17.8.09

DIRIMIENDO LA SUPREMACÍA EN EL MAR : JUTLANDIA ( II PARTE)

IMAGEN. GRABADO ENSALZANDO EL HEROISMO DE LOS MARINEROS DEL CRUCERO ALEMÁN "WIESBADEN" EN JUTLANDIA
Durante la grandiosa maniobra de despliegue de la Gran Flota no cesaron los enfrentamientos entre las diversas agrupaciones intermedias dispuestas entre los gruesos de ambas escuadras. En torno al inmovilizado crucero ligero Wiesbaden se movían, por un lado, los airosos cruceros de batalla de Von Hipper, que concluían la persecución sobre Beatty, y por la otra banda lo cruceros-acorazados de la 1ª escuadra del contralmirante R. Arbuthnot, compuesta por el Defence, Duke of Edinburgh, el Warrior y el Black Prince. Arbuthnot ordenó un brusco quiebro hacía el sur para aproximarse y rematar a bocajarro al Wiesbaden, que se estaba transformando ante la acumulación de disparos en un derrelicto humeante. Pero los hombres de Von Hipper, que en ese instante, 18.15, habían derivado hacia el noreste descubrieron a su dañado navío y a los expuestos buques de Arbuthnot, sobre los que inmediatamente abrieron fuego. El Lutzow pulverizó con dos salvas al Defence, de 14.800 toneladas. Siguiendo nuevamente la declaración de Von Hase: “ sucedió algo terrorífico. Con una tremenda explosión, el buque inglés se partió en dos; una llamarada inmensa lo envolvió por completo, y se hundió ante nuestros ojos”. El Defence era el buque insignia de Arbuthnot, que sucumbió junto con toda la tripulación, 893 hombres. El resto de su 1ª escuadra tampoco escapó al correctivo: el “Warrior” sufrió 21 impactos que afectaron a su sala de máquinas; sobrevivió algunas horas, antes de acabar hundiéndose a la mañana siguiente. El Black Prince siguió al “Duke of Edimburgh” en la maniobra para alejarse, pero acabó separándose de la escuadra británica, por causas nunca esclarecidas ( ¿ impacto de un torpedo, averías de los sistemas principales? ). Aislado, esa madrugada tendría un trágico encuentro con dos acorazados alemanes…

Mientras, desde las 18.20, los acorazados británicos castigaban la punta de la escuadra germana. En particular, salieron tocados el “Konig” , el “Markgraf”, el “Derfflinger” y el “Lutzow”. Este último recibió 4 proyectiles en la proa que arrancaron de cuajo una de las torres de artillería y generaron un tremendo incendio y una imponente inundación que hocicó el navío. El ya condenado “Wiesbaden” fue otro de los damnificados, aunque increíblemente se mantuvo todavía a flote.

Lo cierto es que los marineros de Albión habían conseguido desplegarse en una posición que amenazaba con cortar perpendicularmente el rumbo de la escuadra alemana, y teniendo en cuenta su mayor número, terminar envolviéndola. Ante ese gravísimo peligro, Scheer consideró virar en redondo. Fue precisamente antes de ejecutar esa maniobra evasiva cuando los británicos experimentaron un nuevo desastre: en medio del duelo artillero , el crucero de batalla Invencible de 17.250 toneladas y victorioso veterano de las Malvinas en 1914, fue blanco a las 18.31 de un cañonazo procedente del Derfflinger que hizo explotar los pañoles de municiones de su parte central, provocando sucesivas voladuras a las que solo sobrevivieron 6 náufragos. El Invencible se llevó consigo a 1.026 hombres, incluido el contralmirante Hood.

A pesar de anotarse este tanto, la situación de Scheer continuaba siendo muy precaria, sin poder vislumbrar a sus propios cruceros batallas y con mala visibilidad por el este-noreste, precisamente donde se acababa de extender al completo la Gran Flota. De ahí se entiende la orden emitida a las 18.35 de invertir el rumbo 180º sobre estribor, enfilando así hacia el suroeste y alejándose de la tenaza enemiga, mientras los destructores tendían cortinas de humo ocultando la maniobra. El giro, perfectamente ejecutado desconcertó a los ingleses, que no lo incluían en sus programas de táctica por considerarlo demasiado arriesgado y proclive a las colisiones. Los cruceros de exploración ingleses, escarmentados ante puntería alemana, procuraron mantener las distancias, con lo que no pudieron informar inmediatamente de los movimientos enemigos.

