26.5.07

REPLANTEAMIENTOS ESTRATEGICOS DE LOS IMPERIOS CENTRALES Y LOS ALIADOS EN EL INVIERNO DE 1914-1915

Rotas las presunciones basadas en el escenario de una guerra corta, ambos grupos de contendientes tuvieron que replantear sus estrategias. Se inició el intervencionismo de los gobiernos en la esfera económica y social, supeditando las necesidades materiales y el destino de los hombres al esfuerzo militar en los campos de batalla y a las industrias bélicas. Específicamente las Potencias Centrales impusieron ya en el invierno de 1914-1915 el control y racionamiento de ciertos productos, todavía limitado a una gama de artículos de origen tropical como el café, el caucho natural, el cacao, etc, que siendo genuinos productos de importación pronto escasearon. No obstante, en enero de 1915 comenzaron las primeras restricciones sobre un artículo de consumo masivo, el pan.

Cercados al oeste y el este por sus adversarios de la Entente, y separados de los accesos al Atlántico por el bloqueo naval de los ingleses en el mar del Norte y el Mediterráneo, los Imperios Centrales veían limitadas sus posibilidades de comercio exterior a Escandinavia, Holanda y momentáneamente a Italia y Rumanía; la desconexión con el resto del mundo y las colonias alemanas era completa. De hecho, los ingleses se ocupaban también de vigilar que los neutrales fronterizos de Alemania y Austria no recibieran productos extra para reexportarlos a estas últimas.

En esta tesitura, los altos estados mayores debían meditar los pasos a seguir tras el invierno de 1914-1915, cuando se reemprenderían los movimientos militares a gran escala. En los Imperios Centrales surgieron dos enfoques: los "occidentalistas" capitaneados por el nuevo jefe del OHL, Falkenhayn, que proponían mantener el grueso de las fuerzas alemanas en Francia y especulaban con una paz por separado con Rusia ( a través de Dinamarca se sondeó al zar Nicolás II al respecto), y los "orientalistas" dirigidos por Hindenburg y Von Hötzendorf que predicaban concentrar el vigor austro-alemán contra los rusos, percibidos como vulnerables por su deficiente equipación y organización, a pesar de su inmenso potencial humano y su contrastado espíritu de lucha. Los partidarios de ambas opciones cruzaban objeciones. Para los orientalistas una paz con Rusia sin haberla acorralado previamente en los campos de batalla era una posibilidad ingenua e irreal, y desconfiaban de imponer por las armas una decisión en el oeste debido a la igualdad armamentística en esa zona. Para los occidentalistas la amplitud del espacio ruso hacia inviable una victoria total en ese frente, solo serian alcanzables éxitos parciales, y creían que la guerra se ganaría ( o perdería ) en el considerado principal punto de concentración de fuerzas y recursos, el schwerpunkt, en Francia.

