1.11.19

EL CÁUCASO BAJO EL PROTECTORADO DE LAS POTENCIAS CENTRALES

En el tratado de paz entre la Rusia bolchevique y lasPotencias Centrales rubricado en Brest-Litovsk se contemplaba explícitamente la retirada rusa del Cáucaso. La república federal de Transcaucasia, aque agrupaba los territorios de Georgia, la Armenia del lago Sevan y Azerbayán fue proclamada el 22 de abril de 1918, con capital en Tiflis.

Los tempranos desacuerdos entre georgianos, armenios y azerbayanos llevaron a su rápida disolución, aunque en términos inicialmente  pacíficos. Así, el 26 de mayo fue proclamada la república democrática de Georgia. Se instauró en ella un gobierno menchevique con el presidente Noe Ramishvili, reconocido por las Potencias Centrales y el vecino Azerbayán. La Legión Georgiana sirvió de base al nuevo ejército nacional. El nuevo país incluso declaró la guerra a los Aliados. No obstante sus perspectivas se enturbiaron por las pretensiones encontradas de los turcos y los alemanes sobre la zona.

                                             FOTO. NOE RAMISHVILI, PRESIDENTE DE GEORGIA EN 1918

Se despachó un cuerpo expedicionario germano a Georgia que partió desde Crimea, llegando al puerto de Poti el 2 de junio de 1918. Estaba dirigido por el general Von Kresstein, con tres regimientos y destacamentos especialistas de morteros, ametralladoras y transmisiones, e incluso el 28º destacamento aéreo, en total 5.264 hombres. A ellos se añadieron unos cientos de alemanes étnicos del territorio que formaron una agrupación paramilitar de auxiliares. Este cuerpo fue distribuido en Tiflis, Poti, Ochamchire, Kutaisi y Borchalo.

El ejército georgiano de 15.000 hombres estaba ahora bajo la dirección de Giorgi Kvnitadze. Fue situado en las fronteras con Armenia, que era simpatizante de los Aliados, y en los confines con Turquía, en Batumi y Ardahan. Menudearon los incidentes con el 3º ejército turco desde junio, con saqueos de aldeas como Okham o Mirashkhan a manos de la caballería auxiliar kurda. Más trascendental fue el avance de la 5º división de infantería turca que entró en Bogdanovka y Bakurian. La 9º división de infantería turca libró un combate más serio en Vorontosovka, que incluyó la captura de un puñado de soldados alemanes, lo que obligó al primer ministro turco Enver a acudir en persona a Batumi para apaciguar la situación. Los límites de Georgia fueron  reconocidos, incluyendo Batumi y Ardahan. A cambió Turquía veía aumentada su participación económica en Azerbayán y el proyecto de un ferrocarril Tiflis-Bakú.

Durante el resto del año 1918 las tareas del ejército georgiano se circunscribieron a patrullar las fronteras para ahuyentar a las bandas de rusos blancos y a los bolcheviques comunistas, que alentaron revueltas en Zugdidi y Abjasia, sofocadas con ayuda alemana. El 6 de julio fue pacificada Sochi, y el día 27 de julio el puerto de Tuapse. Entrado el otoño los armenios desafiaron el 18 de cotubre el control georgiano de las comarcas de Lori y Akhalkali, con presencia de minorías armenias. Dos trenes blindados y 250 hombres fueron suficientes para repeler la incursión, aunque esta se repitió el 23 de octubre en el poblado de Karinj, con resultados igualmente infructuosos para los armenios. El 10 de noviembre sde 1918 e firmó un precario alto el fuego entre ambas partes, que sería rotos pocas semanas después de finalizar la Guerra Mundial.

La situación creada por Brest Litvosk respecto a Armenia fue bastante compleja. Por una parte reconocía la entrega de Kars a los turcos. Las guarniciones de rebeldes armenios que habían apoyado en su momento al ejército ruso quedaron libradas a su suerte: después de tres semanas de asedio que costó la vida a 1.000 turcos y 500 armenios, el 29 de marzo de 1918 Erzurum fue evacuada por los armenios.

Milicias armenias en Batumi fueron vencidas el 11 de abril, dejando tras de si importantes arsenales que habían pertenecido al ejército zarista, como 250 cañones y muchos vehículos. Por esos días, más al este, en Macu se encontraron tropas del 3º ejército turco y fuerzas persas que tomaron represalias contra los habitantes armenios.

Finalmente las tropas turcas llegaron a Kars, protegida por 5.000 armenios, que terminaron pactando una retirada el 25 de abril. La desmoralización estaba cundiendo entre ellos, porque habían dispuesto de los depósitos del ejército ruso con cientos de cañones, 2.500 fusiles y abundantes raciones alimenticias.

                                                      FOTO. EL GENERAL ANDRANIK  T.  OZONIAN

En núcleo aislado de Van fue recuperado por los turcos el 3 de mayo de 1918. Sin embargo, estos sufrieron un grave contratiempo en Sardarabad entre el 21 y el 27 de mayo, teniendo que retroceder hasta la margen occidental del río Aras. Al día siguiente fue proclamada la República Democrática Armenia, con el presidente Hovhannes Kajaznuni, que procedió a buscar el patrocinio de los Aliados. No obstante en Nagorno Karabaj surgió otro poder armenio bajo el mando del general Andranik Ozanian con 5.000 hombres, disconformes con el tratado de Batumi firmado por la República de Armenia con el imperio turco. Procedió a establecer lazos con la Rusia bolchevique, configurando la República Montañesa Armenia.


27.10.19

CONTINUA LA OFENSIVA DE LOS 100 DÍAS: MOSA-ARGONNE



Una vez completada la reducción del saliente de Saint Mihiel los norteamericanos centraron su atención en la vecina región del Argonne para disponer un ataque orientado hacia Sedán y el ferrocarril que abastecía a los alemanes de la zona. Mientras el 1º ejército norteamericano hacía sus preparativos, varias acciones de diversión fueron ejecutadas para tratar de desorientar al Alto Mando Alemán, haciéndole creer que el siguiente movimiento estaría dirigido contra Metz o el sur de Alsacia.

El Argonne estaba custodiado por divisiones incompletas del III y V ejércitos alemanes pertenecientes al Grupo de Ejércitos de Gallwitz. El terreno abrupto, en cambio, las favorecía en su papel defensivo. Las fortificaciones, después de cuatro años de ocupación, estaban bien diseñadas aunque su mantenimiento no había sido concienzudo al ser hasta entonces un segmento relativamente tranquilo. Justo detrás se alzaban tres barreras inacabadas: la Ekkehard, Giselher y el tramo oriental de la línea Hunding: la Kriemhild (Crimilda), totalizando 16 kilómetros de profundidad.

La línea Hunding había sido originalmente ideada para contener posibles acciones francesas contra el flanco sur del saliente de Noyon y los parajes de la Champaña. La parte más occidental de la línea fue individualizada con el nombre de Brunhild (Brunilda) y la más oriental, que recorría Champaña y el Argonne, como Kriemhild (Crimilda). Sus trabajos se iniciaron en marzo de 1917, a un ritmo lento en comparación con los emprendidos en las líneas más septentrionales de Flandes, Wotan y Sigfrido, puesto que se percibía al ejército francés como menos amenazador y porque el terreno boscoso y de colinas ofrecía de manera natural más abrigo a las tropas alemanas.


                      FOTO. FACHADA DE UNO DE LOS BUNKERS ALEMANES QUE PROTEGÍAN LA LÍNEA KRIEMHILD (CRIMILDA)

La llamada ofensiva del Mosa-Argonne dio comienzo el 26 de septiembre cuando el 1º ejército norteamericano, secundado por algunas unidades francesas, atacó a lo largo de 30 kilómetros desde Forges hasta el bosque de Argonne. El asalto fue frenado en seco por los defensores alemanes, que infligieron fuertes pérdidas al 1º ejército, pero los norteamericanos  hicieron valer  su ventaja numérica e insistieron en sus actuaciones. Los carros ligeros FT Renault fueron utilizados pródigamente, tanto los de los batallones norteamericanos 343º y 345º como los carros de tres batallones franceses de apoyo. Hacia el 3 de octubre finalizó la primera fase de la operación.