Todo ello condujo a un breve receso, con la interrupción total del fuego a las 18.50. La oportuna pausa fue aprovechada por Von Hipper trasladarse a otro de sus barcos, abandonando el arrasado Lutzow, que intentó por su parte renquear a puerto, escoltado por cuatro destructores. Ahora, la división de Von Hipper quedaba en la expuesta retaguardia cerrando la formación en retirada.

La respuesta de Jellicoe a la jugada de su antagonista fue tal vez demasiado cautelosa; en lugar de perseguirlo decididamente, se limitó a gobernar hacía el sur, permitiendo a los alemanes cierto respiro, que paradójicamente sería roto por el propio Scheer cuando a las 18.55 volvió a cambiar de rumbo, de nuevo contra los estupefactos y encantados británicos, que veían como la escuadra enemiga aceptaba nuevamente el desigual envite.
FOTO. EL ALMIRANTE JOHN JELLICOE, EN EL ACORAZADO INSIGNIA "IRON DUKE".
Esta decisión de Scheer de aceptar un nuevo mano a mano ha sido siempre muy polémica, tanto en sus justificaciones como en sus consecuencias. El propio almirante alegó con posterioridad que trataba de recuperar la iniciativa para no terminar acorralado y en mala posición para conseguir la ruptura de contacto aprovechando la oscuridad de la noche, aparte de tratar de rescatar a los tripulantes del indomable Wiesbaden. Algunos autores opinan que en realidad pretendía hacerle una pasada ( causando los correspondientes estragos ) por la popa a la Gran Flota, a la que habría situado con poca exactitud, y calculado una composición numérica errónea por defecto, y por tanto una longitud de formación más corta. Lo cierto es que corrió a estrellarse contra el mismísimo centro de la línea enemiga, repitiendo el escenario del que se había zafado media hora antes.

En pocos minutos la Hochseeflotte se vió envuelta en un verdadero alud de andanadas, con todo el arco del horizonte silueteado de fogonazos envolviendo mortalmente a la vanguardia germana. A las 19.12 Scheer tuvo que dar su brazo a torcer y ordenar su tercer giro a estribor de la jornada, pero apurado por la comprometida situación, radió a los cruceros de batalla de Von Hipper que insistieran y continuaran su marcha de colisión, en una especie de carga de la “caballería ligera acuática”. Esto equivalía casi a una inducción al suicidio, pero Hipper ( temporalmente a bordo de un destructor ) y sus capitanes de navío acataron la orden y llegaron a acercarse a menos de 7.000 metros de de los navíos ingleses. De nuevo los cruceros de batalla recibieron una implacable rociada de proyectiles. Estos también azotaron a los acorazados alemanes inmersos en plena maniobra de giro, especialmente el Konig que encajó hasta 21 impactos de elevado calibre; otros como el Grosser Kurfust y el Friederich der Grosse recibieron asimismo un duro correctivo.

A las 19.18 llegó la salvación, cuando se autorizó a los devastados cruceros de batalla actuar contra “la vanguardia enemiga”, lo que en la práctica les daba libertad para caer hacia el suroeste y eludir así el lazo mortal de la Gran Flota. El precio había sido importante: 21 impactos directos en el “Seydlitz” con 150 bajas, 17 en el “Derfflinger” con 190 bajas y cuatro impactos en el “Moltke”, mejor librado. Aparte de esta tardía pero oportunísima contraorden , posiblemente lo que salvó a los dos primeros cruceros citados fue la deficiencia de los proyectiles británicos de gran calibre ( comprobada después de la batalla a instancias del contralmirante Beatty ), que por un defecto de fabricación en las espoletas estallaban antes de haber perforado los blindajes, aminorando sus efectos destructivos. El concurso de las flotillas de destructores VI y IX del capitán Heinrich que sumaban 11 unidades en total, contribuyó a resguardar a los buques de Von Hipper puesto que a las 19.15, a instancias de Scheer, se arrojaron al ataque a 30 nudos, tendiendo cortinas de humo, atrayendo sobre si el fuego enemigo y lanzando un abanico de 12 torpedos: una actuación eficaz, porqué Jellicoe ordenó para esquivarlos una caída hacia fuera, a babor, que le alejaba 3.500 metros de la flota alemana y acabó por interrumpir el tiro de los cañones ingleses. No obstante, los intrépidos “zerstorer” pagaron su tributo: el S-35 de 640 toneladas fue alcanzado y se partió en dos arrastrando a 88 hombres, mientras que fueron dañados el S-51 y el V-28. Además debieron abandonar su pretensión de evacuar a la tripulación del destrozado Wiesbaden que terminaría por hundirse horas después con su dotación casi íntegra ( 588 marineros, salvo un superviviente ).

