16.6.07

¿ CÓMO SUPERAR EL ESTANCAMIENTO EN EL OESTE? PRETENSIÓN DE RECONQUISTA FRANCESA. APARICIÓN DE LAS ARMAS QUÍMICAS


Concluida la forzosa pausa invernal, que en algunos puntos del frente fue incluso acompañada por espontáneas confraternizaciones navideñas severamente reprimidas o censuradas por los mandos, la esperanza de los franceses consistía en retomar la senda de éxitos logrados en el Marne el año anterior. Cobraron forma entonces una serie de propuestas que pretendían desalojar de una vez a los alemanes de suelo francés y belga alcanzando el río Mosa: Joffre había previsto crear dos grandes boquetes en el dispositivo enemigo, partiendo de la Champaña ( en dirección sur-norte ) y desde el Artois ( dirección oeste-este ). Una vez conseguido esto, les tocaría el turno a las fuerzas de reserva concentradas en Verdun para presionar a los alemanes en retirada y rematar el golpe.

A partir del 16 de febrero de 1915 arrancó el primer avance en , precedido de una poderosa barrera de fuego artillero (pronto denominado "Trommelfeuer" , "ardiente redoble de tambor" en alemán) de 30 minutos de duración que según se esperaba aniquilaría las posiciones contrarias y facilitaría la labor de la infantería propia. Inmediatamente se descubrió la insospechada fortaleza de la red de trincheras, que permanecían más o menos intactas y que frenaban en seco a los atacantes con su acumulación de espesas barreras de alambre de espino, campos de minas y defensores con armas de tiro rápido ( ametralladoras, fusiles y cañones de elevada cadencia de fuego ). Algunas muestras de la superioridad de las tácticas defensivas sobre las ofensivas habían podido apreciarse durante la "Carrera hacía el mar" en otoño de 1914 o en las escaramuzas sangrientas del invierno, pero ahora ese hecho recibió plena confirmación.  A principios de marzo  de 1915 la moral de las tropas comprometidas había decaído tanto que el general J. B. Dumas, que dirigía el XVII cuerpo de ejército francés, dio instrucciones para golpear a culatazos a los reticentes a participar en los asaltos. Al cabo de un mes de esfuerzos, el 17 de marzo, la ofensiva de Champaña se apagó con un elevadísimo coste de 200.000 bajas francesas por 80.000 alemanas, sin apenas compensaciones territoriales.

Justo en esas fechas le correspondió a los ingleses el relevo en la presión, con un asalto en Neuve Chapelle: 350 piezas de artillería dieron cobertura a la infantería, aprovechando el novedoso reconocimiento aéreo para seleccionar blancos. Aunque se logró atravesar la primera línea germana, pronto se paralizó la progresión de las tropas británicas debido en parte al espectacular incremento de las pérdidas humanas y en parte a que los relevos acudieron con cinco horas de retraso, con lo que se esfumaron las posibilidades de un triunfo importante, con el añadido de 11.000 bajas angloindias. Apenas se consiguió desplazar las posiciones un par de kilómetros. 

A pesar de los desalentadores resultados se puso en marcha el 9 de mayo de 1915 el segundo golpe proyectado por Joffre, el ataque en Artois, (II batalla de Artois)  en las proximidades de la ciudades de Arras y Vimy. Una prometedora ruptura inicial, materializada en cinco kilómetros de profundización en zona enemiga conseguidos por la división Marroquí y la división 77º fue obtenida a base del despliegue de una barrera rodante de tiro de artillería, que incluso se abrió en semicírculo para adaptarse mejor al avance. Pero pronto cayó en el ya familiar estancamiento debido a las graves perdidas acumuladas y la veloz llegada de refuerzos alemanes transportados por ferrocarril hasta la segunda línea defensiva que resultó infranqueable; en cambio los refuerzos franceses progresaban penosamente a través de un terreno arrasado por el combate previo y sin caminos transitables. El 17 de junio finalizaron los enfrentamientos, con el coste de 100.000 bajas francesas y unas 75.000  alemanas. También se registró el primer uso francés de armas químicas, a base de proyectiles de disulfuro de carbono y fósforo.



 French trató de respaldar el esfuerzo de sus aliados franceses con renovados contrataques a partir del mismo 9 de mayo en Fromelles y La Bassee, al norte del Artois, pero con resultados igualmente desalentadores, entre otras cosas por el fracaso de los bombardeos preliminares a causa de la escasez de proyectiles o sus deficiencias de fabricación. Para completar la captura de los Altos de Aubers. empezó una nueva operación cerca de Festubert entre los días 15-27 de mayo. El bombardeo preliminar fue metódico pero desigual en su efectividad, a base de morteros de 120 mm a 380 mm, relativamente eficaces contra el alambre de espino. La artillería  actuó preferentemente contra las piezas alemanas identificadas desde el aire, pero no logró paralizar significativamente la actividad de las mismas. Por la noche se lanzaban granadas de fragmentación para interferir la afluencia de suministros y refuerzos y los intentos de reparar las defensas que los alemanes intentaban reconstruir. Esencialmente la lucha giró en torno al denominado Cuadrilátero, un reducto que los ingleses trataron de flanquear con dos penetraciones al sur y al norte del mismo. El 17 y 18 de mayo acudieron refuerzos alemanes y disminuyeron los bombardeos por el agotamiento de los depósitos de municiones de los morteros ligeros. El día 18 intervinieron 2 brigadas de refresco, la 3º brigada canadiense extraída de la división de ese origen, y la 4º brigada , extraída de la 2º división. Después de un nuevo bombardeo de preparación durante un par de horas, la lenta recepción de las órdenes a pesar de la introducción del teléfono de campaña produjo importantes desfases, hasta de tres horas más tarde de su emisión. Su consecuencia más grave fue la descoordinación entre las brigadas comprometidas en el avance. Tras un pausa, el día 24 de mayo hubo otro gran esfuerzo protagonizado esta vez por otra pareja de brigadas, en esta ocasión la 140º , extraída de la 47º división y la 2º canadiense, de la división homónima, sin resultados decisivos.