Incluso se añadió un tercer partido a partir de octubre de 1914, el de los balcánicos que exigían la conquista de Serbia, el despeje de las comunicaciones terrestres con Turquía y la atracción de Bulgaria y Rumania hacia las Potencias Centrales. Todo esto garantizaría refuerzos adicionales contra Rusia ( sumando los contingentes turcos de 700.000 hombres, los búlgaros de 400.000 y los rumanos de 500.000 ) y un importante abastecimiento de materias primas. Era la postura sostenida por el secretario de exteriores alemán, A. Zimmerman y muchos políticos austriacos.
IMAGEN. LA "VOLUBLE" ITALIA CORTEJADA POR SUS PRETENDIENTES.
De este modo pasaban a primer plano las naciones neutrales cortejadas por los diplomáticos beligerantes, que trataban de explotar afinidades y fobias, a fin de incrementar las fuerzas propias atrayendo nuevos aliados. En particular las presiones sobre Italia y Grecia se incrementaron de una manera notable. Grecia se debatía entre el liderazgo del aliadófilo primer ministro Venizelos ( reforzado por la reciente alianza del enemigo secular, Turquía, con Alemania ) y el rey heleno germanófilo Constantino, aunque la mayoría de la población se mostraba neutralista. En particular, los ingleses clamaron por una implicación griega en un posible asalto sobre Tracia Oriental, la última provincia turca en Europa. Esta idea venia motivada por la petición expresa del Gran Duque Nicolás a Gran Bretaña solicitando una intervención que aliviara el frente del Cáucaso. El Consejo de Guerra británico estudió inicialmente la cuestión en diciembre de 1914, y el ministro de Marina ( Primer Lord del Almirantazgo ) Winston Churchill sostuvo ante el primer ministro Asquith la necesidad de superar el estancamiento del frente Oeste y la obligada parada en las actividades bélicas provocada por el invierno concentrándose en posibilidades alternativas: en este caso, un ataque sobre el estrecho de los Dardanelos.  Las ventajas podían ser muchas. Golpearía la capital turca y prometía la pronta eliminación de este adversario; animaría a Bulgaria y Grecia a unirse  a los Aliados; ayudaría a Serbia; y restablecería la vital conexión marítima con . político liberal Lloyd George, entonces ministro de economía, compartía esta táctica de desbordamiento respecto al escenario central de los grandes frentes continentales, aunque era partidario de una intervención más modesta  en el mar Adriático contra Austria-Hungría en el puerto de Cattaro, aliviando a Serbia y animando a los italianos a unirse a la Entente. MAPA. VISTA DEL ESTRECHO DE LOS DARDANELOS

Una alternativa finalmente desechada contemplaba un desembarco en Alejandretta (Iskenderun ) para interrumpir el ferrocarril entre Estambul y Bagdad haciendo pie en Siria.  En la sesión del 13 de enero de 1915 el Consejo de Guerra se decidió por la empresa de los Dardanelos. El informe de Sackville Carden, destacado al frente de la flota en el Egeo, se mostraba favorable aunque subrayaba la necesidad de una acción metódica.

 En cambio, el generalato ingles y francés preferían la gran estrategia del choque decisivo en Francia ( exactamente el mismo parecer que el de los occidentalistas germanos ). En particular Joffre elaboraba jubilosas previsiones de recuperación de la zona ocupada y de aplastamiento de los alemanes hasta las fronteras; en esta misión estaría secundado por el Nuevo Ejército Británico que Kitchener estaba creando y entrenando en Gran Bretaña, y que para marzo de 1915 pasaría de la isla al continente en cantidades apreciables. El generalato aliado contemplaba con escepticismo las jugadas de desbordamiento y se negaba a ceder ni un hombre para proyectos que consideraba quiméricos. 

Con todo, el 13 de enero de 1915 el Consejo de Guerra se decidió por la empresa de los Dardanelos. Pero algo de escepticismo cundía entre los profesionales de la Royal Navy y la . El punto débil era la ambigüedad sobre como asegurar la ocupación de Gallipoli con un asalto exclusivamente naval, tal y como fue aprobado por el Consejo el 28 de febrero con el unánime apoyo de los políticos presentes pero con la velada oposición de Fisher, el primer Lord del Mar, que representaba la opinión profesional.
Asimismo, para el envite naval no se utilizarían a los modernos acorazados del tipo dreadnought, que debían vigilar desde las islas Orcadas los posibles movimientos de la flota alemana , sino a los prescindibles, anticuados y...frágiles acorazados predreadnought.

A regañadientes Kitchener y el ejército cedieron muy tardíamente el 10 de marzo optando por un cierto compromiso: en todo caso si fuera necesaria una acción terrestre se emplearían fundamentalmente en la empresa del desbordamiento tropas coloniales de la Commonwealth británica ( australianos y neozelandeses ), sin distraer hombres de la crucial lucha en Francia. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola soy mayi creo el trabajo pudo estar mejor pues los titulos deben estar con otro color para que se distingan. y se veria mas padre.