FOTO. EL ESCRITOR JOHANN KINAU, DE SEUDÓNIMO "GORCH FOCK", EMBARCADO EN EL "WIESBADEN" Y FALLECIDO EN JUTLANDIA
Al igual que la anterior decisión de Scheer, la caída hacia fuera de Jellicoe ha sido denostada por sus críticos que sostienen que en vez de caer 90º hacia fuera hubiera debido hacerlo solo sobre 45º hacia fuera o incluso adentro, para no dar opción de escape a los alemanes. Aún más se le ha reprochado que después de ejecutar esa maniobra no ordenase continuar a una velocidad de 20 nudos en pos del enemigo rumbo oeste; en cambio durante la siguiente media hora describió un semicírculo a velocidad 17 nudos, desde la 19.33 al sur, desde las 19.41 al suroeste y solo a las 20.00 al oeste pleno, por donde se alejaba la Hochseeflotte. Beatty instó a su superior a las 19.47 a una persecución más enérgica: “ Urgente. Propongo vanguardia de acorazados siga a cruceros de batalla. Podemos cortar ¿ la cabeza, la cola, la retirada? a toda la escuadra enemiga” A las 20.00 Jellicoe optó por seguir el consejo, aproó al oeste y solicitó a la 2º escuadra de acorazados del vicealmirante Jerram que se sumara a los cruceros de batalla de Beatty; pero Jerram, sin contacto visual con Beatty, no cumplimento la orden. Así que cuando los veloces cruceros de batalla ingleses, lanzados a toda velocidad en pos del enemigo hallaron a las 20.17 la cola de la formación alemana, compuesta por las molidas naves de Von Hipper que intentaban penosamente reparar los daños sufridos, se encontraron sin apoyo.

A pesar de ello, aquella incursión de Beatty hubiera podido ser el colmo de los bravos pero desmantelados “Derfflinger” y “Seydlitz”, que volvieron a recibir varios impactos, uno de ellos en el puente de mando del “Seydlitz”; pero el ángel de la guarda de ambas embarcaciones hizo horas extras durante el choque de Jutlandia, y la providencial intervención de los 6 viejos acorazados pre-dreadnought de la clase Deutschland volvió a rescatarlos in extremis. El fuego simultaneo de las 24 piezas de 280 mm que reunían los veteranos "Deutschland" fue suficiente para persuadir a Beatty de la conveniencia de suspender su acoso.

El vicecomandante británico, mucho más cauto después de las terribles voladuras de 3 de sus cruceros de batalla, y separado de la Grand Fleet, prefirió ahora no tentar la suerte y alejarse levemente hacia el sur. De este modo concluían los enfrentamientos entre los grandes colosos blindados , porque la caída de la noche impedía los combates en línea. El sol se puso a las 20.19, si bien durante el crepúsculo se mantuvieron escaramuzas menores entre los destructores y los cruceros ligeros que gravitaban alrededor de ambas escuadras. Los jefes de ambas meditaban los pasos a seguir durante la noche: dispositivos de marcha, objetivos que se pretendían alcanzar una vez llegada la amanecida, y especialmente, cuales serian las intenciones del enemigo.