Tras tres semanas de cruenta lucha el 1º ejército de Hunter Liggert alcanzó por fin la línea Kriemhild, con un tiempo cada vez más tormentoso, el 14 de octubre. Sobre las alturas de Romagne, sobre la que pasaba la línea Kriemhild convergieron tres divisiones estadounidenses. El punto más sólido estaba en el vértice Dame Marie, una cresta asegurada por reductos que contenían cientos de ametralladoras, apoyados por artillería. La penetración, planeada como un envolvimiento doble acompañado por un ataque frontal de diversión por el centro, se alargó durante cuatro durísimos días de enfrentamientos, con pérdidas importantes para todos los contendientes. Los alemanes terminaron cediendo y se retiraron en demanda de la proyectada pero casi inexistente línea Freya.

Mientras el 2º ejército de Robert E. Brullard empujaba hacia el noreste entre el Mosa y el Mosela. De nuevo la llegada de refuerzos alemanes ralentizó los progresos y hacia el 31 de octubre concluyó la segunda fase de la operación. Tras un descanso, una tercera fase se pondría en marcha en noviembre.

8.9.19

INCERTIDUMBRE Y DESESPERACIÓN EN BERLÍN: EL GOBIERNO DEL PRÍNCIPE MAX VON BADEN (II PARTE)


¿ Qué postura adoptaban los principales dirigentes de los Aliados? Foch y Clemenceau se citaron el 16 de octubre. Ambos pensaban que el debilitamiento de la fuerza de Francia se agudizaría si la guerra se alargaba, y en consecuencia esto dañaría la posición del gobierno francés en la mesa de negociaciones. No obstante, creían que era una buena idea mantener las duras exigencias de Foch aprovechando el marasmo que mostraban las Potencias Centrales.

El gabinete de Lloyd George fue informado por Haig el día 19 de octubre de que las dificultades logísticas y la aproximación del invierno hacían necesario garantizar el armisticio incluso suavizando las condiciones. Los políticos británicos se mostraron receptivos al punto de vista de Haig, entre otras cosas porque pensaban que prolongar la lucha solo fortalecería la postura norteamericana en las negociaciones de paz.

En Alemania, en cambio, las acentuadas diferencias de opinión entre los ministros y consejeros aumentaron la sensación de incertidumbre y vacilación. Von Baden replicó afablemente a la nota del 14 de octubre del presidente Wilson, prometiendo poner fin a los ataques submarinos contra buques de pasaje. Asimismo reafirmaba su vocación parlamentaria, lo que debía (a juicio ingenuo de los liberales y socialdemócratas alemanes) facilitar el camino a una paz justa.

Sin embargo el Alto Mando  no aceptaba la concesión de suspender la guerra submarina. Hindenburg además añadió el 20 de octubre que si esta negativa producía la ruptura de las conversaciones, el gobierno “debía tener claro la necesidad de luchar por nuestro honor hasta el último hombre”.  

A partir de este momento, las responsabilidades por lo acaecido en Alemania hasta el 11 de noviembre de 1918 se abren a diferentes interpretaciones. Hay quien considera que el OHL quiso marcar distancias con el gobierno civil tras haberlo obligado a negociar, intentando endosarle la responsabilidad de la derrota inminente. 

El estado difícil del ejército es evidente a partir de lo que recogió en sus memorias el canciller a partir de su correspondencia con el príncipe Ruperto: “Nuestras tropas están agotadas (…) en general la infantería de una división puede ser considerada equivalente a uno o dos batallones, y en ciertos casos solamente equivalentes a dos o tres compañías (…) en ciertos ejércitos, el 50% de los cañones carecen de tiros de caballos. La moral de las tropas ha sufrido seriamente y su poder de resistencia disminuye diariamente. Se rinden en hordas, ante cualquier ataque enemigo y miles de saqueadores infestan los distritos alrededor de las bases. No tenemos más líneas preparadas, y no se pueden excavar más. Hay escasez de combustible para los camiones, y cuando los austríacos cedan, y no consigamos más petroleo de Rumanía, en dos meses se detendrá nuestra aviación”. Pero no esta nada claro que Max von Baden recibiera las mismas respuestas pesimistas de todos los comandantes de grupos de ejército,  ejércitos y cuerpos de ejército.

Lo que fue evidente es que el divorcio entre el nuevo gobierno y el OHL llegó a su punto de ruptura a partir de segunda quincena de octubre de 1918.

Apoyado por los distintos ministros en la cancelación de la guerra submarina, Max von Baden amagó con dimitir para forzar al káiser a respaldar la cláusula que prometía poner fin a la campaña de los sumergibles en la respuesta a Wilson. Hindenburg y Ludendorff retuvieron el borrador y se distanciaron políticamente de la medida. Sin embargo, fue el mensaje fue enviado  a pesar de esta oposición.

La tercera nota de Wilson llegó el 23 de octubre y tuvo el efecto de una bomba. Afirmaba que los gobiernos Aliados acordarían un armisticio, pero con la condición inexcusable de no reanudar las hostilidades. Luego llegaba la exigencia explosiva: el rechazo a las autoridades militares y monárquicas alemanas, “El gobierno de EE.UU no puede sino tratar con los verdaderos representantes del pueblo alemán (…) si se debe tratar con los jefes militares y los autócratas monárquicos de Alemania (…) será exigida no la negociación de paz, sino la rendición

Por tanto, aparecía una nueva condición a las claras: la abdicación del káiser y la subordinación del ejército al nuevo poder civil. Naturalmente hacer semejante cambio en pleno conflicto bélico suponía anular la capacidad de lucha de Alemania. El coronel Haeften, comisionado del OHL ante el ministerio de exteriores explicó por teléfono las demandas de Wilson a Ludendorff y los otros líderes del Alto Mando que permanecían en el cuartel general de Spa. Fueron rechazadas de plano. Ludendorff clamó pidiendo el final de las negociaciones con Wilson y combatir a toda costa. Fue secundado por Hindenburg, que telegrafió al canciller.


Pero no fueron los únicos en pronunciarse. Aparentemente, el príncipe Ruperto habría comunicado a Max von Baden que Ludendorff no asumía la gravedad de la situación y “Debemos asegurar la paz a toda costa antes de que las fuerzas enemigas entren en Alemania”. 
                                           FOTO. EL BARÓN KURT VON LERSNER


El barón Kurt von Lersner habló todavía más claramente. Era el enlace entre el ministerio de exteriores y la cancillería ante el OHL. Dijo que la situación era mucho peor que tres semanas antes y dio a entender que el Heer aceptaría la destitución de Ludendorff, hasta entonces una figura incuestionable.

6.9.19

LA DESINTEGRACIÓN DE AUSTRIA-HUNGRÍA. VITTORIO VENETO.

Ya desde 1917 la situación política interna de Austria-Hungría se había complicado seriamente. El jefe del Partido Nacional  Checo, Kramar, había sido arrestado por traición, aunque fue amnistiado poco después. Sin embargo las demandas crecientes de mayor autonomía estaban cada vez más extendidas entre los círculos políticos de las diferentes nacionalidades de la monarquía habsburguesa. Y algunos, como Kramar en Bohemia, Markov en Galitzia o Trumbic en Croacia, que proponían ir más lejos aumentaban el número de seguidores, en parte aprovechando que la suspensión del parlamento austríaco. Los polacos, impactados por la declaración de independencia de Ucrania auspiciada por los alemanes también se incorporaron a la corriente reivindicativa.
                                                   FOTO. KAREL KRAMAR, LIDER NACIONALISTA CHECO, A LA IZQUIERDA.