El adjunto de French, Douglas Haig, terminó plegandose de mala gana a las peticiones de sus generales de división Hacking y Gough que solicitaban un parón en la ofensiva. 

 Von Falkenhayn resumió así los hechos: 


"Acordamos transferir otra división desde el Oeste, aunque  allí los síntomas de una ofensiva de alivio a gran escala estaba haciéndose evidentes.


Esta empezó el 9 de mayo por los ingleses en Loos al suroeste de Lille, y por los franceses en los altos de Loretto, al noreste de Arrás, principalmente en el sector del VI ejército, por tanto. Los poderes de resistencia de los alemanes fueron sometidos a una dura prueba por esta ofensiva, y todavía más la templanza de los nervios de los líderes, como siempre en las batallas defensivas, las de los comandantes locales no menos que los del Alto Estado Mayor Sin embargo  todos los cálculos previos probaron ser correctos. Después de que la situación estuviera al filo de un canto durante un día, debido a la superioridad numérica enemiga, fue completamente restaurada por la intervención de las reservas alemanas, que eran naturalmente muy parcas. Entonces la anterior, desesperada lucha por las posiciones se reanudó. Fue mantenida por el enemigo con graves pérdidas hasta mediados de junio. Naturalmente hubo también pérdidas que lamentar en el lado alemán. En proporción un daño muchísimo mayor fue infligido al enemigo, en cualquier caso,  fueron soportables, y además el reiterado triunfo rechazando  a  un número de enemigos enormemente superior proporcionaron a las tropas un muy bienvenido incremento del orgullo y la autoconfianza."


El primer intento de romper el equilibrio recurriendo a recursos imaginativos y novedosos ocurrió durante la II batalla de Ypres, a finales de abril de 1915, dentro de una maniobra restringida autorizada por Falkenhayn para encubrir la transferencia de diez divisiones al frente oriental. Los alemanes habían realizado un experimento de armas químicas, exactamente de gases tóxicos, en enero de 1915 contra los rusos, pero lo inadecuado del procedimiento (el crudo frío invernal impedía la apropiada vaporización del gas) frustró las expectativas. En cambio en el saliente de Ypres, con unos adecuados depósitos cilíndricos y valorando el factor meteorológico de los vientos dominantes en el área, el efecto de los gases sobre fuerzas desprevenidas fue demoledor.

MAPA. LA II BATALLA DE YPRES


Los hombres de la división colonial argelina sobre los que se descargó el producto vieron al principio "... dos curiosas nubes amarillento verdosas que se diseminaban lateralmente, arremolinándose y movidas por una suave brisa, convirtiéndose en una bruma blanco-azulada, como las que hay sobre una superficie del agua en las noches neblinosas...", para verse a continuación presas de vómitos y asfixia que terminaron en una desbanda de los soldados supervivientes. Los atacantes alemanes no hallaron ninguna resistencia y penetraron incruentamente cuatro kilómetros solo contenidos, paradójicamente, por su propio gas, puesto que no portaban aún equipos protectores. El denodado sacrificio de una división canadiense desplazada apresuradamente evitó males mayores a los Aliados y a duras penas conservó la propia Ypres.

Una de las consecuencias de esta fallida ofensiva aliada de primavera fue la honda crisis política desatada en el gabinete británico. Los artículos del coronel Repington publicados en la prensa en el mes de mayo aludiendo a la escasez o inefectividad de las municiones de artillería empleadas durante los recientes combates y las subsiguientes consecuencias, tales como el desbaratamiento de las previsiones de acción y el aumento desorbitado de las perdidas de la infantería inglesa provocaron un gran revuelo en la opinión pública inglesa y un aumento de la presión del partido conservador que exigió formar un gobierno de coalición con el hasta entonces hegemónico partido liberal. En el trasfondo de la disputa subyacía la necesidad de afrontar una política de planificación industrial a largo plazo y a escala masiva; se propuso la creación de un ministerio de Municiones encargado de agilizar la fabricación de proyectiles y controlar su calidad. Coincidió esta crisis con la provocada por la dimisión de Lord Fisher, que renunció a la jefatura del Almirantazgo disgustado por los resultados inciertos del desembarco de Gallipolí, que el había desaconsejado.

El 19 de mayo de 1915 el primer ministro Asquith aceptó a los conservadores en su gabinete. Churchill se contaba entre los destituidos, salpicado por las dificultades que se presentaron en los Dardanelos y marcado por el antiguo resentimiento de los conservadores (cuyas filas había abandonado años antes para unirse a los liberales) que habían exigido su cese. Kitchener y Lloyd George mantuvieron sus puestos en los ministerios de Guerra y Economía, mientras que el conservador Lord Balfour tomaba la dirección naval del Almirantazgo.

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