Scheer, ya plenamente consciente de haberse enfrentado a la totalidad de la Gran Flota británica, se inclinó por dirigirse hacia el banco de Horns Reef, en demanda de la proximidad de la costa germana, y a mano de la protección de los campos de minas propios fondeados allí. Si en la mañana siguiente volviera a encontrarse con los barcos británicos en Horns Reef, su libertad de elección estaría asegurada. El almirante teutón, sospechando que los ingleses procurarían interponerse en su itinerario durante la noche, para obligarle a dirigirse hacia el oeste y por tanto al interior del Mar del Norte, ordenó a las flotillas de destructores II, V y VII, y parte de las VI y IX, que buscasen y hostigasen al adversario, aun a riesgo de quedarse sin cobertura propia en la mañana del 1 de junio. Respecto a los acorazados, a las 21.06 Scheer fue tajante: debían dirigirse en ruta directa ( 150 kilómetros ) a Horns Reef, sin apartarse del rumbo sur-sureste, ocurriera lo que ocurriera durante la travesía nocturna. MAPA. LA FASE NOCTURNA DE LA BATALLA: SCHEER SE DESLIZA POR DETRAS DE JELLICOE.El planteamiento de Jellicoe descartaba entablar una batalla nocturna, donde la superioridad numérica que disfrutaba quedaría virtualmente anulada, y las posibilidades de ser víctima de ataques torpederos, o aun peor, de “fuego amigo” por dificultades de identificación, elevadísimas. En principio el jefe británico se inclinó por seguir rumbo sur, pensando en interceptar al enemigo al clarear el día siguiente, si este elegía como vía de escape Heligoland o el estuario del Ems. Además decidió mantener junto a la Gran Flota toda su fuerza de destructores ( precisamente pintada de negro y entrenada para los ataques torpederos nocturnos ). La estructura de marcha adoptada se basaba en 6 columnas, separadas solo por 1,5 kilómetros, para evitar confusiones o separaciones alarmantes, mientras que las flotillas de destructores y la 2ª escuadra de cruceros ligeros se desplazaría en la retaguardia. Algo más adelantado, al suroeste, el incansable Beatty formaba la vanguardia junto a la 1ª y 3ª escuadras de cruceros ligeros.

La oscuridad se presentaba muy densa, debido a la ausencia de luna y al cielo cubierto. Insospechadamente a las 22.00 la Hochseeflotte se encontraba a tan solo 12 kilómetros al oeste-noroeste del grueso británico, justo detrás de él. Los alemanes terminaron sobrepasando por la cola a los acorazados antagonistas, pero se enzarzaron con algunos de los destructores y cruceros ligeros que cerraban la formación de Jellicoe. A partir de las 22.04 se produjeron una sucesión de feroces encuentros con intercambio de disparos y torpedos. Los primeros afectados fueron el crucero ligero de Su Majestad Cástor que tuvo 19 muertos y 23 heridos, y el alemán de la misma clase Hamburg con 40 bajas; a las 22.20 hubo otro enfrentamiento en el fueron alcanzados los cruceros ligeros Southampton con 36 muertos y 40 heridos tras recibir 18 proyectiles y el “Dublín” que por su parte sufrió ocho impactos con 27 bajas. Pero mucho peor parado terminó uno de sus oponentes, el germano Frauenlob de 2.670 toneladas que fue víctima de varios impactos y un torpedo arrojado por el Southampton que lo fulminó casi instantáneamente. El Frauenlob arrastró consigo a 313 hombres, incluido su capitán Georg Hoffman. Otro de los componentes del III grupo de reconocimiento de Von Reuter que terminó afectado, aparte del desgraciado Frauenlob, fue el crucero Stettin que padeció daños menores y 36 bajas.

A las 23.00 se produjo un suceso todavía más espectacular y sangriento, cuando el renqueante crucero acorazado “Black Prince” tocado durante los combates del día y que surcaba la mar a duras penas tratando de reincorporarse a la Gran Flota, identificó varias sombras insinuadas en la oscuridad como acorazados británicos y emitió la señal luminosa de reconocimiento. Error fatídico. Eran los acorazados alemanes “ Thuringen” y “Ostfriesland” de 22.000 toneladas, que acto seguido iluminaron con sus focos de gran potencia al infortunado navío y lo desintegraron en apenas cuatro minutos disparándole prácticamente a quemarropa ( estaban a solo 1.500 metros de distancia ) con toda su artillería. Ninguno de sus 857 tripulantes pudo salvarse.

A las 23.30 el conductor de la 4ª flotilla de destructores británicos, el “Tipperary” ( de la clase "Botha", desplazaba 1800 toneladas y daba 32 nudos ) mostró la señal de reconocimiento a unas sombras entrevistas: fue iluminado por los proyectores del II grupo de reconocimiento alemán, fuerte en 3 cruceros ligeros, e inmediatamente alcanzado por un aluvión de granadas que lo dejaron rápidamente destrozado, hundiéndose dos horas más tarde con 185 muertos; el resto de las unidades de la flotilla arrojaron torpedos y se alejaron. Para tratar de esquivar los artefactos el II grupo de reconocimiento ejecutó un brusco giro hacia el oeste, que provocó el abordaje del “Elbing”, de 4.300 toneladas, por el acorazado de su misma bandera “Posen” que le seguía a poca distancia moviéndose a 16 nudos. Evacuada su dotación, el inmovilizado buque seria autohundido por los propios germanos. Uno de los destructores de la 4ª flotilla, el “Spitfire” se vio en el trance de ser abordado deliberadamente por el acorazado “Nassau”, aunque terminaron rozándose lateralmente e intercambiando algunos disparos.