En Francia y Gran Bretaña, el principal líder nacionalista checo, Thomas Masaryk, huido desde 1915 de su país, se mantenía activo a través del Consejo Nacional Checo fundado en1916 realizando varios viajes a Rusia para promover la Legión Checa. Aunque su labor tuvo un eco limitado, fue muy publicitada por los Aliados.

A principios de 1918 había indicios de desmoralización en la flota austrohúngara: en la base de Cattaro se produjo un motín a bordo de los cruceros acorazados Sankt George, Kaiser Karl VI y los acorazados predreadnought Kronprinz E. Rudolph y Kaiser Franz Joseph I. Fue sofocado dos días después gracias a la fidelidad de los tripulantes de los cruceros ligeros y destructores presentes en el puerto.No obstante, provocó la alarma de las autoridades, y el relevo del almirante Njegovan el 27 de febrero como Flottenkommandant en favor de M. Horthy, promovido al rango de contralmirante.

Mientras seguía la agitación separatista. Los acuerdos de Pittsburg fueron suscritos el 30 de junio de 1918 entre Masaryck y varios delegados eslovacos. otorgaban a la lengua de estos  rango oficial en el futuro estado y sería impartida en la enseñanza. En la misma Praga se formó una delegación interior del Consejo Nacional de Checoslovaquia en el mes de julio.  Los británicos reconocieron al Consejo Nacional como un interlocutor oficial el 9 de agosto.

La retirada de Albania con orden fue organizada por Pflanzer-Baltin tras el armisticio búlgaro a finales de septiembre, aunque no fue consensuada con Berlín.

 Ante el marasmo creciente y las vacilaciones aparecidas en su socio alemán, el 4 de octubre Carlos envió un mensaje al presidente Wilson, advirtiendo previamente a Berlín. La respuesta fue la insistencia de Washington en los derechos de checos y eslovacos. El día 14 de octubre se había reunido un gobierno provisional checo. Una semana después hasta los austriacos alemanes convocaron un debate sobre la nueva estructura política. El 6 de octubre un gobierno provisional  reunido en Agram (Zagreb) proclamó el estado yugoslavo. Carlos intentó reconducir la situación declarando el establecimiento de un imperio federal a mediados de mes; entretanto permanecía en Hungría intentando asegurarse apoyos. Las tropas del Honved del frente italiano se retiraron de sus posiciones, con el argumento de defender el suelo del reino húngaro. Los regimientos alpinos que debían reemplazarlos desertaron, lo que ahondó la desmoralización. El 20 de octubre Wilson dio un paso adelante y sustituyó la reclamación de simple autonomía  para las nacionalidades por la exigencia de independencia, pretextando que Estados Unidos había contraído obligaciones con las reivindicaciones de todos los pueblos eslavos del imperio austrohúngaro. En Fiume estalló el día 23 una revuelta de las tropas croatas de la guarnición que todavía pudo ser reprimido.

Los italianos habían pensado originalmente, en vista del agotamiento de los recursos propios y las divisiones sociales y políticas cada vez más profundas, en reanudar su ofensiva en 1919. Cambiaron de opinión ante los avances de sus socios en Macedonia y las noticias del caos creciente dentro de Austria-Hungría.

La ofensiva definitiva  contra las tropas de Boroevic en el Véneto planeada por Armando Díaz empezó el 24 de octubre. El plan preveía un movimiento en pinza sobre el 6º ejército austrohúngaro, con la participación del 8º ejército italiano en el Piave, y del 4º ejército sobre monte Grappa más al oeste. Otros tres ejércitos italianos, el 10º. el 6º y el 12º, reforzados con divisiones francesas e inglesas deberían apoyar la acción. Paradójicamente fueron estos los que conseguirían la ruptura. Las primeras cabezas de puente las estableció el 8º ejército en la noche del 23 al 24 de octubre, pero hasta el día 26 no pudieron afirmarse. Los asaltos del 4º ejército en monte Grappa fueron rechazados firmemente. A pesar de la incertidumbre que reinaba en su patria, la mayoría de los soldados austrohúngaros todavía mantuvo la disciplina unas horas. Sin embargo el 10º ejército italiano y sus divisiones británicas si que lograron afirmarse en la orilla oriental del Piave: a partir del día 28 de octubre empezó un cruce masivo aunque la resistencia austrohúngara  se mantuvo un tiempo en torno a las fortificaciones de Feltre y Fonzaso. A partir del día 29 de octubre los regimientos eslavos se negaron a seguir combatiendo, a medida que se iban extendiendo las noticias de la declaración de independencia de Checoslovaquia y la de los croatas y eslovenos.


El 25 de octubre Michael Karoly estableció el Consejo Nacional  Húngaro en Budapest preparando abiertamente su divorcio respecto a Austria. Enterados de la orden de retirada del ejército húngaro en Italia, los miembros del Consejo Nacional de Checoslovaquia dieron un ultimátum a los funcionarios austriacos del castillo de Hradcany  al tiempo que se hacía con el control de las calles. Max von Cordenhove, gobernador de Bohemia aceptó la existencia del estado checoslovaco el 29 de octubre y también la retirada de funcionarios y militares de la anterior administración. Inmediatamente después fue arrestado por los checos, eso sí, muy protocoláriamente. A la vez, en Turciansky Svaty el Consejo Nacional Eslovaco se incorporó a esa entidad estatal (aunque prudentemente dejando la puerta abierta a una autodeterminación eslovaca). También ese mismo día y contando con el visto bueno de Serbia se proclamó en Agram que Croacia y Dalmacia  formaban parte desde ese instante de un estado nacional y soberano de eslovenos, croatas y serbios. En la ciudad eslovena de Laibach (Liubliana) y en la capital de Bosnia, Sarajevo se emitieron declaraciones en el mismo sentido: todas estas zonas quedarían englobadas en el estado de los Eslavos del Sur, Yugoslavia.

El 30 de octubre de 1918  se dieron manifestaciones con participación de socialdemócratas y elementos bolcheviques en la misma Viena llamando a la proclamación de una república. Ante el colapso interno, el emperador Carlos ordenó la transferencia de la flota al Consejo Nacional de los Eslavos del Sur. Los Aliados no reconocieron esta transferencia, y en la primera semana de noviembre capturaron las bases y los navíos. Los comandos navales italianos aprovecharon para dar un golpe de mano en Pola y hundir al acorazado Viribus Unitis.


FOTO. EL GENERAL BOROEVIC, POSANDO PARA UN RETRATO
En las operaciones en torno a Vittorio Véneto, tomada el 29 de octubre  cuando ya estaba negociándose el armisticio en villa Giusti, cerca de Padua, los italianos capturaron a 200.000 soldados austrohúngaros. Boroevic consiguió retirarse en orden hacía Carintia con 80.000 hombres que se habían mantenido fieles. Pero había dejado tras de si  430.000 de sus hombres prisioneros de los Aliados, y 30.000 muertos y heridos. Sacila fue tomada el 1 de noviembre y los italianos reconquistaron Udine al día siguiente, ya cerca de la frontera. Al mismo tiempo en los Alpes el 6º ejército italiano aseguraba la meseta de Asiago abriendo el paso hacia Trento que fue tomada el 3 de noviembre. Los italianos también desembarcaron en Trieste en ese momento. Las pérdidas italianas ascendieron a 38.000 bajas durante esta campaña final.

El 30 de octubre el Comité Nacional Húngaro declaró su plena independencia de Austria y los Habsburgo, y al día siguiente su líder Karolyi fue nombrado presidente, y los miembros del Comité pasaron a ser su gobierno. El conde Tisza, el antiguo presidente y encarnación del compromiso austrohúngaro, fue asesinado en su casa por un grupo de soldados desertores. Contra las esperanzas del nuevo gobierno, la disolución del reino húngaro se puso en marcha en Zagreb y Praga.

