16.7.13

ESPECIAL: CONDICIONES DE VIDA DE LAS TROPAS FRANCESAS



Muchos soldados franceses recibian paquetes procedentes del hogar o de amistades postales, que solían incluir guantes, pañuelos, comida y tabaco. Los alimentos que procedían de sus propias o vecinas  granjas eran los más celebradas. Existía una regla no escrita para compartir el contenido con los camaradas, aportando un suplemento al rancho monótono. Las corresponsales femeninas para los hombres solteros o de departamentos alejados aportaban un elemento humano que aliviaba las carencias afectivas.

La rutina diaria se distribuía del siguiente modo:
Durante el día se reparaban viejas trincheras, excavar nuevas, traer alambre de espino, sacos de tierra, municiones desde las líneas de reserva. Por la noche era posible trabajar mas abiertamente en las reparaciones de las defensas externas y parapetos alambrados.


Existían dos tipos de raciones alimenticias, en función del tipo de actividad que desempeñase cada regimiento. Ambas tenían en común una ración diaria a base de:
-         700 gramos de pan
-         600 gramos de carne fresca
-         300 gramos de carne en conserva
-         ½ litro de vino, o un litro de cerveza o sidra.

La diferencia entre los dos tipos de raciones venía dada por la entrega de una provisión extra de patatas, pasta, azúcar y café. Las conservas de sardinas en aceite sustituían frecuentemente a la ración de carne.

En las raciones de las tropas coloniales musulmanas se evitaba cuidadosamente el cerdo y el alcohol.

Cada regimiento almacenaba una reserva de comida para varios días, paquetes de azúcar y café, sopa deshidratadas, conservas y embutidos. Cada compañía recibía una pequeña suma de dinero para comprar algunos productos locales a modo de complemento.

Las cocinas móviles estaban emplazadas en la segunda línea de trincheras, o incluso todavía mas alejadas en la retaguardia. En esas circunstancias la comida tenía que ser transportada a la línea del frente por partidas de trabajo seleccionadas en cada pelotón o escuadra. No era una misión agradable. Por ejemplo, en Verdun, a un grupo del 18º batallón de Cazadores a Pie le llevó toda una noche cumplir esa misión de abastecimiento:

Regresaron cabizbajos por la fatiga, al amanecer,  los últimos cientos de metros bajo el fuego de las ametralladoras enemigas. Exhaustos por el sobreesfuerzo, dijeron que preferían morir de hambre antes que hacer eso de nuevo. Pero al oscurecer, movidos por el sentido del deber y la camaradería, se lanzaron a través  del campo de cráteres.

El papel del vino y las bebidas espirituosas era trascendental. Se trataba de “pinard”, vino ordinario, aunque jocosamente los soldados rumoreaban que era aguado en las cocinas. En un periódico de trinchera se escribía: “ el agua es la bebida ordinaria del soldado; el vino, la bebida extraordinaria”. También se distribuían licores como el “gnole”, especialmente en vísperas de un asalto o en tiempo gélido, a razón de un octavo de litro por escuadra. Los cabos eran especialmente valorados por su habilidad para escanciar en partes iguales el preciado líquido.


  Las molestias causadas por las ratas, según el testimonio de Jacques Vandebeuque, destinado en Les Eparges solo eran una parte de los padecimientos:


" Ratas, ratas en un número incalculable, son las dueñas de la posición. Se multiplican por cientos en cada casa arruinada, en cada refugio subterraneo (...) he consumido algunas terribles noches: cubierto con mi capote,  he sentido a estas horribles bestezuelas moviendose sobre mi cuerpo. Hay quince o veinte sobre cada uno de nosotros, y tras devorarlo todo, pan, mantequilla, chocolate, empiezan con nuestras ropas. Imposible dormir en estas condiciones: un centenar de veces en la madrugada,  arrojo mi manta y el sobresalto que les doy con una luz es solamente temporal. Casi inmeditamente, regresan incluso en mayor número"

Otras visiones eran mucho más truculentas:
AMPLIACIÓN: DIVERSOS TESTIMONIOS DE LA LUCHA EN LAS TRINCHERAS 

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