Estos enfrentamientos dispersos eran vislumbrados desde el resto de los barcos presentes con intensa emoción. Cediendo la palabra a Von Hase: “ Veíamos los fogonazos de los disparos, los grandes piques iluminados por los proyectores (…) no podíamos distinguir los detalles, pero los resultados de la lucha que se libraba se hacían patentes para nosotros cuando un llameante buque tras otro,al rojo vivo, desfilaba en las cercanías

Poco más tarde la 4ª flotilla volvió a protagonizar otro agónico episodio, cuando varias bengalas iluminantes arrojadas por los alemanes delataron su posición. El “Broke” tocado en el timón y con 81 bajas a bordo abordó al “Sparrowhawk” ( de la clase "K", de unas 1.000 toneladas y 31 nudos ), que instantes después era también abordado por el “Contest”. A las 3.00 el “Sparrowhawk” fue abandonado y rematado por otro destructor inglés. Este nuevo sacrificio no fue en balde, porque durante todo el incidente los destructores volvieron a usar sus tubos lanzatorpedos, haciendo diana en el crucero ligero “Rostock”,causándole 20 bajas y tales desperfectos que a las 3.45 sería evacuado y hundido por su propia dotación. A modo de colofón, la 4ª escuadrilla todavía lanzaría un postrer e infructuoso ataque en el que caerían el “Fortune” y el “Ardent”( también destructores de la clase "K"), con 150 muertos y decenas de heridos.

Junto a las vicisitudes de la 4º flotilla, otros destructores ingleses se vieron envueltos en desfavorables incidentes, como el “Turbulent”, que a las 00.15 se enfrentó al acorazado “Westfalen” y resultó hundido arrastrando a 90 de sus hombres. Su compañero de la 13º flotilla, el “Petard” fue asimismo alcanzado pero consiguió escapar al precio de 15 bajas. En torno a las 00.30 la mayor parte de la escuadra germana había rebasado por completo la cola de su antagonista, suceso que fue percibido desde los acorazados británicos de la 6ª división, al descubrir que los combates se desplazaban en una línea desde estribor a babor. Jellicoe, sin información precisa sobre la entidad de las fuerzas que estaban combatiendo y desconociendo la presencia de acorazados entre ellas prefirió mantenerse como iba. Lo cierto es que ambas flotas, después de haber cortado su rumbo y casi coincidir, siguieron marchas divergentes. Scheer ya acariciaba su objetivo, los protectores campos de minas de Horns Reef. Tan solo la 12ª flotilla de destructores ingleses se interponía en su camino. Esta flotilla se había ubicado a unos 15 kilómetros al norte de la 1ª escuadra de acorazados de Jellicoe, para luego desplazarse otros 8 kilómetros hacia el este, lo que la llevó a interceptar casualmente a la Hochseeflotte a las 1.45, detectando a la II escuadra de los pre-dreadnought. A las 1.52 el comandante de la flotilla, Stirling, radió su importante descubrimiento, que sin embargo no fue recibido en ninguna estación inglesa, posiblemente por las interferencias de las estaciones radiotelegráficas alemanas en tierra firme.

Los destructores de Stirling tomaron posiciones para un ataque torpedero a vuelta encontrada, adelantando primero a la agrupación enemiga, arrojando finalmente a las 2.10 un abanico compuesto por una docena de torpedos. En los barcos teutones no se apercibieron hasta el último instante del peligro, y su desesperada maniobra evasiva no salvó al acorazado “Pommern” de 13.200 toneladas que a las 2.20 pegó un formidable estallido de llamaradas y se perdió junto con toda su marinería, 844 hombres, constituyendo la baja más sangrienta de la flota alemana en todo el combate. Por añadidura, el destructor inglés “Maened” que arrojó con un breve retraso sus tres torpedos hizo blanco en su homologo alemán V-4, que tuvo 22 bajas y se hundió velozmente, aunque sus náufragos fueron pronto rescatados por barcos propios.

