El mando alemán tuvo que afrontar el problema derivado del
amplio saliente creado por el éxito parcial de la operación Blücher, vulnerable
al hostigamiento de la aviación y a los cañones de largo alcance franceses.
Aunque Ludendorff barajó adoptar la postura defensiva, la descartó
porque pensaba que eran “demasiado débiles para no atacar” .También
pensaba que continuar con la racha de asaltos
tendría un efecto estimulante sobre sus decaídos socios de Viena y
Estambul.
Finalmente quedo acordado activar el plan “Gneiseanu”,
protagonizado por el XVIII ejército de Von Hutier en la zona Noyon-Montdidier,
donde debía enfrentarse a partir del 9 de junio a los franceses del 1º ejército
de Debeney y sobre todo al 3º de Humbert, ambos coordinados por el general Fayolle.
Sus aviadores comunicaron las concentraciones enemigas a
principios de junio. Los preparativos tuvieron tal premura que no pudieron
circunscribirse a marchas nocturnas de enmascaramiento. Foch y Petain fueron
informados por la inteligencia que 45 divisiones alemanas estaban listas para
actuar entre el Oise y el Somme. Ambos jefes estaban cuestionados desde los
sucesos del 27 de mayo, y a pesar del apoyo de Clemenceau, eran conscientes de
que otra debacle parecida provocaría su cese y tal vez la caída del gobierno.
Fayolle había organizado la defensa en profundidad. Para
atender las peticiones de este, Petain y Foch recuperaron varias divisiones
prestadas a los británicos y persuadiendo a Pershing para movilizar 5
divisiones americanas que hasta el momento permanecían detrás del sector
británico.
Gracias a todas estas medidas Humbert pudo alcanzar a fecha
de 4 de junio 7 divisiones en primera línea y 5 en la segunda, aparte de una
reserva de 7 divisiones de infantería y 3 de caballería.
Tanto Fayolle como Humbert eran partidarios de una defensa
elástica, su red se extendía en una profundidad de 9 kilómetros. Respecto a las
fuerzas de Hutier, estas verdaderamente solo disponían de 11 divisiones en
línea respaldadas por una reserva de 7 divisiones de calidad variable. De
hecho, completar sus cifras solo había sido posible apelando a 23.000 reclutas
del reemplazo de 1899 y 60.000 hombres procedentes de varios servicios
auxiliares. Tener que recurrir a semejantes procedimientos extraordinarios ya
indicaban que Ludendorff encontraba cada
vez más complicado reunir los contingentes necesarios para mantener el
frenético ritmo ofensivo. Desde el punto de vista del equipamiento, “Gneisenau”
contaría con 625 baterías de artillería y de unos 500 aviones. Algunas de las
divisiones estaban afectadas por el brote de gripe que se acentuaría
tristemente meses más tarde.
Tampoco el día 10 de junio trajo un cambio trascendental. En su flanco izquierdo los hombres de Von Hutier se hicieron fuertes en la margen occidental del Oise, lo que obligó a Fayolle a retrasar su flanco derecho hasta las viejas posiciones de 1914. Pero los alemanes no pudieron explotar esta ventaja en tanto su propio centro no avanzara. Y la oportunidad se esfumó.
FOTO. EL GENERAL FAYOLLE
Fayolle había decidido contratar con cinco divisiones ( las de infantería 129º, la 152º, la 165º y la 48º) apoyadas por la 1ª división aérea, puestas todas ellas a disposición de Mangin, rescatado de su ostracismo para la ocasión. La pregunta era cuando desencadenar la jugada. Las divisiones estarían respaldadas por cuatro grupos de blindados Schneider, Saint Chamond que sumaban 163 vehículos. Fayolle prefería esperar hasta completar los preparativos. Mangin quería actuar cuanto antes. En la tarde del 10 de junio las divisiones comprometidas estaban todavía en tránsito o llegando a sus puntos de concentración. Foch dio su beneplácito a la puesta en acción al día siguiente, como hizo público en su despacho diario: “Las operaciones de mañana representan el fin de la batalla defensiva que hemos librado por más de dos meses. Deberían marcar el freno definitivo a los alemanes y la reanudación de la ofensiva por nuestra parte. Deben triunfar. Hagamos que todos entiendan esto”.