El armisticio se ratificó el 3 de noviembre que entró en vigor en la jornada siguiente, cuando aún no habían penetrado las tropas Aliadas en territorio austrohúngaro.

El día 8 de noviembre Borovic envió varios telegramas ofreciéndose para respaldar al gobierno de Viena, aunque solo fuera para utilizar a sus tropas como baza negociadora interna. Pero el emperador Carlos rechazó la oferta, temiendo un derramamiento de sangre. Su declaración final del 11 de noviembre fue la confirmación de la desaparición del K.u.K. la última institución unitaria que se mantuvo firme en la secular monarquía danubiana que ahora llegaba finalmente a su término. El 12 de noviembre la asamblea provisional nombró a Karl Renner canciller de la pequeña república de Austria.

13.8.19

EL IMPERIO TURCO ARROJA LA TOALLA



El armisticio búlgaro del 30 de septiembre tuvo graves repercusiones para los turcos. Tracia Oriental quedaba expuesta a un golpe Aliado, y las comunicaciones con Alemania cortadas haciendo casi imposible la llegada de los insustituibles pertrechos germanos. Los últimos fracasos en Siria, la llegada del nuevo canciller Von Baden y sus tanteos de paz a Wilson, las visibles vacilaciones de Berlín además de la ruptura de la línea Hindenburg en el frente occidental en la primera quincena de octubre, provocaron una seria agitación en el gobierno otomano. El día 8 de octubre dimitía el triunvirato de la CUP unionista ( Enver, Talat y Cemal) que había guiado al país durante toda aquella época turbulenta. Durante una semana se mantuvo un compás de espera ante las dificultades de hallar a un estadista con ánimo para enfrentarse ante tan complicado panorama. Finalmente Ahmed Izzet Pachá, que había dirigido a las tropas en el Cáucaso formó un gobierno cuya finalidad era tratar de llegar a un entendimiento con los Aliados. Para ello decidió emplear como enviado al jefe británico prisionero de mayor grado que se tenía bajo custodia, el general Charles Townshed, el defensor de Kut El Amara. Viajó inmediatamente a Lesbos, donde transmitió la  voluntad turca de acabar la guerra. A continuación se invitó a una delegación a viajar a la cercana isla de Lemnos, al puerto de Mudros, donde estaba una de las bases de la Mediterranean Fleet para entregarle un informe con las condiciones para un alto el fuego. Tras cuatro día de negociaciones se fijaron los términos del acuerdo. 


                                   FOTO. AHMED IZZET PACHÁ

Finalmente el 30 de octubre, a bordo del predreadnought Agamemnon. Las condiciones imponía a los turcos debían abrir los estrechos del Bósforo y los Dardanelos a las flotas Aliadas, entregando los fuertes anexos que tanto se habían resistido en la campaña de 1915. Las fuerzas armadas del imperio debían ser desmovilizadas, y entregarse los efectivos navales. Las redes de comunicación (telégrafo, radio) quedarían bajo control de personal británico y francés designado al efecto. Todos los prisioneros de guerra Aliados tenían que ser liberados, incluyendo a ciudadanos otomanos de origen armenio; en cambio los prisioneros de guerra turcos seguirían retenidos. Una clausula ambigua dejaba abierta la posibilidad abierta a que tropas de los ya virtuales vencedores ocuparan cualquier punto estratégico que considerasen conveniente. Se mencionaban Cilicia y las provincias armenias en particular.

Según lo acordado a las doce del mediodía del 31 de octubre, cesaron las hostilidades en Oriente Medio, Karabaj, Daguestan y el Egeo. En la noche del 1 de noviembre los dimisionarios jefes de los Jóvenes Turcos se trasladaron a un buque alemán para marchar al exilio en Odessa y a continuación a Berlín. Más tarde, Enver partiría al Asia Central donde hallaría la muerte en 1922 combatiendo contra los bolcheviques. Sus otros dos compañeros de triunvirato fueron asesinados por terroristas armenios en esas fechas.

5.8.19

CONTINUA LA OFENSIVA DE LOS 100 DÍAS: COURTRAI

El Grupo de ejércitos de Flandes que reunía 12 divisiones belgas bajo la dirección del rey Alberto, diez británicas del 2º ejército de Plumer, y seis francesas del 6º ejército, sincronizándose con la filosofía de golpear en todo el frente predicada por Foch puso en marcha dando lugar a lo que en ocasiones se ha denominado la V batalla de Ypres. El día 28 de septiembre con buenos auspicios. Fueron capturados todas los terrenos perdidos durante la batalla del Lys en el mes de abril anterior. En tres días la carretera de Menin, las infaustas alturas de  Paschendaele  y otros áreas disputadas durante los cuatro años anteriores cambiaron de manos. Hacia el 1 de octubre los Aliados se establecieron sobre la carretera de Menin a Roulers, totalizando 15 kilómetros de avance. Pero el estiramiento logístico y los barrizales provocados por las lluvias impusieron un alto.
                               MAPA. LA BATALLA DE COURTRAI

Aprovechando la mejoría del tiempo a mediados de octubre, el GAF aprovechó para reanudar el conjunto de acciones iniciadas a finales de septiembre. La nueva campaña fue desplegada a partir desde el 14 de octubre entre Dixmunde y Courtrai, apoyada por incursiones de bombarderos en las carreteras belgas. La ofensiva empezó a las 5.35 horas con un avance desde el río Lys en Comines, apuntando a Dixmunde. La barrera de artillería rodante avanzaba a un ritmo rápido, como todos los movimientos en esta fase. Al atardecer las fuerzas británicas habían alcanzado las alturas que dominaban Menin, rechazando al IV ejército alemán de Armin. Más al norte cayó en sus manos Moorslede. Las unidades belgas moviéndose por el flanco izquierdo entraron en Iseghem. En la vecindad, Roulers pasó a manos francesas el 15 de octubre. Al día siguiente los británicos cruzaron el Lys en varios puntos en torno a Harebelke.

El 17 de octubre las fuerzas británicas entraron en la gran ciudad industrial y minera de Lila y los belgas en el puerto de Ostende sin lucha. La marina alemana evacuó su base de Zeebrugge y la ciudad de Brujas donde los Aliados penetraron el 19 de octubre, al mismo tiempo que en Courtrai. En la jornada siguiente se apostaron finalmente en la frontera holandesa. 

Hacia el 19 de octubre la operación había penetrado 30 kilómetros, capturando 12.000 prisioneros y 550 cañones y morteros. En particular la pérdida de Courtrai provocó más retiradas alemanas en el sur, hasta el punto que el 22 de octubre los ingleses se instalaron a orillas del Escalda, en Valenncienes.

2.6.19

CONTINUA LA OFENSIVA DE LOS 100 DÍAS: BLANC MONT II PARTE


Durante el martes 8 de octubre en el sector encargado al 142º regimiento de la 36º división, la barrera rodante de artillería lanzada por los Aliados empezó cayendo bastante por detrás de las líneas alemanas, en parte para evitar el riesgo de fuego amigo sobre las posiciones adelantadas del regimiento, cuyas ubicaciones exactas eran bastante vagas. Lo malo es que así muchos reductos de ametralladoras alemanas quedaron intactos. Por ello la primera oleada del 142º regimiento tuvo que recurrir a cañones cortos de 37 mm y morteros de trinchera Stokes para limpiar esos obstáculos en lucha de proximidad. Los franceses de la 7º división de infantería (que había relevado en la noche del 7 al 8 de octubre a sus camaradas de la 22º división) encabezaron el empuje hacia la parte norte de St. Etienne y los norteamericanos contra el este y contra el cementerio. El 142º regimiento se desplegó sobre la colina “Blodnitz”, con el apoyo de 25 carros ligeros galos.