Virtualmente, ahí finalizó la batalla de Jutlandia, porque ambas agrupaciones continuaron alejándose, y a las 3.00 del 1 de junio los gruesos respectivos estaban ya a 50 kilómetros uno de otro, separación que seguiría dilatándose. Los expectantes vigías no hallaron rastro alguno del adversario, ni entonces ni en las horas siguientes bajo la creciente amanecida. Scheer aguardó un tiempo en Horns Reef hasta que le llegaron las noticias del naufragio del Lutzow, en retirada desde hacia varias horas y que no pudo finalmente superar sus vías de agua y otros destrozos, aunque fue evacuado ordenadamente por los 4 destructores que le habían prestado escolta.

Tras confirmar el final del crucero de batalla, el almirante alemán se deslizó entre los campos de minas propios llegando por fin a la anhelada base de Wilhemshaven al mediodía del 1 de junio de 1916.

Durante aquellas mismas horas y ante la ausencia del enemigo, Jellicoe reagrupó sus muy desperdigadas unidades, sin ir mas lejos a la 6ª división que solo al mediodía logro conectar con el resto de los acorazados. Después de varios rastreos infructuosos, el jefe británico terminó por dirigirse de regreso a Scapa Flow, un tanto chasqueado e inmediatamente criticado en su país por mostrar falta de resolución frente a una fuerza contraria manifiestamente más débil.

21.7.09

POR EL VALLE DE LAS SOMBRAS: EL SOMME ( I PARTE )


MAPA. POSICIONES DE PARTIDA BRITÁNICAS EL 1 DE JULIO DE 1916 AL NORTE DEL SOMME, Y LÍNEAS Y UNIDADES ALEMANAS PRESENTES EN EL SECTOR.


A pesar de la sangría de Verdun, las previsiones aliadas para una ofensiva determinante en el verano de 1916 siguieron su curso. La fuerza británica en Francia había aumentado hasta alcanzar los 1.146.357 soldados en abril, rozando el millón y medio a finales de junio. Haig hubiera preferido descargar el golpe en Flandes, pero los franceses le convencieron para propinarlo más al sur, en el sector del río Somme, que había permanecido en calma relativa desde los combates de otoño de 1914. El grandioso proyecto habría contado con la participación de 39 divisiones francesas agrupadas en tres ejércitos ( el 2,6 y 3 ) mando de Foch, pero tuvo que reducirse drásticamente a la vista de la preocupante evolución en Verdun. Joffre finalmente disminuyó su contribución a 26 divisiones ( no disponibles simultáneamente ), cediendo el protagonismo y el esfuerzo central a los británicos. Se acordó que la operaciones de asalto directo empezarían el 29 de junio. No obstante, el poderoso bombardeo preliminar, concebido como la principal herramienta ofensiva puesto que teóricamente la infantería se limitaría a rematar la faena sobre el terreno despejado, comenzaría el 24 de junio.

Los mandos del OHL esperaban alguna clase de maniobra de diversión enemiga en el frente Occidental para aliviar la presión que padecían los franceses en Verdun, pero no descubrieron con antelación el punto exacto. Sobre el frente escogido, de unos 30 kilómetros de longitud y próximo al nudo de carreteras de Bapaume que Haig había establecido como objetivo mínimo, se hallaba establecido el II ejército alemán de Von Below. Este sí se había apercibido de los preparativos Aliados, pero no consiguió persuadir a sus superiores de la inminencia de un gran ataque. El II ejército estaba compuesto por 11 divisiones, cinco de las cuales permanecían apostadas al norte del Somme, en torno a las riberas del Ancre; otras tres estaban al sur, hasta el Seurre que marcaba el punto más meridional del futuro empuje enemigo. Las tres restantes se mantenían como reserva en las inmediaciones. En conjunto, el equipamiento de estas unidades era correcto ( de hecho la mayoría de sus miembros exhibían los nuevos cascos metálicos  redondeados “stahlhelm” que reemplazaban al clásico “pickelhaube” puntiagudo de cuero ). Eso si, andaban algo escasas de artillería pesada y aviones debido a las transferencias realizadas para reforzar al V ejército que disputaba la posesión de Verdun desde principios de año. La tranquilidad del sector, en cambio, había permitido erigir una sólida red de trincheras ampliamente provistas de alambre de espino, o nidos de ametralladoras y morteros que cubrían las rutas de aproximación.

