y a establecer una nueva barrera defensiva cuyos lugares pronto alcanzarían un renombre sanguinario: el macizo de Aumiers, Thiaumont, la meseta de Douaumont y fuerte Vaux. En particular emplazó con urgencia cantidades significativas del nuevo cañón de 155 mm ( llamado "Schneider" por su inventor de origen alsaciano ) para devolver los golpes artilleros cuanto antes, a la vez que desplegaba a partir del 27 del mes 13 baterías en la margen izquierda del Mosa para hostigar de flanco a los alemanes que habían conseguido aproximarse a 9 kilómetros del centro de Verdun. También Petain hubo de dar repuesta al acuciante problema de las vías de transporte. Casi todas ellas habían resultado gravemente afectadas por los bombardeos: railes, puentes y carreteras . Los principales ferrocarriles de la región estaban bajo el control de los alemanes desde el verano de 1914 (de hecho procedieron a ampliarlos construyendo nuevos enlaces en vísperas de su ofensiva), y en definitiva la única arteria disponible para garantizar los recursos indispensables para sostener una batalla de gran estilo, tal como ya se estaba presentando la categoría de la pugna por Verdun, era la carretera secundaria que la unía a Bar-le-Duc, a 45 kilómetros al sur. Fue preciso repararla y ensancharla a toda prisa, convirtiéndose en el pulmón francés de Verdun bajo el posterior nombre de la " Vía Sagrada ". De promedio diario transitarían por ella 6.000 camiones y vehículos, que en la ida portaban miles de toneladas de pertrechos y soldados de refresco, y a la vuelta retiraban las enormes cantidades de heridos que se acumulaban en precario.

Esta inopinada capacidad de reacción sorprendió a la jefatura alemana; una semana después del inicio de la confrontación contabilizaban 25.000 bajas propias y el ministro de la guerra Wild von Hohenborn recogía las primeras dudas: " Falkenhayn esta muy nervioso a causa de las comprobadas y elevadas perdidas que hemos sufrido ". El 28 de febrero se convocó una reunión entre el Kronprinz y el jefe del OHL en la que el primero sostuvo que eran precisos nuevos refuerzos: "no gota a gota, sino a gran escala ". También era una preocupación la amenaza que representaba el espolón que formaban las posiciones al oeste del Mosa, que los franceses estaban aprovechando para contrabatir la artillería alemana, ahora que la toma de Verdun se retrasaba. Por ello se le ordenó al 5º ejército, tras una pequeña pausa a primeros de marzo, que extendiera los asaltos a la margen izquierda del río simultáneamente a la reanudación del empuje en la margen derecha. A partir del 6 de marzo se repitieron las desesperadas cargas plagadas de heroísmo. Petain ordenó mantenerse a cualquier precio en la cota 304 y en la colina de Mort-Homme y el cercano bosque de Corbeaux, donde en unas horas se habían rendido 1.200 soldados , tratando de evitar que los germanos lograran ventaja al dominar los altos. Se adoptaron medidas draconianas, como la amenaza del general De Bazelaire de disparar sobre cualquier unidad propia que tratara de retirarse. El 20 de marzo en el extremo oeste la margen izquierda, en Avoncourt, la traición de algunos desertores propició una victoria parcial alemana que costó a los franceses 3.000 prisioneros, pero la 11º división bávara de Von Kneusel que había protagonizado el afortunado golpe de mano, fracasó en un ulterior intento de aprovechar su ventaja padeciendo graves pérdidas.
MAPA. SE AMPLIA LA OFENSIVA GERMANA A LA MÁRGEN IZQUIERDA DEL MOSA DESDE EL 6 DE MARZO DE 1916