En algunos puntos toparon con densos cinturones de alambres de espino circundando sólidas posiciones enemigas que además aprovechaban los robustos muros del cementerio y de algunos edificios del pueblo. Consiguieron enlazar con los soldados franceses en las calles y procedieron a despejarlas coordinamente. Los tanques sufrieron severas pérdidas, en ocasiones por el fuego de fusiles antitanque de 13 mm o el tiro concentrado de las ametralladoras sobre sus visores. Los blindados fueron por tanto de escasa utilidad, además, a causa los escarpes boscosos. 

Aprovechando el dominio de la colina 160, los asaltantes abrieron fuego masivo de ametralladora, mientras la infantería entraba en el cementerio del pueblo llegando a enfrentamientos cuerpo a cuerpo. A la vez una fuerza combinada de marines y franceses presionaba sobre el lugar desde el oeste y el norte de St. Etienne. El 142º regimiento hizo algunos progresos en la carretera St. Etienne-Semide. Pero en apertura de su flanco derecho, donde el regimiento 141º regimiento no había logrado conectar con sus compañeros, se estaba reuniendo amenazadóramente fuerzas alemanas: la 195º división de infantería  y la 14º división de la Reserva. En estas condiciones se hizo inevitable para evitar males mayores un repliegue sobre las laderas de la colina 160 y las casas de St. Etienne. Y muy oportunamente, porque al atardecer elementos de ambas divisiones germanas, apoyadas copiosamente por su artillería, atacaron precisamente ese flanco derecho.


Al oscurecer el panorama era tan delicado que el cuartel general de la 71º brigada norteamericana (que controlaba conjuntamente los regimientos 141º y 142º) se adelantó para supervisar las medidas a tomar, para reagrupar y restablecer la capacidad de combate. Entre otras cosas se decidió que la 2º división norteamericana se dispusiera en la retaguardia para prevenir irrupciones alemanas. Al menos la posesión del cementerio había quedado asegurada. En muchos casos, en el flanco derecho hubo que recurrir a liderazgos improvisados, debido a la confusión. 

¿ Cómo transcurrió la jornada en el sector del 141º regimiento, durante esa jornada del día 8 de octubre? En la madrugada la explicación de los planes ofensivos se alargó bastante, y de hecho una de las compañías no recibió las últimas indicaciones porque los mensajeros fueron abatidos o se extraviaron.

Al detectar los primeros movimientos la artillería alemana saturó con gas las posiciones de retaguardia, pero no la línea del frente, que seguía aproximadamente en paralelo a la carretera St. Etienne-Orfeuil. Hubo muchas bajas de oficiales y el avance se fragmentó, con algunos pelotones aislados aproximándose  a los reductos de las ametralladoras, que estaban protegidas por barricadas de pinos cortados que además obstaculizaban a los tanques usados por la vecina 73º división francesa, mientras que carros de combate que apoyaban a los norteamericanos habían sido dañados en los bombardeos de respuesta alemanes. La lucha estaba degenerando en pequeñas acciones múltiples sin una dirección clara, que resultaron en escasos progresos, con un 25% de efectivos (610 soldados) muertos o heridos.

El miércoles 9 de octubre la artillería norteamericana no acertó a responder por temor a causar fuego amigo sobre sus compañeros dispersos y sin localizar. El hueco entre ambos regimientos de la 71º brigada seguía siendo un problema cuando se reinició el avance a las 10.30, con pocos resultados debido al intenso fuego germano.

La 2º división fue trasladada  para reforzar la problemática campaña en el Argonne, por lo que la otra brigada de la 36º división ( la 72º brigada ) acudió a reemplazarla en la línea. Los franceses de la 7º división lograron  resultados menores en la noche del 9 al 10 de octubre en la zona del campo deportivo. Si embrago, esto creó un saliente respecto a las líneas de sus vecinos  norteamericanos. Por ello el general Naulin presionó a Lejeune para que ordenara otro gran ataque que igualara el frente. Ayudó el hecho de que los alemanes se estuvieran retirando en ese punto.


                                          FOTO. EL GENERAL NAULIN

Durante la noche las últimas unidades de la 2º división fueron relevadas, Sus pérdidas en la acción de Blanc Mont habían ascendido a 700 muertos, 500 heridos, y 600 desaparecidos. Sustituyéndola, estaba ahora la recién desplegada 72º brigada. Su jefe, el comandante general William R. Smith, pensaba que ni siquiera ese aporte había consolidado la situación.

Hacia el 10 de octubre los alemanes estaban  convencidos de que la dura lucha por St. Etienne había contenido las ansias norteamericanas, pero también reconocían que la perdida de Blanc Mont era definitiva. En esas condiciones el mando germano decidió aplicar la “Operación Gudrum”, la retirada hacia el río Aisne. Los franceses continuaron pidiendo movimientos de la 71º brigada para despejar el norte de St. Etienne. Efectivamente algunos grupos de soldados se fueron infiltrando hacia las laderas que aún controlaban los alemanes al norte del pueblo.

La unidad sanitaria de la 36º división estableció un hospital junto a Somme Py, y empezar a superarse los problemas logísticos al acudir columnas de municionamiento. La transferencia de mando se concretó: hasta las 10.00 horas del día 10 la ostentaría todavía Lejeune, después quedaría en manos de Smith. 


Uno de los regimientos de la 72º brigada llegó a Somme Py. Sus compañeros de la 71º brigada actuaron como cobertura del proceso de relevo recurriendo a patrullas agresivas que comprobaron que se había reducido la potencia de fuego artillera del enemigo, cuyos pocos disparos además partían desde bastante atrás en su retaguardia. Pero seguían siendo lo bastante eficaz para dificultar el despliegue de la 72º brigada.


El viernes 11 de octubre las unidades Aliadas comprobaron que después de disiparse la niebla matutina podían moverse libremente hacia el norte, solamente hostigados por tiro pesado alemán lanzado desde larga distancia. Camino de Machault, a unos dos kilómetros al norte de St. Etienne, hubo fuego esporádico de ametralladoras alemanas. Machault fue ocupada por los norteamericanos sin resistencia, después de que la pequeña guarnición alemana fuera expulsada por “fuego amigo” debido sin duda a la falta de coordinación durante la retirada. Machault tenía cierta trascendencia logística, ya que contenía intactos depósitos de munición y de material de construcción.

La 73º división francesa se aproximaba a Lefficourt, y la 7º división francesa a los bosques al sur de Mont-St. Remy. La relativa calma fue aprovechada por las brigadas de la 36º división para reagruparse y comer caliente. Al día siguiente la 36º división avanzó hasta 11 kilómetros, y por su izquierda la 73º división francesa empezaba a tocar las márgenes del río Aisne en Attigny; sus patrullas de caballería entraron en dicha localidad finalmente. Los alemanes habían volado todos los puentes, tanto los que había sobre el río como los del canal de las Ardenas que discurría en paralelo al cauce del río.

Se cursaron directivas desde el mando del cuerpo de ejército para intentar cruzar el Aisne lo antes posible. En las jornadas siguientes se completó la ocupación de Attigny a la vez que todas las unidades Aliadas alcanzaron la margen meridional del Aisne. Una cabeza de puente fue instalada por la 7º división francesa al otro lado del río, y provista de pontones pudo reforzarse. Los alemanes aún retenían el meandro en la zona de Forest Ferme. Un primer intento de la 73º división para reducirla sin preparación artillera fracasó el 16 de octubre. Durante un tiempo el avance quedó detenido, en parte por las dificultades logísticas. El centro de abastecimiento norteamericano en La Cheppe estaba a 66 kilómetros en la retaguardia y las carreteras estaban muy castigadas por los bombardeos. 

Las reubicaciones  condujeron a que la 36º división se  hiciera cargo de toda la base del meandro de Forest Ferme, a medida que la 7º y las 73º divisiones francesas comenzaban a ser trasladadas, relevadas por la 61º división de la misma nacionalidad.

El Aisne, en cualquier caso, se había convertido provisionalmente en la nueva línea defensiva, pero de manera muy precaria.