De hecho, la inminencia del ataque en el Somme coincidió con la última gran apuesta de Falkenhayn el 21 de junio de 1916 sobre la margen izquierda del Mosa, al oeste de Verdun, precisamente cancelada cuando el rugido de los cañones Aliados se desencadenó en el Somme el día previsto, el 24 de junio. Organizada en baterías que reunían 2.200 bocas de fuego ( 1.500 inglesas y unas 700 francesas ), la artillería aliada estaba desplegada 900 metros por detrás de su propio frente, mientras que las piezas pesadas de sitio permanecían 1,5 kilómetros detrás de aquellas. Desde ese día y durante la semana siguiente, sin interrupciones, este dispositivo arrojó sobre las posiciones alemanas la inaudita cifra de 1.500.000 proyectiles con los devastadores y mortíferos efectos imaginables:
El rugido nunca cesaba (…) no nos llegaba agua o comida (…) los hombres se volvían histéricos y sus camaradas tenían que golpearles para impedirles que corrieran al exterior y se expusieran al vendaval de proyectiles; hasta las ratas eran presas del pánico y se refugiaban en nuestros camastros. Corrían por las paredes y tuvimos que matarlas con las palas”, escribió el veterano S. Westmann, en un episodio que sirvió de inspiración para el capítulo VI de la novela de Remarque “ Sin novedad en el frente”. Esta versión aliada del “Trommelfeuer” practicado anteriormente por los alemanes en Verdun o por los rusos en el lago Naroch fue diseñada por Haig, Rawlinson, ( comandante del 4º ejército británico comprometido en la operación ) y el general francés Nivelle, confiados en que esa barrera preparatoria de fuego infligiría daños cruciales. A continuación sería el momento de ejecutar el plan de progresión de Haig, con el 4º ejército y las divisiones francesas de Foch actuando como puntas de lanza; una vez culminada la ruptura, estas fuerzas girarían hacia el norte para ampliar el derrumbe alemán, dejando una brecha que sería explotada por la caballería británica que aguardaba en retaguardia. Los ingleses deberían girar al norte y noreste y los franceses al sureste. El objetivo inmediato, pero sin fijar plazos,  de los franceses eran las elevaciones al este del Somme y al sur de Peronne.  El de los ingleses, las alturas desde Le Tras los hasta Achiet. 

El asalto de la infantería aliada estaba originalmente establecido para el 29 de junio, pero se retrasó hasta el amanecer del 1 de julio por culpa de las copiosas lluvias y porque se descubrió que el bombardeo, a pesar de su inmensa potencia, no había conseguido arrasar todas las barreras de alambre de espino. De todos modos el grado de destrucción fue muy notable: “ todos los obstáculos fueron aplastados y asimismo las trincheras fueron en su mayor parte sepultadas” apuntaría Falkenhayn posteriormente.

La guinda la puso el último bombardeo preparatorio, entre las 6.25-7.30 del 1 de julio, a razón de 3.500 proyectiles por minuto, culminado con la explosión final de varias enormes minas excavadas trabajosamente en el subsuelo a las 7.28.

Llegó la señal para que los infantes británicos y franceses se adelantaran en sus áreas respectivas, avanzando en líneas levemente separadas y a paso regular ( aunque algunas divisiones fueron algo más imaginativas, como la 31º, que empezó a desplegarse 10 minutos antes del momento cero ). La progresión fue desigual; en ciertos puntos el alambre de espino alemán se mantenía casi intacto y los espacios despejados en él eran tan estrechos que provocaba congestiones de paso, con los hombres casi detenidos, mientras que en otros lugares estaba mucho más dañado y permitía vía libre. Como había sucedido el año anterior y en Verdun, los defensores comenzaron a brotar de sus búnkeres de 10 metros de profundidad, aturdidos y cansados, pero portando sus mortíferas ametralladoras.

A las 8 de la mañana Haig se mostró bastante satisfecho con los aparentes progresos. Sus hombres no tanto, porque estaban experimentando un severo castigo que saturaba los puestos de socorro con miles de heridos. Habían entrado en combate 13 divisiones británicas que acumulaban 57.000 bajas, de ellas unas 20.000 mortales, la jornada más sangrienta sufrida por el ejército británico en su historia. Por ejemplo, el batallón 6º Royal Warwicks encajó 520 muertos y 316 heridos sobre un total de 836 efectivos originales, es decir, baja al completo.