El fuerte de Vaux fue blanco predilecto y atrajo una cascada de fuego alemán quedando virtualmente acribillado y con los terrenos circundantes reducidos a un paisaje lunar de socavones. La aldea de igual nombre cambiaría de manos 13 veces a lo largo del mes de marzo en un implacable forcejeo. Arremetidas y defensas igualmente enconadas, repletas de prodigios de valor y sobre todo de un enorme sacrificio se sucedieron en las semanas siguientes, elevando el cómputo de bajas a 90.000 francesas y 82.000 alemanas a primeros de abril, sin que hubiese apenas cambios en la configuración del frente, clavado en torno a Mort-Homme, Douaumont y Vaux. Los franceses también resistían en el aire, tratando de arrebatar la supremacía de los cielos a sus contrapartes, entre los que descollaba uno de los primeros ases de naciente aviación bélica: Oswald Boelcke. 

AMPLIACIÓN EN VIDEO: LA BATALLA DE VERDUN



Nuevamente, los juicios de Von Hohenborn ilustran sobre el dilema en el que se debatían los jefes alemanes ¿ debían continuar o parar ?: " Todo discurre lentamente en Verdun ¡ desafortunadamente! Knobelsdorf esta acabado y las tropas están consumidas. En las deliberaciones con Falkenhayn, cuando alguien solicita hacer una pausa, yo proclamo: ¡ No ! Este asunto tiene que resolverse, aunque por supuesto no debe convertirse en otro Ypres".

Las vacilaciones fueron desestimadas y más unidades fueron destinadas a ser consumidas en la vorágine. Ahora eran divisiones completas las que en el plazo de días quedaban completamente destrozadas: alguna de ellas sufrió hasta 11.000 bajas ( respecto a los 15.000 hombres originales ), aunque la disciplina prusiana hacia que arrostrasen al enemigo sin dudar.

El escenario no estaba evolucionando según las predicciones de Falkenhayn; no tenía Verdun ni estaba logrando el desgaste superior de los franceses porque el de sus propias filas estaba siendo desmesurado. Por aquellas mismas fechas, en el campo francés se habían producido importantes relevos. Joffre, molesto por las constantes peticiones de refuerzos de Petain, el intento (fracasado) de éste para conservar más piezas de artillería que Joffre destinó a la inminente batalla del Somme, y la impaciencia del comandante en jefe francés y de algunos políticos por lo que consideraban tácticas excesivamente defensivas de Petain finalmente forzaron su cambio de destino el 30 de abril, eso si, con una cautelosa "patada hacia arriba", una promoción al mando de el Grupo de Ejércitos Centro. El cambio de liderato en el 2º ejército francés en Verdún halló traducción en nuevos aires agresivos. Se acabó la “obsesión” defensiva de Petain y se sustituyó por el voluntarismo entusiasta de su sustituto, Robert Nivelle, hasta entonces jefe del III cuerpo de ejército. Hacia el 1 de mayo de 1916 el 2º ejército contaba con 540.000 hombres subdivididos en siete cuerpos de ejército. Aunque el empuje del adversario continuaba en la margen izquierda del Mosa, Nivelle se preparó para recuperar fuerte Douaumont, y desde el 17 de mayo ordenó bombardeos intensivos sobre él, siguiendo el principio establecido el año anterior: “la artillería destruye, la infantería ocupa”. Entretanto, los alemanes habían sufrido un grave percance en el interior del fuerte, el 8 de mayo, cuando un incendio en su interior y las explosiones sucesivas de diversa munición almacenada en una de las casamatas provocaron nada menos 700 muertos y 1.800 heridos.

El general Mangin, un áspero veterano de las luchas coloniales, era ahora el lugarteniente de Nivelle y el encargado de poner en práctica la reconquista de Douaumont.

17.8.07

CARACTERIZACIÓN DE LAS TRINCHERAS: LAS INCIDENCIAS COTIDIANAS


DIAGRAMA. MUESTRA DE SECCIÓN DE TRINCHERAS MODELICAS.