19.5.19

INCERTIDUMBRE Y DESESPERACIÓN EN BERLÍN: EL GOBIERNO DEL PRÍNCIPE MAX VON BADEN

La conferencia del OHL celebrada el 1 de octubre de 1918 es una de las reuniones más trascendentales de la Primera Guerra Mundial. Aunque hay ciertas contradicciones en los testimonios de los presentes, parecer ser que un demacrado Ludendorff explicó que la guerra no podía ganarse, y que una derrota final e inevitable estaba próxima. El día anterior había ordenado preparar una retirada a la línea defensiva entre Amberes y el Mosa, pero cuya construcción no había sido emprendida seriamente.

Algunos de los presentes lo interpretaron como el preludio a una retirada hasta la frontera alemana. Según la versión de W. Heye, coronel general y último responsable de operaciones del OHL durante el conflicto, Ludendorff habría pintado un visión del ejército alemán acosado por los Aliados y minado por una venenosa propaganda comunista y socialista. El único modo de evitar una revolucion era negociar un armisticio lo antes posible en base al programa de los 14 puntos de Wilson.

Según la versión del  coronel Albrecht von Thaer, otro de los oficiales del OHL: “mientras Ludendorff hablaba escuchaba sollozos ahogados y suspiros, las lágrimas se deslizaban por las mejillas de los presentes”. En cambio. Hindenburg dio un contrapunto a las valoraciones pesimistas: “La situación es seria pero también temporal (…) estoy completamente convencido de que Alemania con la ayuda de Dios saldrá de este difícil periodo”.

Pero la opinión de Ludendorff era determinante. Envió telegramas al canciller Von Hertling y al ministro de exteriores Von Hintze (ocupaba el cargo desde julio) afirmando que “el ejército no puede esperar otras 48 horas, un desplome de consecuencias desastrosas es posible en cualquier instante”.

El káiser y Hertling, con la asistencia de Hintze y el vicecanciller Payer urdieron velozmente un nuevo gobierno de coalición. Ese mismo día el príncipe Max von Baden, un primo de Guillermo II, fue propuesto para sustituir al saliente Hertling. Maduro y algo achacoso este aristócrata sureño tenía reputación de detallista y de ideas humanitarias ( se había opuesto públicamente a la guerra submarina sin restricciones en 1917).


                               FOTO. EL PRÍNCIPE MAX VON BADEN. A SU IZQUIERDA, EL VICECANCILLER  PAYER.

Max von Baden no tenía el respaldo de los oficiales del Heer y era despreciado por el jefe del gabinete militar del káiser, el general Von Marschall. En cambio era bien visto en los ambiente civiles de tono liberal.

El nuevo canciller tuvo que enfrentarse a decisiones cruciales desde el primer momento. Prefería diferir la petición de un armisticio, pensando que era mejor que el gobierno de coalición emprendiera cambios en la ley electoral que dieran más legitimidad al régimen y evitaran el riesgo de una revolución. Coincidía con  Hintze que enviar la solicitud de un armisticio inmediato sería interpretado por los Aliados como un signo de evidente fragilidad.

El mariscal  Hindenburg viajó a Berlín para seguir en contacto con el káiser y tratar el delicado asunto personalmente. También el comandante Von Bussche se trasladó a la capital el día 2 de octubre con el encargo de explicar el giro de los acontecimientos a los líderes de los partidos.

Durante el subsiguiente consejo imperial Hindenburg expuso a los presentes que el ejército podía proteger la frontera alemana hasta  principios de 1919, pero reiteró las demandas del OHL para un armisticio lo antes posible puesto que no se podía garantizar el frente en caso de una renovada ofensiva del adversario.

El príncipe Max von Baden expresó nuevamente su preferencia por retrasar la petición. Ahora fue el káiser el que respondió que no había que poner palos en las ruedas a las peticiones del OHL. El príncipe inquirió porqué el Alto Mando no declaraba una capitulación. No recibió entonces una respuesta concreta, pero recibió el 3 de octubre de Hindenburg con estas líneas: “Es deseable en estas circunstancias interrumpir la lucha con el fin de preservar al pueblo alemán y sus socios de sacrificios inútiles. Cada día desperdiciado cuesta las vidas de miles de bravos soldados”. Peor había sido todavía el entendimiento con los líderes de los partidos políticos. Von der Bussche apostilló a sus interlocutores: “ El Alto Mando había visto oportuno proponer a su Majestad que una tentativa para interrumpir la lucha (…) Incluso 24 horas pueden empeorar las cosas y conducir al enemigo a descubrir nuestra verdadera debilidad”. Lógicamente, el revuelo entre los políticos fue considerable, por decirlo suavemente.

Max von Baden juró su cargo el 3 de octubre, incluyendo a los socialdemócratas en su gobierno, entre ellos a Scheidemann como secretario de estado, o el católico Ezberger, un paso impensable solo unos semanas atrás. Esa misma noche una  nota fue enviada al gobierno de Estados Unidos solicitando al presidente Wilson un armisticio rápido que debía dar paso a conversaciones de paz sobre la base del programa de los 14 puntos. 

Existe bastante confusión sobre como interpretaban Ludendorff y Hindenburg ese programa, o cuales eran sus intenciones reales. Algunos historiadores han pensado que trataban de endosar maliciosamente la responsabilidad de la derrota en ciernes al nuevo gobierno civil, desentendiéndose de su propia responsabilidad. Otros estudiosos opinan en cambio que simplemente desconocían el explosivo alcance político del contenido y las implicaciones últimas que tendría para el II Reich acatar los 14 puntos. Resulta revelador que ni siquiera el flamante canciller estuviera al tanto del discurso de Wilson dos meses antes cuando hizo un llamamiento para eliminar “cualquier poder arbitrario (…) que pudiera perturbar la paz del mundo”, en clara alusión al Imperio Alemán.

Otro problema latente pero en aumento era que, inevitablemente, todo este debate en el seno de los círculos gobernantes de Berlín se estaba filtrando lentamente, y no podía por menos que debilitar la moral de la población de la población civil y de las fuerzas armadas alemanas, al generar una perdida de confianza y credibilidad respecto a las instituciones vigentes.

La réplica de Washington llegó el 9 de octubre, justo cuando la Línea Hindenburg (Sigfrido) había sido quebrantada entre San Quintín y Cambrai. Cuando el canciller volvió a entrevistarse con la cúpula del OHL le esperaba otra sorpresa. Ludendorff parecía reanimado, describiendo un cuadro de situación más optimista que al comienzo del mes. Aconsejaba rechazar la oferta yanqui si era demasiado onerosa. En efecto, la respuesta primero pedía garantías de que el gobierno de Baden representaba realmente la voluntad del Reich. Si así fuera, Berlín debía aceptar sin condiciones los 14 puntos. Y para demostrarlo debía evacuar todos los territorios ocupados en el Oeste. Nada más y nada menos.

Muchos de los miembros del gobierno coincidían con la opinión del Alto Mando. Un armisticio no significaba necesariamente el final del conflicto. El ejército  podía retirarse a la frontera alemana y combatir luego si fuera preciso. El  influyente industrial judío y asesor del gobierno, Walther Rathenau, opinaba que había que dar por finalizadas las negociaciones con Wilson y en su lugar llamar a  “la nación en armas” como medida de emergencia. Pero Ludendorff temía que este llamamiento causase más alteraciones en un momento tan delicado.

En una carta a su esposa Hindenburg explicaba su punto de vista: “ El armisticio es militarmente necesario para nosotros (…) pronto estaremos al final de nuestra potencia. Si la paz no llega, al menos tendremos que distanciarnos de nuestros enemigos, recuperarnos y ganar tiempo. Entonces tendremos  más capacidad para luchar que ahora, si fuera necesario. Pero yo no creo que tras dos o tres meses ningún país tendrá el deseo todavía de empezar a luchar de nuevo”.