Las ganancias de espacio fueron magras: tan solo un par de kilómetros de penetración en el mejor de los casos en Montauban y Mametz, aparte del reducto “Leipzig”; en cambio en Gommecourt, Beaumont y Thiepval prácticamente no se había conseguido nada. Las 5 divisiones francesas participantes, dirigidas por el general Fayolle, se apuntaron un leve éxito, tal vez por haber dispuesto de artillería de mas calibre, capturando un tramo de la primera línea de trincheras alemanas y alcanzando las afueras de Herbecourt, aunque lejos todavía de su objetivo marcado, Peronne.

Desde luego, del mismo modo que en 1915, el abismo abierto entre las esperanzas puestas en ofensivas consideradas clave y definitivas, y la realidad decepcionante era muy difícil de digerir. De hecho, no fue aceptado. El pensamiento recurrente de Haig y otros mandos de los beligerantes en la misma tesitura podría resumirse de la siguiente manera:” Bien, es preciso continuar y acabar lo empezado, cueste lo que cueste. Un poco más de presión y sacrificio, y seguro que esos desgraciados de enfrente acabarán cediendo”. Ese tipo de convicciones prolongaría la espantosa batalla durante cinco meses, transformándola en un espeluznante desafío de desgaste, de manera similar a lo acontecido en Verdun.
MAPA. VISTA GENERAL CON LA RED VIARIA DEL SOMME Y LAS 3 LÍNEAS FORTIFICADAS ALEMANAS

Hasta mediados de julio prosiguieron las acciones restringidas aunque costosas para intentar rebasar la segunda línea alemana, sobre todo en Contalmaison y el bosque de Mametz, que finalmente quedó asegurado el 13 de julio. Los franceses se apuntaron algunos progresos en la carretera de Bray a Peronne, atravesando la meseta de Flacourt. Todo ello en medio de ímprobos esfuerzos y sazonado de persistentes contraataques alemanes contra Montauban y Mametz. En la noche del 13 al 14 un golpe de mano nocturno alimentó las ilusiones Aliadas, con la captura de Bazentin-Le-Petit seguida el 15 de julio por la irrupción en el bosque de Delville; pero los alemanes se rehicieron ante la lentitud del avance y retuvieron esa floresta, en parte gracias a la progresiva incorporación de 14 divisiones alemanas de refresco a lo largo de esas semanas, equilibrando la superioridad numérica inicial de los Aliados ( que era de 4 a 1 en la primera semana de julio )

Por lo demás, aunque distaba de ser un factor determinante, los Aliados se habían hecho con el dominio sobre los cielos del Somme, con 201 aviones galos y 185 británicos, frente a 129 alemanes. En los combates preparatorios en junio, ni siquiera el liderazgo de Max Immelman, el mejor piloto germano del momento, pudo alterar este desequilibrio, y el mismo Immelman acabó siendo derribado y muerto.
                                           CUADRO. COMBATE EN POZIERES JULIO 1916


El 19 de julio se llevó a cabo una incursión de distracción en Fromelles y las vecinas colinas de Aubers, inmediatamente al norte del área en disputa del Somme, a cargo de veteranos del Anzac duchos en la expedición a Gallipoli. Desde un comienzo la ejecución de esta incursión fue motivo de controversia. El general Elliot, jefe del contingente australiano y un oficial del Alto Estado Mayor, Howard, sostuvieron que debían cancelarse los preparativos a causa de la solidez de las defensas alemanas y la falta de un motivo consistente para arriesgarse, puesto que el adversario no estaba retirando sus tropas desde allí para enviarlas como refuerzo al Somme. Su postura fue agriamente contestada por el comandante del cuerpo de ejército al que estaban asignados los australianos, Sir Richard Haking, que sostenía lo siguiente: “ Las tropas están preparadas, están dispuestas y ansiosas por atacar, y me parece que cualquier cambio de planes tendría consecuencias negativas sobre las tropas en este momento”. No debía desmoralizarse a los soldados retrasando o cancelando el operativo. La verdad es que Fromelles supuso un nuevo y sangriento varapalo, con 2.100 muertos, 4.000 heridos y 500 prisioneros, por solo 1.500 bajas alemanas.

A finales de julio, los líderes políticos y mediáticos en Londres mostraron las primeras señales de zozobra ante la magnitud de las pérdidas sufridas por el ejército en esta campaña. Desde el Estado Mayor Imperial en la ciudad del Támesis, Robertson escribía a Haig: “los que mandan comienzan a inquietarse un poco respecto a la situación (…) si la pérdida de, digamos, 300.000 hombres nos permitirá obtener resultados realmente extraordinarios, porque si no, deberíamos contentarnos con algo menos de lo que estamos haciendo ahora