24.9.13

COLAPSO ITALIANO EN CAPORETTO ( OFENSIVA TOLMEIN )



La caída en agosto-septiembre de 1917 de las alturas en torno a Gorizia ( meseta de Bainsizza ) en la undécima batalla del Isonzo y en consecuencia, las angustiosas peticiones austrohúngaras de ayuda, disuadieron  al OHL de su prevista campaña en Moldavia  impulsándole en cambio a  intervenir en los Alpes. Ludendorff no pudo encontrar suficientes divisiones para atacar desde el Tirol como habría preferido. La penuria de  efectivos precisos había sido una de las razones de que la campaña previa de Conrad en 1916 hubiera  fracasado. Esta vez escogió como área para la acción el frente italiano comprendido en el segmento de 35 kilómetros al noreste de Cividale. Aparentemente no era un lugar muy apropiado a causa de las dificultades del terreno montañoso y las comunicaciones inadecuadas. Pero por eso mismo los italianos ni imaginaban que una acometida a gran escala pudiera desarrollarse en ese punto. Confiaban en sus fortificaciones de alta montaña, y sus líneas en el Alto Isonzo  eran algo tenues comparadas con las del tramo bajo del valle. El plan austroalemán contemplaba romper allí, cruzar las montañas al norte de Cividale, y caer sobre Udine copando el flanco  derecho italiano que formaba  el 3º ejército.


El ataque sería encabezado por el recién creado XIV ejército bajo el mando del general Otto von Below. Su núcleo estaba compuesto por las dos divisiones de montaña del Cuerpo Alpino,  trasladado desde Bukovina donde prestaba servicio, a las que se añadieron tres divisiones de infantería y algunos batallones Jäger ( cazadores ) junto con artillería y tropas de apoyo. Después de recibir equipamientos especiales, el ejército empezó a entrenarse en las expediciones de montaña antes de ser desplegado a ambos lados de Tolmein sobre el río Isonzo, donde los austriacos mantenían una cabeza de puente. Fue reforzado por dos cuerpos austrohúngaros y poco después por dos divisiones llegadas desde el Este. La ofensiva debía empezar a mediados de octubre y sería complementada por un avance en Tirol de participación exclusiva  austrohúngara. Las complicaciones provocadas por la III batalla de Ypres en Passchendaele obligaron a retrasar la operación. 

Documento de apoyo:  RELATO  DE E. ROMMEL SOBRE LOS PREPARATIVOS DEL XIV EJÉRCITO  PARA LA CAMPAÑA DE CAPORETTO 


Por fin, a finales de octubre Von Below recibió vía libre para actuar. El 24 de octubre, tras un masivo barraje artillero de 4 horas con proyectiles de gas mostaza, los soldados de las Potencias Centrales rápidamente cruzaron la barrera de montaña mientras una división se deslizaba a través del valle, hacía Caporetto. Fueron desintegrados dos cuerpos italianos en el proceso. En solo tres días las tropas de asalto ocuparon Cividale y  presionaron por las montañas  hacía el alto Tagliamento. El mando austroalemán no había conocido al principio de la maniobra la profunda corrosión moral del ejército italiano, el cual estaba minado por las consecuencias de la revolución rusa, el descontento de la sociedad del país, la sensación de inutilidad de los sacrificios y las malas relaciones entre  sus distintos escalafones. Y ahora este descorazonamiento  quedó a la vista de todos, amigos y enemigos. Las líneas italianas sobre el Isonzo y la entrada de Carniola empezaron a desmoronarse. El 28 de octubre los austriacos recuperaron Gorizia y al día siguiente capturaron Udine, sede del cuartel general de Cadorna. 

BOLETÍN DE GUERRA Nº887, EMITIDO POR EL ALTO MANDO ITALIANO EL 28 DE OCTUBRE DE 1917

Debido a problemas de movilidad y suministros, los austroalemanes no pudieron mantener el ritmo de persecución y explotar el  éxito completamente. Hasta el 2 de noviembre no desalojaron a sus enemigos del valle del Tagliamento. El cruce del Livenza requirió otros cinco días. Aunque perdieron Belluno el día 10 de noviembre, los italianos se había recuperado lo suficiente como para repeler algunas acometidas en el alto Piave.  Con todo, a mediados de diciembre las vanguardias de Von Below habían alcanzado  el río Piave, a 100 kilómetros al oeste del Isonzo  y a las puertas de Venecia.


Pero los franceses y británicos, por razones estratégicas y de prestigio no podían permitir un colapso absoluto de su socio meridional, y transfirieron 11 divisiones en su auxilio bajo la conducción de Herbert Plumer. El mal tiempo creciente agravó los problemas de suministro  típicos de las zonas de montaña, que ya habían estropeado el ataque austriaco subsidiario en el Tirol (  muy débil de por si,  puesto que solo contaba con dos divisiones ) pensado para  rematar a las fuerzas de Roma. Las hazañas de varias pequeñas unidades de los "Arditi", las tropas de asalto creadas bajo la inspiración del teniente coronel G. Bassi en junio,  cubriendo sacrificadamente la retaguardia del 2º y 3º ejércitos para ganar tiempo durante el repliegue del Tagliamento al Piave y lanzando contrataques de diversión en el Trentino, contribuyeron a levantar la moral de los latinos. El frente quedó estabilizado en el Piave. 

Otra de las "victímas" de Caporetto fue Cadorna, criticado por no haber evitado la debacle  y por su estilo de mando descuidado y rudo. Le sustituyó el 7 de noviembre el general Armando Díaz, un napolitano de ascendencia española, con fama de buen coordinador y administrador, asesorado por los generales Badoglio y Giardino.


FOTO. EL GENERAL ARMANDO DÍAZ, QUE REEMPLAZÓ A CADORNA  AL FRENTE DEL EJÉRCITO ITALIANO TRAS LA HECATOMBE DE CAPORETTO.



A nivel político también hubo serias repercusiones. El primer ministro Boselli  dimitió al principio del desastre, el 26 de octubre, y el rey Victor Manuel III escogió a un  experimentado político liberal y nacionalista de origen siciliano, Vittorio E. Orlando, para sustituirle y tratar de insuflar ánimos al ejército y al pueblo, precisamente apelando a la inexcusable defensa y recuperación del suelo patrio recién capturado por el enemigo. 


GRÁFICO. LA CONFERENCIA DE RAPALLO EN NOVIEMBRE DE 1917 PARA COORDINAR LA AYUDA  ALIADA A ITALIA.

A pesar de no eliminar a Italia como contendiente, los dirigentes de las Potencias Centrales tenían motivos sobrados para la satisfacción. El ejército italiano había perdido 400.000 hombres ( la mayoría prisioneros ) y unas 2.500 piezas artilleras, mientras que las bajas austriacas y alemanas apenas habían sido de  20.000 hombres. Su derrota,  junto con el declive ruso, insufló nuevas esperanzas a las cuestionadas autoridades civiles y militares de la doble monarquía danubiana. Hindenburg  y Ludendorff recibieron otra confirmación de la excelencia de sus nuevas tácticas y habían obligado a los anglofranceses  a transferir valiosas divisiones al norte de Italia, apartándolas del frente Occidental.


Audio Histocast sobre Caporetto (largo)

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