Entre los Aliados estas convulsiones internas de sus enemigos, gracias a la diplomacia y a las labores de inteligencia y espionaje, no pasaron desapercibidas. El 10 de octubre Foch había establecido de acuerdo con Haig  las condiciones mínimas para el posible armisticio. Debían ser la evacuación alemana de Bélgica, el norte de Francia, y Alsacia-Lorena; el equipamiento militar entregado y la margen occidental del Rhin pasar bajo administración de los Aliados junto con cabezas de puente en la margen oriental. Haig señaló que estas exigencias equivaldrían a pedir una rendición incondicional, y que podría exasperar a los alemanes, pero Foch opinaba que la situación interna de Alemania era tan complicada que unos términos más moderados no serían necesarios, y que mostrar rigidez en las condiciones aumentaría todavía más la presión sobre los círculos políticos de Berlín.


El 12 de octubre el príncipe Max remitió su contestación a Washington, reafirmado su autoridad plena. La segunda nota de Wilson el 14 de octubre, en parte bajo el impacto del hundimiento del transporte Leinster y las bajas entre el pasaje, insistía en la exigencia de la evacuación de los territorios ocupados ( incluyendo Alsacia-Lorena, cuando en el diálogo inicial entre Washington y Berlín se había dado a entender que aún podría ser mantenida por los alemanes ), el final de la campaña submarina, y garantías de cambios en el sistema político germano, una indirecta que el káiser comprendió perfectamente. Guillermo II calificó la carta de estupidez frívola. En cambio el canciller, según sus memorias, estaba cada vez más confundido al sentir que su política no contaba con una fuerza militar firme que respaldase sus pasos.


Antes de la nueva reunión del consejo de ministros, Ludendorff explicó que a pesar del retroceso en Flandes y la inminente caída de Lila, el ejército podía llevar a cabo una retirada planificada. Pero se negó a que otros jefes de ejércitos expresaran su opinión públicamente.

Cuando la reunión tuvo lugar el 17 de octubre, Ludendorff  explicó a los asistentes que los cambios de fortuna podían favorecer de nuevo al ejército nacional, que serían  necesarios 100.000 reemplazos mensuales de hombres; la presión Aliada había disminuido hasta el punto que una ruptura de la línea era “posible pero no probable (…) no la temo” y consideraban que la afluencia de más refuerzos levantaría la moral de las tropas. De hecho, durante esas semanas se expidieron notificaciones de reclutamiento a los jóvenes de 17 años.

En la ronda de preguntas, el ministro de la Guerra le inquirió sobre el potencial norteamericano. El ministro socialista  A. Gröber paso a interrogarle venenósamente sobre las bajas raciones alimenticias y las diferencias de rancho respecto a las que consumía el Alto Estado Mayor. El otro mandatario socialista del nuevo gobierno,  Scheidemann, objetó que el reforzamiento con varios cientos de miles de hombres no mejoraría el espíritu marcial. Ludendorff solicitó al ministro que hiciera algo por elevar la moral de las masas populares, a lo que Scheidemann respondió que esas masas estaban desilusionadas y hambrientas. Citó específicamente el desabastecimiento de cereales, de grasas, y el de patatas por debajo del umbral crítico.


El canciller Max planteó el tema del efecto de los abundantes carros de combate enemigos. Ludendorff dijo al respecto: “ Espero, cuando nuestra infantería se haya recobrado de nuevo que el pánico al tanque, que fue superado anteriormente, y había regresado, sería conjurado una vez más (...) en cuanto la moral de las tropas se recupere, algunas formaciones de Jäger (cazadores) y los granaderos de la Guardia, practiquen el fuego antitanque como si fuera un ejercicio habitual"

También expuso sus argumentos la Kaiserliche Marine, por boca del almirante Scheer. Consideraba un grave error ceder a las exigencias de suspender la guerra submarina. Esperaba que la presión sobre Italia y los EE.UU causaría cierto impacto. Deslizó una buena noticia: había acumuladas reservas de petróleo para ocho meses de operaciones.



21.4.19

CONTINUA LA OFENSIVA DE LOS 100 DÍAS: BLANC MONT I PARTE

El objetivo era despejar la carretera París-Metz en torno a Reims. El 4º ejército francés había sido elegido para suprimir la amenaza que suponían los altos de Blanc Mont. Pero se consideraba que la moral de sus tropas era baja. El 16 de septiembre Petain solicitó el concurso de los norteamericanos para actuar como catalizadores de las acciones.

Pershing proporcionó la veterana 2º división mixta ( con elementos del ejército y con los marines de la 3º y 4º brigadas) y la recién creada 36º división, que no obstante era una formación poderosa de 16.000 hombres reclutados en Texas y Oklahoma, equipados generosamente con fusiles ametralladores BAR (Browning Automatic Rifle) M1917.

El 21 de septiembre se encontraron el comandante general John Lejeune de la 2º división y el general Gouraud, jefe del 4º ejército, en los cuarteles generales de este último. A Lejeune no le gustó el plan francés de fraccionar su división para utilizarla como refuerzos sueltos. Entretanto la ofensiva norteamericana en el vecino Argonne seguía estancada.
                         FOTO. EL GENERAL LEJEUNE

Frente a Blanc Mont, los franceses habían conseguido entre el 26 y el 30 de septiembre tomar Somme-Py, pero les faltaban los recursos necesarios para continuar ante la empecinada resistencia alemana.

El 29 de septiembre la 4º brigada de marines y la 29º  fueron desplazados a Suippes, a un día de marcha de Somme-Py. El 1 de octubre la 2º división norteamericana fue asignada al 21º cuerpo de ejército del general Naulin, que ya había colaborado con sus aliados transatlánticos durante los combates de Chateau-Thierry.

El 4º ejército francés estaba estructurado en siete cuerpos de ejército. Los norteamericanos fueron integrados en los cuerpos 11º y 21º para las operaciones de Blanc Mont. 

Respecto a los defensores alemanes, la disminución de efectivos era evidente. Por ejemplo del 235º regimiento, sus tres batallones constitutivos solo sumaban 600 hombres. Intentaban compensar esta deficiencia con el aumento de ametralladoras divisionales, unas 380 por esas fechas. Las tropas desplegadas pertenecían al III ejército, 12º cuerpo. Eran fundamentalmente las divisiones de infantería 200º y 213º, aparte de retales procedentes  de otras cinco divisiones. Su carácter era dual; el comandante general Von Hammerstein , responsable de la 213º división comentaba que a pesar del desgaste: “la moral de los hombres (…) es poco menos que excelente, y su salud satisfactoria”. En cambio, Von Below, de la 200º división explicaba: “los hombres están apáticos e indiferentes en un grado alarmante”.

Muchos de los perjuicios procedían del continuo intercambio de oficiales y reasignaciones a nivel de regimientos, batallones y hasta compañías. Las transferencias y las marchas constantes para compensar la escasez de hombres agotaban a las tropas.

Como se ha dicho antes, los franceses habían actuado a lo largo de finales de septiembre a lo largo del valle del río Py, recuperando Somme-Py. Hacia el este la 170º división de infantería francesa hacia el noreste de Somme-Py. En el centro, la 61º división de infantería estableció una línea regular en las afueras de la localidad. En cambio, al oeste la 21º división de infantería no había podido asegurar el cruce del Py, ni tampoco reducir el reducto alemán “Essen”, que dominaba el valle del Py.

El 1 de octubre la 170º división dominó parte de las trincheras denominadas “Von Fleck” y “Essen”, y estableció posiciones al sur del Bosque de los Pinos. También la 61º división actuó sobre ambas trincheras, pero nuevamente la 21º volvió a quedar frenada. Se transmitieron órdenes a la 2º división estadounidense para relevar a los exhaustos franceses, pero el proceso fue dificultoso por los problemas de transporte y de coordinación.

