Teniendo en
cuenta las considerables dificultades que atravesaba la nación, reflejadas en las condiciones del ejército, sometido a una grave disensión
interna y escaso de fusiles, al mismo tiempo que se detectaban dudas y colapso crecientes en el apoyo de la
retaguardia civil, fue meritorio que el flamante ministro Kerensky sacara adelante la
ejecución de su proyecto ofensivo. Por otro lado, contaba con el pleno apoyo de los embajadores
de la Entente capitaneados por el británico Buchanan, que presionaban desaforádamente a favor del mantenimiento de
Rusia en el conflicto y su contribución activa en la supuesta “ lucha por la libertad y
la democracia”.
FOTO. KERENSKY ( SEGUNDO POR LA DERECHA ) ASESORADO POR VARIOS MILITARES.
Los soldados eran menos entusiastas, a juzgar por lo
recogido en un informe del Estado Mayor el 17 de junio “ El Frente Norte
continúa en estado de efervescencia; los soldados siguen confraternizando y en
la infantería la actitud ante la ofensiva es desfavorable (…) en el Frente Occidental la situación es incierta . En el Suroccidental se nota una cierta
mejoría en la moral de las tropas (…) en el frente rumano no se observa ninguna
mejoría sensible: la infantería no quiere atacar”.
El esfuerzo
primordial estaría conducido por el 7º
ejército al norte del río Dniester, en el denominado Frente Suroccidental, apoyado directamente por el 11º ejército en un asalto dirigido contra Zolochiv, a lo largo del valle del río Zlota Lipa, en el camino a Lemberg, y del
8º ejército al sur del Dniester. A lo largo de la principal línea de avance de 65 kilómetros
dispondrían de 370 piezas de artillería pesada, 158 de calibre medio y 800
ligera. Por tanto, los planificadores postergaron la práctica de un frente ancho
y una preparación artillera más sobria que se había aplicado el año anterior
durante la ofensiva Brusilov. Tampoco se cuidó del mismo modo la cooperación
entre las acciones de la artillería e infantería.
Pero lo más preocupante eran episodios graves de insubordinación, que, todavía episódicos, estaban aumentando rápidamente. El coronel de un regimiento siberiano escribía en junio: " A los oficiales solo nos queda ponernos a salvo, porque ha llegado de Petrogrado un partidario de Lenin, soldado de la V compañía. A las 16 horas tendrá lugar una asamblea. Es cosa decidida que Morozko, Egorov y yo seremos ahorcados y que se juzgará a los demás oficiales para ajustar cuentas con ellos. Me iré a Loshany (...) Muchos de los mejores soldados y oficiales han huido ya"
Pero lo más preocupante eran episodios graves de insubordinación, que, todavía episódicos, estaban aumentando rápidamente. El coronel de un regimiento siberiano escribía en junio: " A los oficiales solo nos queda ponernos a salvo, porque ha llegado de Petrogrado un partidario de Lenin, soldado de la V compañía. A las 16 horas tendrá lugar una asamblea. Es cosa decidida que Morozko, Egorov y yo seremos ahorcados y que se juzgará a los demás oficiales para ajustar cuentas con ellos. Me iré a Loshany (...) Muchos de los mejores soldados y oficiales han huido ya"
El ataque
ruso, ya intuido por Ludendorff desde abril, empezó finalmente el 1 de julio,
con bombardeos preliminares desde el 29 de junio. No existió la sorpresa,
puesto que el jefe del Oberost desde el
verano de 1916, Max Hoffman, conocía desde mayo esos planes debido a la multitud de
filtraciones en la renovada y caótica dirección rusa, cuyos comandantes y
estados mayores estaban sujetos a
alteraciones constantes a rebufo de las periódicas agitaciones políticas de la administración rusa.
El mayor
triunfo se lo anotó Brusilov en Galitzia Oriental, al quebrar un tramo
de frente cerca de Lemberg defendido por las desmoralizados y agotados
austrohúngaros, que capitularon en tropel. Por ejemplo, en la segunda jornada
los soldados checos de la 19º división austrohúngara, espoleados por desertores
checos al servicio de los rusos se entregaron en masa. Un agrio Hoffman anotó a
mediados de julio: “[ Los austrohúngaros de origen checo] no contentos con huir, mienten y
envían falsos informes, y encima actúan desvergonzadamente, poniendo trabas
siempre que pueden. Me encantaría estar en guerra con ellos”. El 11º ejército ruso
también registró éxitos moderados contra los austrohúngaros al sur de Dniester
penetrando hasta Lomnica. Por su parte el 8º ejército del
general Kornilov movilizó diez divisiones de los cuerpos XII y XVI derrotando rotundamente al XXVI cuerpo austriaco. Tomó 7.000 prisioneros, capturó Halicz el 12 de julio y poco después Kalusz, al pie de los
Cárpatos.
