6.8.16

ÚLTIMA EXPEDICIÓN DE LOS HABSBURGO: LA BATALLA DEL SOLSTICIO O II BATALLA DEL PIAVE

El frente italiano en Piave-Alpes al este del lago Di Garda había permanecido en calma mientras la tormenta estallaba en Francia. Precisamente las tropas alemanas que habían participado en Caporetto habían sido transferidas para participar en la campaña de primavera. 

Tanto Viena como Roma, conscientes de sus limitaciones, hubieran preferido permanecer a la expectativa del desenlace de los sucesos en Francia, pero se vieron presionadas por sus respectivos socios a impulsar acciones suplementarias en sus propios escenarios. La más decidida fue Austria-Hungría, a pesar de que sus posibilidades logísticas estaban languideciendo: escasez de alimentos para las tropas, falta de caballos y mulas, desgaste de locomotoras y vehículos desprovistos de piezas de repuesto. Con todo, podía alinear una respetable fuerza de unas 60 divisiones (algunas fuentes las reducen a 55 realmente operativas) El jefe del estado mayor, Arz von Straussenberg empezó su planificación en febrero de 1918 tras una reunión con una delegación alemana en Bolzano, para que la campaña austriaca coincidiera con el esfuerzo supremo de Ludendorff. 

¿ Cuál sería su planteamiento de avance? A primera vista un esfuerzo concentrado desde el Trentino parecía el más apetecible para flanquear al enemigo, pero tropezaba con el inconveniente de depender de una sola línea ferroviaria a través de los Alpes en el valle del alto Adigio y el valle de Sugano. La propuesta era sostenida por el general a cargo del XI ejército en la zona, el antiguo jefe de estado mayor Conrad von Hotzendoff. Finalmente se eligió acompañar ese movimiento, dirigido hacía Castelfranco con otro simultaneo de cruce del Piave por el VI ejército y V ejércitos austrohúngaros. La intención era converger sobre Padua, copando a las tropas enemigas, imponiendo a Italia un armisticio. Entonces, tal vez, los austrohúngaros podrían reforzar a sus aliados alemanes en el noreste de Francia. Si el gobierno italiano seguía combatiendo a pesar de todo, seguramente parte de las tropas americanas en Europa serían desviadas a Italia para sostenerla en su necesidad, con lo que el alivio para los alemanes se  produciría igualmente.

La pinza de los Alpes puesta en marcha el 15 de junio, con escaso éxito, disminuyendo ya al día siguiente. En el Piave, bajo la dirección de Von Bojna la cosa pareció arrancar de manera más prometedora, gracias al esfuerzo de las Sturmtruppen austriacas, fundadas por oficiales formados en unidades alemanas. El VI ejército en Montello y el V ejército en la proximidad de la desembocadura consiguieron establecer cabezas de puente al oeste de la corriente, en algunos puntos con 5 kilómetros de profundidad. Hacia el día 18 habían conseguido soldarlas y establecer una posición de unos 20 kilómetros a lo largo de la ribera occidental.

FOTO.   ARDITI EN FOSSALTA DI PIAVE, JUNIO DE 1918

 Pero las reservas para explotar este incipiente éxito no existían, y la crecida del Piave dificultaba el abastecimiento que además debía enfrentarse al hostigamiento de la aviación italiana, dueña del espacio aéreo. Armando Díaz y su jefe de estado mayor, Badoglio, pusieron en marcha un firme contraataque italiano  en Montello esa misma fecha, encabezado por la tropa más profesionalizada de Italia, los Arditi, fundados el año anterior y ampliados como parte del programa de recuperación tras la debacle de Caporetto, hizo comprender a mando austrohúngaro que la operación había fallado. Los días 21 y 22 de junio las fuerzas austrohúngaras abandonaron las posiciones obtenidas y se retiraron de vuelta al este del río. Los italianos se contentaron con haber frenado al adversario, y solo al mes siguiente realizaron algunas incursiones al este del Piave. No obstante, esta batalla del Solsticio, como también fue llamada en Italia, marcaba una clara recuperación de las capacidades de combate italianas, puestas en entredicho desde Caporetto; y para la monarquía Dual una comprobación de su impotencia, sin capacidad para nuevas iniciativas. Las bajas estimadas eran de 90.000 para los italianos,  y 150.000 para los austrohúngaros.  
FOTO. MIEMBROS DE LA IX UNIDAD DE ASALTO DESPUÉS DE LA TOMA DE COL MOSCHIN,  16 DE JUNIO DE 1918. A LA IZQUIERDA CON BASTÓN, EL COMANDANTE GIOVANNI MESSE, FUTURO MARISCAL EN LA SGM.


El destino final del imperio de los Habsburgo quedaba ahora totalmente supeditado a la suerte de los embates de Ludendorff en el frente Occidental.

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