Durante la noche del 2 al 3 de octubre la 167º división francesa efectuó un relevo algo confuso más al norte al mismo tiempo que la 3º brigada norteamericana. La 170º división francesa se estiró hasta cubrir el este de Somme-Py.

Los bombardeos de hostigamiento alemán empezaron a las 1.00 horas de la madrugada del día 3, incrementándose a partir de las 5.00 horas. Para reforzar a la 3º brigada norteamericana se le habían asignado 35 tanques del 3º batallón de carros ligeros tipo Renault FT17 y otros 30 tanques del 2º batallón de carros ligeros.

A partir de las 5.55 horas entraron en acción para atacar el saliente “Essen” la 21º división de Giraud y la 4º brigada de marines en la izquierda, y una fuerza de fijación frente al Bosque de la Serpiente. La 3º brigada norteamericana cruzaba en esos momentos a través de la 170º división de infantería francesa para incorporarse a la lucha. Se emplearon proyectiles de humo para cubrir a los tanques de vanguardia. Consiguieron moverse lo suficientemente rápido como para asaltar la llamada cuesta “Sattelberg”. 

En el este la 3º brigada consiguió destruir un regimiento de la 203º división de infantería alemana y ocupar la colina “Tor”, además de algunos emplazamientos de artillería. Junto a ella, la 167º división francesa registró progresos hacia la línea ferroviaria Medeah-Orfeuil.

El movimiento de la 3º brigada giro entonces oblicuamente hacia la colina “Schlesier” lo que permitió copar al 235º regimiento de la 51º división de Reserva alemana, que comunicó: “ Necesitamos urgentemente asistencia. La línea de la colina Schlesier-granja de Medeah se ha perdido”. Hacia las 13.00 horas el coronel Von Hedebur informó que había cesado el contacto con sus regimientos. También había sido afectada la 2º brigada Jager de la 200º división alemana, cuyo cuartel general había sido asaltado a las 8.30 horas por los marines. 


Mientras la 4º brigada se enfrentaba a otro batallón del 235º regimiento alemán en las inmediaciones del Bosque de la Serpiente, y la 21º división francesa mantenía ocupada a la 20º división de infantería alemana, aunque sin lograr superar la tenaz resistencia de unos de sus batallones Landsturm, el “Koln”, compuesto de hombres mayores, que hostigaban con fuego de flanco la progresión de los marines.

Los tanques asignados a la 4º brigada aportaron algo de apoyo eliminando ametralladoras enemigas, aunque solo cuando consiguieron incorporarse a la infantería que les había adelantado al principio de la acción. Los miembros de la 3º brigada que habían salido a las 7.00 horas ni siquiera lograron conectar con su infantería avanzada. El golpe de mano emprendido por una compañía de marines para neutralizar el saliente “Essen” y su mortífero fuego de flanco tuvo un éxito parcial a las 11.00 horas, pero fue efímero, porque los franceses de la 21º división no consiguieron afianzarse allí y el enemigo lo recuperó al oscurecer. No obstante el grueso del 4º de marines mantenía su progresión. Hacia las 10.30 horas penetró en la cresta de Blanc Mont con enfrentamientos duros y confusos destruyendo en el proceso un batallón alemán que había sido agregado a la brigada Jäger de la 200º división. A las 9.20 horas el cuartel avanzado de la 213º división de infantería había sido neutralizado, después de que  un contraataque de su 74º regimiento fracasara. Mas o menos a esa hora varias unidades de la artillería de campo de la 2º división norteamericana empezaron a desplegarse en posiciones al norte de Somme-Py, junto con unidades de morteros de su misma nacionalidad de 155 mm, y unidades francesas de cañones de 120 mm.  


A las 9.30 horas los mandos alemanes locales ya eran plenamente conscientes de la gravedad de la situación y movieron efectivos desde los sectores vecinos, a veces avisados recurriendo a palomas mensajeras. Hacia las 13.00 reconquistaron el Sattelberg pero fueron desalojados a las pocas horas. El saliente “Essen” fue recuperado al atardecer, mientras que seguía combatiéndose con avances  y retrocesos muy disputados en Blanc Mont y la colina "Schlesier", aunque en general los alemanes fueron cediendo paulatinamente.

Los norteamericanos aprovecharon para hacer relevos y formar un frente irregular con varias aberturas entre los destacamentos. Para intentar asegurar todo el saliente (en esos momentos de una profundidad de 2 kilómetros y 2,5 kilómetros de base) la 170º división francesa fue enviada hacia el inseguro flanco izquierdo de los norteamericanos.

En algunos lugares de los altos quedaban pequeñas bolsas de alemanes que fueron despejadas a lo largo de la tarde noche. El soldado Brannen recordaba: “Arrojamos un par de granadas y cerca de 20 alemanes salieron de otra entrada a unos metros de distancia con los brazos en alto en gesto de rendición”.

En esa misma jornada el general Von Einem escribió en una carta familiar: Este es exactamente el punto de inflexión de la guerra, que esta absolutamente claro en nuestra mente, pero no es el caso de el Alto Mando del ejército alemán. Parece más preocupado observando el Sungdau, Lorena y Verdún; y solamente cuando nuestras tropas están deshechas nos proporciona otras nuevas”. Tal vez lo más preocupante de misivas como estas era el efecto de desánimo en los civiles que las recibían en la retaguardia.

Foch se mostró insatisfecho con el ritmo de la ofensiva: “Todos deben presionar hacia delante inmediatamente, sin vacilación. La brecha esta hecha, no se debe conceder tiempo al enemigo para sellarla”

Esa era precisamente la intención de los alemanes, pero los combates a gran escala que estaba entablando la 167º división de infantería francesa más al este utilizando gran cantidad de artillería y tanques, impedían reunir  las reservas germanas precisas con prontitud. De todos modos Von Nidda, encargado del XII cuerpo de ejército había establecido sus prioridades en la noche del 3 al 4 de octubre: los restos de la 200º división debían retener a toda costa los puntos que aún mantenía en los altos de Blanc Mont; la 51º división de infantería de Reserva tenía que contener la presión sobre la colina “Schlesier”. En retaguardia elementos de las 1º y 5º divisiones bávaras y la 7º división de infantería se concentrarían en la colina “Blodnitz” y la posición “Petersburg” para un contraataque, a la vez que ayudaban a sostener las posiciones vitales de Medeah y proteger la artillería superviviente. Pero el control de Von Nidda era incierto: la 200º división apenas disponía de 500 hombres e informó a las 22.47 horas que no podía atacar, a pesar del áspero intercambio de mensajes con el jefe de estado mayor del III ejército.


Durante la noche la 21º división francesa aseguró por fin la trinchera “Essen” aunque la posición del flanco occidental del saliente a cargo de la 2º división norteamericana seguía siendo precaria.

A partir de las 3.15 horas del 4 de octubre se sucedieron contraataques alemanes infructuosos, pero que convencieron a los norteamericanos que no podrían cumplir las exigencias de Foch de un avance constante. De hecho, necesitaban de exploración aérea en cuanto despuntara el día para poder situar exactamente  a las dispersas unidades de la 2º división. Varias incursiones alemanas en “Rucken” fueron repelidas justo antes del amanecer. Los aviones empezaron a sobrevolar la zona intensamente, con predominio inicial de los aparatos germanos en las primeras horas, aunque pronto fueron superados en número por la llegada de pilotos Aliados avanzado el día.

A las 14.30 Lejeune juzgó que por fin existían las condiciones para un avance importante. El esfuerzo se centró en las carreteras de St. Etienne a Orfeuil, en el sector de Medeah, pero sin demasiados frutos, puesto que un grave contratiempo alteró la situación: los alemanes recuperaron la colina “Schlesier” a las 19.00 horas. Al oeste del saliente las cosas marchaban mejor para Lejeune. Los marines habían asegurado “Rucken” y también la colina del Granadero, aunque la línea de combate se fragmentó todavía más.