En comentarios precedentes se han insinuado algunas de las razones que condujeron a la estabilización de los frentes, especialmente en el oeste: la proliferación y potencia de las armas de tiro rápido tanto pesadas como ligeras que, entre otras cosas, condujo a la perdida de movilidad en los escenarios de combate por la anulación de la caballería como factor de choque y penetración; y la existencia de ingentes masas de infantería, transportadas por ferrocarril allí donde la exploración ( también muy potenciada por la introducción de la vigilancia aérea ) indicaba la presencia de una amenaza, lo que disminuía la posibilidad de encontrar espacios desguarnecidos. La gran respuesta defensiva fue la aplicación sistemática de la trinchera. Formadas al comienzo por meras zanjas excavadas en la tierra o la roca, los depósitos extraídos servían para elevar toscos parapetos. Con el tiempo ese material suelto fue introducido en sacos terreros para darle mas consistencia ante la lluvia y las explosiones, las zanjas fueron forradas con tablones de madera para darles solidez evitando los derrumbes de barro y se añadieron refugios de hormigón, blocaos y pequeños fortines. Frente a ellas se erigieron densas barreras de alambre de espino para dificultar la progresión de los infantes enemigos.

El empleo de trincheras, especialmente en los asedios, era una práctica habitual desde la antigüedad revitalizada en el siglo XVI por la introducción de las armas de fuego y la necesidad de cubrirse ante ellas. En algunos de los conflictos de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX recobraron plena vigencia ( guerra de secesión americana, guerra ruso-japonesa, guerras balcánicas ), donde demostraron ser un medio eficaz para resguardarse del cada vez mas demoledor potencial de fuego ametrallador, en el duelo por posiciones estáticas tales como ciudades o fuertes, donde los expuestos y sobresalientes muros perdían todo valor y lo ganaban los puestos subterráneos. FOTO. UN FRANCOTIRADOR ALEMÁN EN UNA TRINCHERA.

La vida cotidiana en ellas durante 1914-1918 no era fácil. La proliferación de ratas entre los detritus y los cadáveres insepultos de hombres y bestias eran un problema de salubridad y repugnancia, pero enemigos más diminutos, los piojos, suponían incluso un riesgo mayor de enfermedades. La incomodidad podía ser máxima en los periodos lluviosos o gélidos, provocando síndromes varios como la congelación o el " pie de trinchera " al tener que permanecer largos periodos de tiempo en zanjas anegadas y expuestas a los elementos. A pesar de todo, la trinchera suponía un importante elemento de salvaguarda de la vida humana, y se hicieron esfuerzos por mejorar su salubridad y comodidad, edificando sistemas de drenaje, refugios, letrinas, recogida de desperdicios, etc.




Al prolongarse el tiempo de permanencia, mas complejas y consolidadas se volvían en su diseño, imponiendo una rutina de construcción de trincheras de comunicación, relevos, abastecimientos y reparaciones cada vez mas centradas en las horas nocturnas, para escapar del escrutinio de la aviación enemiga o del fuego de hostigamiento. En la Primera Guerra Mundial la lucha no cesaba ni en invierno ni durante la noche, sino que se prolongaba continuamente. Los frecuentes asaltos nocturnos servían para mantener la tensión entre las pausas que seguían a las grandes ofensivas o en los sectores "tranquilos", reafirmando el espíritu combatiente de los hombres y la supremacía sobre la "tierra de nadie" que se extendía cientos de metros ( o discurría a solo decenas, según los casos ) entre las alambradas de los contendientes. Lo resumía más tarde un veterano inglés, Vicent Weeks: "con su barro, su fango y sus bichos, con sus patrullas en la tierra de nadie, con el reparto de raciones todas las noches. Grupos de trabajo y de entierro, con víctimas permanentes provocadas por proyectiles, bombas, minas y francotiradores, incursiones y pequeños ataques, con sus horas de frío y humedad, de aburrimiento e incomodidad, compuestas por minutos de peligro mortal ".