Así ocurrió. A las 11 de la mañana del 11 de junio el centro del XVIII ejército fue embestido desde tres puntos diferentes: Courcelles, Saint Martin y especialmente sobre Mery. En pocas horas los germanos fueron desalojados del valle del Aronde. Al mismo tiempo se apagaba un débil intento del VII ejército de Boehn al suroeste de Soissons. Poco después Von Hutier recibió órdenes de pasar a la defensiva.
El saldo de pérdidas era de 40.000 bajas francesas por 25.000 alemanas. “Gneiseanu” fue menos sangrienta que las operaciones anteriores, pero también de menor duración, y para los atacantes, con menos ganancias territoriales.
En la noche del 9 de junio la mayoría de las divisiones
alemanas acudieron a las áreas de concentración, mientras la característica barrera
de artillería ideada por Brunchmuller caía entre los puestos adelantados del
adversario, utilizando proyectiles de alto explosivo y gas mostaza. El primer
escalón de Sturmtruppen salió a las 3.45 de la madrugada a lo largo de un sector
de 25 kilómetros de largo, salpicado de colinas y bosquecillos. La niebla
protegió pero ralentizó el avance. A
pesar de ello, a las 6 de la mañana, el flanco izquierdo de Von Hutier había
alcanzado el río Oise. El comandante alemán había concentrado su potencia
esencial entre Rollot y Thiescourt, en
el centro de su despliegue. Ciertamente la primera línea francesa se había
desmoronado en tres horas. Las vanguardias empezaron a infiltrarse en el valle
del Aronde. Pero las reservas francesas estaban acudiendo velozmente y muchos
tramos aún eran sostenidas por defensores que se mantenían firmes. Al anochecer
el XVIII ejército alemán había penetrado unos 10 kilómetros, un resultado
estimable pero alejado de una ruptura decisiva.
Tampoco el día 10 de junio trajo un cambio trascendental. En su flanco izquierdo los hombres de Von Hutier se hicieron fuertes en la margen occidental del Oise, lo que obligó a Fayolle a retrasar su flanco derecho hasta las viejas posiciones de 1914. Pero los alemanes no pudieron explotar esta ventaja en tanto su propio centro no avanzara. Y la oportunidad se esfumó.
Fayolle había decidido contratar con cinco divisiones ( las de infantería 129º, la 152º, la 165º y la 48º) apoyadas por la 1ª división aérea, puestas todas ellas a disposición de Mangin, rescatado de su ostracismo para la ocasión. La pregunta era cuando desencadenar la jugada. Las divisiones estarían respaldadas por cuatro grupos de blindados Schneider, Saint Chamond que sumaban 163 vehículos. Fayolle prefería esperar hasta completar los preparativos. Mangin quería actuar cuanto antes. En la tarde del 10 de junio las divisiones comprometidas estaban todavía en tránsito o llegando a sus puntos de concentración. Foch dio su beneplácito a la puesta en acción al día siguiente, como hizo público en su despacho diario: “Las operaciones de mañana representan el fin de la batalla defensiva que hemos librado por más de dos meses. Deberían marcar el freno definitivo a los alemanes y la reanudación de la ofensiva por nuestra parte. Deben triunfar. Hagamos que todos entiendan esto”.
Así ocurrió. A las 11 de la mañana del 11 de junio el centro del XVIII ejército fue embestido desde tres puntos diferentes: Courcelles, Saint Martin y especialmente sobre Mery. En pocas horas los germanos fueron desalojados del valle del Aronde. Al mismo tiempo se apagaba un débil intento del VII ejército de Boehn al suroeste de Soissons. Poco después Von Hutier recibió órdenes de pasar a la defensiva.
El saldo de pérdidas era de 40.000 bajas francesas por 25.000 alemanas. “Gneiseanu” fue menos sangrienta que las operaciones anteriores, pero también de menor duración, y para los atacantes, con menos ganancias territoriales.
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