FOTO. KERENSKY DURANTE UNA DE SUS MUCHAS VISITAS A LAS UNIDADES DEL FRENTE
FOTO. KERENSKY DURANTE UNA DE SUS MUCHAS VISITAS A LAS UNIDADES DEL FRENTE
Brusilov
profundizó unos 45 kilómetros, pero carecía de reservas disciplinadas para
explotar la ruptura: muchas unidades de refresco se mantenían apartadas del
frente, entregadas a acalorados debates internos sobre la conveniencia o no de
obedecer a sus oficiales.
En muchos lugares los alemanes simplemente se
retiraron a su segunda línea de defensa,
fuera del alcance de los bombardeos, y aniquilaron las oleadas rusas
siguientes. Especialmente hubo cruentos
choques en Bresany y Lysonia. No obstante, el 6 de julio el grueso del esfuerzo ruso ya había sido contenido y
rechazado por las formaciones de Hoffman. Las tardías intentonas más al norte no prosperaron: el Frente Norte efectuó bombardeos preliminares entre el 22-24 de julio, pero solo el XIV cuerpo atacó aisladamente. Como en el Frente Suroccidental, el primer ímpetu del avance se apagó a las pocas horas por la negativa de las tropas de apoyo a actuar. El Frente Oeste fue un calco de estas circunstancias. El 22 de julio el I cuerpo Siberiano consiguió tomar tres líneas de trincheras alemanas, pero no fue secundado por las reservas. Todo el esfuerzo se disipó y un desolado Denikin admitió el día 24 la imposibilidad de continuar. A mediados de mes, el dorado sueño de victoria de
Kerensky se había evaporado. Mientras, las aguas políticas bajaban muy agitadas a pie de calle en Petrogrado.
Entre el 16 y el 19 de julio varias manifestaciones de obreros con participación de soldados y marineros armados procedentes de la insumisa base Kronstadt alborotaron sus calles, en demanda de la liberación de unos presos anarquistas. Reunían a elementos políticos variopintos pero fueron capitalizadas por los bolcheviques. Al fracasar la oleada de protestas de las bautizadas como "jornadas de julio" y ser denunciados sus dirigentes como agentes al servicio de Alemania, Trotsky y otros jefes bolcheviques fueron arrestados y Lenin tuvo que abandonar presurosamente la ciudad y refugiarse en la vecina provincia de Finlandia, en casa de un policía. Kerensky, cuya autoridad salió fortalecida de la favorable resolución del pulso callejero a pesar del fallo en el frente, aprovechó para forzar una crisis de gobierno de la que emergió como nuevo primer ministro.
Entre el 16 y el 19 de julio varias manifestaciones de obreros con participación de soldados y marineros armados procedentes de la insumisa base Kronstadt alborotaron sus calles, en demanda de la liberación de unos presos anarquistas. Reunían a elementos políticos variopintos pero fueron capitalizadas por los bolcheviques. Al fracasar la oleada de protestas de las bautizadas como "jornadas de julio" y ser denunciados sus dirigentes como agentes al servicio de Alemania, Trotsky y otros jefes bolcheviques fueron arrestados y Lenin tuvo que abandonar presurosamente la ciudad y refugiarse en la vecina provincia de Finlandia, en casa de un policía. Kerensky, cuya autoridad salió fortalecida de la favorable resolución del pulso callejero a pesar del fallo en el frente, aprovechó para forzar una crisis de gobierno de la que emergió como nuevo primer ministro.
Entretanto
el Oberost estaba moviendo nuevas divisiones al área entre Zoboroth y el río
Sereth, con intención de golpear al sureste, hacia Tarnopol. El contraataque
empezó el 19 de julio en un frente de 20 kilómetros, con un progreso en
profundidad de 12 kilómetros el primer día. Tarnopol terminó cayendo el día 25,
lo que obligó a los rusos a recomponer todo su frente con repliegues continuos.
A principios de agosto de 1917 habían retrocedido más allá de Czernowitz en un
amplio sector. Pero los ejércitos austrohúngaros del archiduque José ni el
grupo Mackensen en Rumania no pudieron secundar el esfuerzo de Hoffman. En
cualquier caso, este último fue recompensado por el káiser con la medalla
Pour-le –mérite.
Ludendorff
estaba ansioso de dejar fuera de combate a su convulsa rival oriental y a
Rumania. “con el fin de permitirnos buscar una decisión en el Oeste en 1918
por medio de un ataque sobre Francia combinado con la guerra submarina, en caso
de que esta última no alcance el resultado deseado por si misma”. Por ello, ansiaba asestar un golpe resolutivo en el Este.
Un ataque
masivo a través de Moldavia contra los rumanos, cuyo ejército había sido
significativamente asesorado por consejeros franceses, era imposible hasta que
los inadecuados ferrocarriles fueran acondicionados. Más factible
era emprender una maniobra contra los
rusos en el norte. Durante los combates
de julio, Ludendorff había propuesto a Hoffman el cruce del río Dvina sobre Riga. La operación no podría iniciarse hasta que las divisiones imprescindibles no fueran transferidas al norte a finales de agosto.
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