FOTO 1. MASAJES PARA PREVENIR EL PIE DE TRINCHERA. FOTO 2. UNA TRINCHERA ANEGADA
Se podían dividir las trincheras en tres complejos: el del frente, que constituía la línea de combate propiamente dicha, donde la exposición al peligro era máxima; el de apoyo ( segunda línea ); y el de reserva ( tercera línea ). Durante sus periodos de servicio, las unidades iba rotando en turno por cada uno de ellos. Incluso, como reflexionaba un participante, Stuart Cloete, esa división en tercios se podía extrapolar a la retaguardia dividiéndola a su vez en 3 franjas: "( todas las trincheras fortificadas ), donde únicamente se encontraban los hombres que combatían ; la siguiente zona era la casi inmune al bombardeo, donde estaban los servicios del Ejército, los centros de atención a los heridos, los establos para los caballos, y probablemente el armamento pesado. También había algunos civiles y se podía comprar vino, comida y mujeres (...); y por último, las áreas más alejadas del frente, cuyos habitantes eran ancianos, niños y mujeres virtuosas. Podía decirse que la situación era igual en el bando alemán."


El luego famoso mariscal Erwin Rommel, siendo en enero de 1915 un joven "leutnant" ( teniente ) de 23 años al frente de la 9ª compañía destacada en el bosque de Argonne, describía las condiciones de vida en los improvisados alojamientos en primera línea: " El refugio de mando que compartía con un jefe de sección tenía un metro y medio de alto y contenía una mesa y un catre hechos de listones de haya atados con alambre y bramante. Las paredes eran de tierra desnuda y caían hilillos de agua constantemente (...) a través del techo, que estaba hecho con dos capas de troncos de roble y una fina capa de tierra (...) Para estorbar nuestras partidas de trabajo, el enemigo nos rociaba frecuentemente con fuego de armas cortas, Desagradable como era esto, detestábamos los ´Rastch-Bumms´ más aun debido al corto intervalo de tiempo entre su descarga y el impacto"




Como muestra de las disposiciones de régimen interno vigente en las trincheras puede servir el documento 2662 del "War Office" británico establecía el “Reglamento de Trincheras del Batallón de Infantería”, en el cual se estipulaba la obligatoriedad de portar el equipo noche y día, mantener los visores de los fusiles siempre montados “debido a la cercanía de las trincheras enemigas”, y asegurarse de que los disparos se realizaran rasantes y no altos, porque la propensión era a efectuar 90 altos por cada rasante, que era los que aseguraban blancos incluso de rebote. Esa primera desproporción natural de los bisoños se debía a que los disparos rasantes exigían exponerse mucho más…
 

También aparecen normas de construcción, como la del espesor de los parapetos que “ no debía ser de menos de metro y medio (…) para que realmente proteja de las balas

El artículo 33º contenía un macabro recordatorio: mencionaba la obligatoriedad de enterrar los cadáveres a más de 300 metros de las posiciones, lo cual muchas veces era imposible de cumplir con aquellos que habían perecido en la “tierra de nadie”, puesto que los francotiradores bloqueaban su recuperación.





CUADRO. COMPOSICIÓN HABITUAL DE UN REGIMIENTO ALEMÁN DEL FRENTE

1 Regimiento = 3 batallones

1 Batallón incluye:

- Plana Mayor

- 3 Compañías de infantería ( cada una de ellas reunía 252 hombres distribuidos en 3 secciones; cada sección tenía 84 hombres divididos en 4 pelotones de 18 hombres cada uno. Finalmente un pelotón se formaba con dos "gruppe" (equivalente a una escuadra) de 1 cabo y 8 soldados cada uno.)

-1 Compañía de ametralladoras ( dotada con 6-12 maquinas modelo MG-08, cuyo cuerpo pesaba 25 kg, y 63 kg en total incluyendo el soporte y el refrigerador )

- 1 Destacamento de morteros ( los "minenwerfer", modelo ligero de 76 mm, alimentado con proyectiles de 4,60 kg y alcance de 1.050 metros )

- 1 Destacamento de transmisiones ( dotado con 8 lámparas que usaban baterías eléctricas)