8.4.20

LA DEFENESTRACIÓN DE LUDENDORFF. LA PROYECTADA SALIDA DE LA FLOTA Y EL AMOTINAMIENTO DE LOS MARINEROS DE KIEL


Ante las crecientes presiones desde ámbitos políticos y civiles para que abdicara (como el periódico Frankfurter Zeitung, que el día 24 de octubre afirmaba que solo la abdicación podía asegurar unas condiciones de paz razonables), Guillermo II se inclinó a respaldar al canciller Max von Baden en su divorcio del Alto Mando. El canciller y el Reichstag parecían apostar por un regencia y un armisticio inmediato que mantendrían el régimen del II Reich, aunque reformado. Por otra parte, el espectro de una revolución de cuño soviético era una posibilidad  manejada a conveniencia, bien para favorecer la abdicación, aduciendo que las masas socialistas  se alzarían y destruirían el estado, la administración y todas las instituciones si no se producía. Pero ese latente temor revolucionario bolchevique servía igualmente para sostener la permanencia del káiser.  El 26 de octubre, a las 10.00 horas de la mañana, tuvo lugar una tormentosa reunión en el palacio Bellevue de Berlín en la cual Ludendorff fue destituido, después de que el káiser le echara en cara su inicial  propuesta de armisticio y la orden del día que había transmitido sin autorización el 24 de octubre.

 A Hindenburg se le ordenó mantenerse en su puesto para tratar de mantener la calma del Heer, pero imponiéndole como segundo al mando al general Groener, de origen suabo, especialista técnico pero derrotista, bien relacionado con el partido socialdemócrata, dotándole de los amplios poderes que había ostentado el anterior lugarteniente general. Aparentemente, Ludendorff había pensado  que su hasta entonces jefe y amigo desde aquellos heroicos días de 1914 en Prusia Oriental mantendría la solidaridad de equipo, incluso en una disputa contra el káiser, y experimentó una amarga decepción ante la actitud de Hindenburg de no querer dimitir conjuntamente. Significativamente, Ludendorff se negó a subir con el mariscal al coche que debía de conducirles de regreso al OHL. Por su parte, es muy posible que Hindenburg hubiera perdido la confianza en su compañero de fatigas. Su mayor sutileza política le hizo comprender que la veloz degradación del ambiente interior en Alemania tenía su origen en la inoportuna petición de un armisticio hecha por Ludendorff  hacía casi un mes, que había producido un incontrolable efecto en cadena. Lo cierto es que, después de estos acontecimientos, la relación amistosa entre ambos hombres se extinguió por completo.

A la hora de la verdad, esta brusca sustitución en la cúpula del OHL solo precipitó todavía más la caída en picado de la moral y la descomposición interna. Y con ellas brotaron la contestación a la misma estructura imperial. Desde el 20 de octubre, cuando se le había ordenado suspender la campaña submarina, la jefatura de la Kaiserliche Flotte se habían desmarcado de las decisiones del gobierno Max. La situación se precipito el 28 de octubre cuando el almirante Scheer, deseando a la vez salvar el honor de la flota, hacer una demostración de solidaridad al ejército de tierra y rechazar la desmovilización informal que propugnaba Berlín, programó una salida para arrastrar a la escuadra británica a un combate abierto. Scheer le encargó la ejecución de la operación a Hipper, aprovechando que la suspensión de la guerra submarina dejaba libres a los sumergibles para el cometido de apoyar a la Hochseeflotte.

De hecho, aunque arriesgado, el plan esta bien concebido a partir de las lecciones extraídas de la batalla de Jutlandia: las fuerzas livianas de cruceros ligeros y destructores navegarían frente la desembocadura del Támesis para arrastrar a la Grand Fleet procedente de Scapa Flow, y se plantearía un combate con el grueso de la Hochseeflotte, de un par de horas de duración frente a la costa frisia, aprovechando el crepúsculo que siluetaría a los barcos enemigos. Tras el choque, los acorazados y cruceros de batalla alemanes se retirarían a través de los pasillos en los campos de minas propios que estarían a mano, y a continuación sus destructores atacarían durante la oscuridad a los británicos. Con estos métodos se anularía la superioridad numérica de la Royal Navy. También se habían preparado varias barreras de submarinos con 25 unidades y varios campos de minas ofensivos en la ruta previsible de los británicos. 


MAPA. PLAN DE LA SALIDA DE LA FLOTA ALEMANA A FINALES DE OCTUBRE DE 1918


Sin embargo, en el ambiente de desmovilización y de expectativa de un final próximo de la guerra, la operación fue tildada de suicida por una parte de la marinería, “calentada” por los agitadores marxistas de la rama más revolucionaria USDP y otros sindicalistas protobolcheviques que recorrían las tabernas y tugurios de los puertos.

Estallaron amotinamientos en algunos navíos y deserciones, incluso saltando de los buques durante el tránsito por el canal de Kiel, como ocurrió en los cruceros de batalla Derflinger y Von der Tann.  En el acorazado Thüringen más de 300 marineros fueron arrestados, después de que varios destructores y submarinos tuvieran que apuntar sobre él. También hubo disturbios en el acorazado Helgoland. Para tratar de apaciguar los ánimos la flota fue dispersada. Solo una parte quedó en la rada Schilling de Wilhemshaven, el punto de donde debía haber zarpado la expedición. Otra escuadra retornó a Kiel el viernes 1 de noviembre. Pero las contramedidas de las autoridades en la base de Kiel no surtieron efecto. Una delegación enviada al comandante de la base exigió la liberación de los arrestados. El 2 de noviembre se produjeron reuniones de marineros con cargadores, infantes de marina y otro personal del puerto, con lo que los revoltosos fueron envalentonándose. A partir del domingo 3 de noviembre las protestas se extendieron con la participación de operarios de los astilleros, formando una gran multitud en uno de los campos de instrucción, con exigencias de una paz a cualquier precio y la dimisión del káiser. Se produjo un tiroteo con un retén de guardia dirigido por el teniente Steinhauser, que resultó muerto junto con una decena de personas, y 30 fueron heridas. El comandante de la base, ante el sesgo de los acontecimientos, se inhibió, y a mediodía el puerto y las instalaciones habían caído en manos de los amotinados.

Fueron enviados por el gobierno la tarde del día 4 de noviembre a la localidad los diputados Haussmann (liberal) y Noske (socialdemócrata) para sondear el ambiente y tratar de apaciguar los ánimos. Noske prometió una amnistía a los amotinados, anunciado que pronto se firmaría un armisticio. Se autonombró gobernador de la región y transmitió a Berlín las ofertas que había hecho a los revolucionarios, entre ellas la abdicación del káiser. Durante los primeros días de noviembre de 1918 los disturbios se extendieron a otros puertos alemanes como Lübeck el día 5, Hamburgo y Bremen a la mañana siguiente, y hasta Tilsit en el extremo oriental de la nación.



                                    FOTO. EL DIPUTADO NOSKE ( CON SOMBRERO CIVIL) EN UNA DE SUS ALOCUCIONES A LOS MARINEROS DE KIEL EN OCTUBRE-NOVIEMBRE DE 1918

No hay comentarios: