10.7.16

TERCERA CARTA DE LUDENDORFF: "OPERACIÓN BLÜCHER-YORCK"


Al verse bloqueado en Flandes, el OHL decidió trasladar el empuje de sus fuerzas orientándolo contra los franceses en el sur, en las riberas del Aisne. En principio, se trataba más bien de una operación restringida, concebida para arrastrar las reservas francesas fuera del área crítica del Somme y Flandes. Una vez conseguido esto, se reanudarían allí los ataques y se suspenderían en el Camino de las Damas.  Según recordaba Ludendorff en sus memorias: “La operación más favorable en sí misma era continuar el ataque contra el ejército británico en Ypres y Bailleul (…) Pero antes de que se pudiera atacar allí otra vez, tenía que debilitarse al enemigo y mejorar nuestras comunicaciones” . Contemplaba un movimiento del grupo de ejércitos en el área del Camino de las Damas, desde el drama de abril de 1917 un sector "tranquilo". Desde el 17 de abril se despacharon las órdenes al grupo de ejércitos del Kronprinz. Comprometía a tres ejércitos alemanes: el XVIII de Von Hutier, el VII de Von Boehn y el I de Von Mudra que totalizaban 41 divisiones. Actuarían a lo largo de una línea de 35 kilómetros desde Anizy a Berry-au-Bac. 

Los destacamentos que defendían ese paraje formaban parte del 6º ejército frances del general Denis A. Duchene, consistente en 6 divisiones reforzadas por el IX cuerpo británico de Alexander Hamilton-Gordon, compuesto por 4 divisiones
( la 8º, 50º y 21º en línea y la 25º en reserva) , apostadas en la parte más oriental del Camino de las Damas.

Al ejecutar Blücher, primero debía alcanzarse la línea Soissons-Reims, inmediatamente al sur del Aisne. Posteriormente estaba previsto ampliar los flancos asegurando Compiegne y Reims.

Ludendorff dio luz verde al proyecto a finales de abril de 1918. Aunque era deseable comenzarlo inmediatamente después del cese de Georgette a principios de mayo, era preciso tiempo extra para entrenar reemplazos, transferir tropas y artillería, instalar depósitos de munición y otros suministros.Se introdujeron mejoras a partir del análisis de las acciones anteriores de las Sturmtruppen, incorporando una quinta ametralladora en cada compañía de infantería, y también equipando con ellas a las columnas de transporte con fines antiaéreos. Fueron entregados pesados ejemplares de fusiles antitanques, que necesitaban para su manejo por dos personas.


Expectativas de la operación Blucher-Yorck, según testimonio del coronel Von Unruh

El plan Blucher comenzó el 27 de mayo, con un ataque protagonizado por 15 divisiones y 7 en reserva del VII y I ejércitos, con unas 3.719 piezas de artillería. Las tropas habían realizado marchas nocturnas desde el 20 mayo, encubriendo su concentración. El jefe francés, Duchene, tenía fama de ser un ordenancista rutinario, aunque bien relacionado con las altas esferas, porque su cuñado era jefe de estado mayor de Petain. No prestó atención a los signos de concentración enemiga hasta el día previo al asalto, y no había dispuesto a las tropas para una defensa en profundidad, sino que  había colocado a 4 de las divisiones francesas y 3 de las británicas en primera línea, dejando solo 3 divisiones de reserva. Es cierto que el 6º ejército tenía un frente amplio que cubrir, 80 kilómetros, de modo que las divisiones estaban sobreestiradas custodiando 7,5 kilómetros o más de frente. Además las unidades inglesas habían sido trasladas recientemente para recuperarse del castigo sufrido semanas antes durante la ofensiva Michael, y se encontraban con los efectivos incompletos y exhaustos.

El 27 de mayo el bombardero inicial fue el mayor realizado por la artillería germana en 1918 y causó estragos en el 6º ejército, que como hemos dicho, permanecía en su mayor parte en posiciones adelantadas. La apertura del
 bombardeo empezó a las dos de la madrugada. Había sido planeado por Bruchmuller: primero con miles de proyectiles de gas, más tarde la barrera se extendió 11 kilómetros en profundidad dentro de la zona aliada. El fuego de morteros fue dirigido sobre las defensas de alambre de espino y las trincheras adelantadas. A las cuatro de la madrugada les llegó el turno a las Sturmtruppen. Estas confirmaron las excelencias de sus "tácticas de infiltración". El estado mayor del 6º ejército había retrasado la destrucción de los puentes sobre el Aisne y los alemanes sacaron partido de ello. Al anochecer estaban en cerca de Fismes de Vesles, quebrando el centro del 6º ejército francés, unos 20 kilómetros de penetración. En esa primera jornada 4 divisiones aliadas fueron pulverizadas y otras 4 gravemente dañadas. Era la derrota inapelable de los hombres de Duchene. 

El entusiasmo inundó al OHL y al Káiser, que dejó su villa en Spa. El 28 de mayo cayeron Soissons y Fismes, y el Vesle fue vadeado. Los comunicados del Alto Estado Mayor anunciaban la toma de 15.000 prisioneros.  Mientras, la organización logística y sanitaria alemana trabajaba a pleno rendimiento para atender a los heridos, reconstruir las comunicaciones y abastecer de municiones a sus tropas triunfantes. Al mismo tiempo afianzaban la superioridad área neutralizando globos y aviones enemigos de exploración. La resistencia era desigual. El asombro inicial de Hindenburg y Ludendorff por la amplitud de la irrupción dio paso a la búsqueda de una victoria decisiva. Ludendorff recomendó “un ritmo acelerado de persecución (…) la infantería en la línea de fuego estará acompañada en todo lugar por morteros de trinchera y cañones de campaña que deben acribillar cualquier resistencia con fuego directo 

Ante semejantes circunstancias la tentación de explotar el gran éxito era inevitable. En la concepción misma de la campaña de la primavera de 1918 Ludendorff  seguía el principio de ofensivas escalonadas: “En todas las ocasiones  enfaticé la necesidad de no olvidar la formación necesaria para la defensa, y de identificar el momento en el que la ofensiva debe ser detenida y la defensa asumida nuevamente. Ese momento debe ser identificado a partir del endurecimiento sistemático de la resistencia enemiga”. Pero era difícil mantener la previsión original y acabó imponiéndose una revisión.  Ludendorff se enfrentaba ahora a una decisión crítica. Podía ralentizar la acción actual, lo que incrementaría el desgaste de las reservas francesas y volver a su ofensiva septentrional. Por otro lado, estaba consiguiendo resultados incomparables en Blücher, y comenzaba a barruntar una marcha hacia Montdidier y Noyon (el llamado plan Gneisenau) y seguir por el suroeste contra Paris. Aunque vacilaba, Ludendorff convocó a unas cuantas divisiones del grupo de ejércitos del príncipe Ruperto hacía el sur. el XVIII y el VII ejércitos debían mantener su empuje. Así la operación Blücher se ampliaría para avanzar hacia París y forzar una batalla decisiva.

No todo el cuadro era ventajoso. Aparecieron los  idénticos problemas que habían lastrado la operación Michael: Las comunicaciones informativas vía cable o mensajeros estaban sobrepasadas líneas de abastecimiento estiradas, especialmente en el centro del avance, donde el IV cuerpo de Von Conta  estaba creando un saliente. Faltaban ferrocarriles o transporte motorizado para apoyar a las unidades avanzadas. Ciertas unidades depauperadas se entregaban al saqueo de depósitos aliados capturados, relajando su disciplina castrense.

Aunque Soissons había caído, en las elevaciones cercanas los franceses resistían tenazmente. En el ala izquierda ocurría otro tanto con los restos de las divisiones británicas, que aprovechaban el terreno abrupto al oeste de Reims para aguantar. En el alto mando frances los días 27 y 28 reinaba más la incertidumbre que la alarma. Conforme se fue conociendo el descalabro de Duchene el temor se fue abriendo paso, y la necesidad de una respuesta a la altura del desafío enemigo. Petain se apresuró a reunir 14 divisiones de infantería y 4 regimientos de artillería pesada, amén de algunos de artillería ligera de 75 mm.  En torno a Reims el oportuno despliegue del 5º ejército de Micheler garantizaba la conservación de esta ciudad, convertida en el pivote del hasta entonces inestable flanco derecho aliado. Petain y  su jefe de estado mayor, Maurice Barescut, programaron un contragolpe con 4 divisiones hacia el norte de Soissons y 3 hacía Fismes. Foch informó a Pershing de estas intenciones, en parte para recabar contingentes norteamericanos aunque actuasen integrados en la linea francesa. Y antes de  nada, era preciso detener la irrupción de Von Conta sobre el Marne

A pesar de esas contramedidas, seguían llegando al OHL noticias alentadoras. El día 30, al norte de Soissons los alemanes se impusieron en la meseta de Nouvron a los franceses. Dos de sus cuerpos de ejército rebasaron el río Ourcq. Hacía el día 31 de mayo habían llegado a Chateau Thierry, sobre el Marne. Ludendorff y sus colaboradores discutían las posibles prioridades:

a) Un plan para ordenar al ala izquierda del VII ejército cruzar el Marne, girar hacia el este sobre Epernay para cortar el saliente de Reims. Fue desaconsejada por el Kronprinz y su jefe de estado mayor, Von der Schulenburg, que la consideraban demasiado complicada.

b) Activar el plan Gneisenau, suponía movilizar al XVIII sobre Noyon con el ojo puesto sobre Compiegne. Esta posibilidad era desaconsejada por el coronel Wetzell, jefe de operaciones de Ludendorff.

c) Continuar con Blücher cruzando el Marne en Chateau Tierry, propuesta sostenida por el Kronprinz y Wetzell.

d) Trasladar el empuje a Verdun, siguiendo la técnica de las ofensivas escalonadas, tesis también respalda por Wetzell. Disgustaba a Ludendorff y todos aquellos que recordaban el martirio en la "trituradora" de 1916.


En esta hora de emergencia, fue imperativo que acudieran refuerzos americanos, a pesar de la premisa mantenida hasta entonces de que operasen bajo mando americano y no dispersos dentro de los otros ejércitos Aliados. La 3º división de infantería (sin su artillería) del general Joseph Dickman después de bajar en la cabecera ferroviaria de Montmirail fue la primera en acudir. Su grupo avanzado, un batallón motorizado de ametralladoras se unió en la noche del 31 de mayo al 1 de junio a una división colonial francesa al sur de Chateau Tierry, ayudando a proteger los dos puentes principales sobre el Marne. El resto de la división fue incorporándose a lo largo de los dos días siguientes en la línea Chateau-Dormans. También apoyaron el contraataque sobre la cabeza de puente de Jaulgonne.

La 2º división del general Omar Bundy abandonó su acantonamiento al noroeste de París. Estaba preparada para acudir a Cantigny, pero ante la urgencia se incorporó al XXI cuerpo francés del general Degoutte en el Marne, sobre la carretera París-Reims. La participación de los norteamericanos fue acogida con alivio por los franceses; el comandante Clark informaba a Pershing el 6 de junio: “Están muy entusiasmados con las tropas americanas. En múltiples ocasiones se alcanza a oír sus expresiones de gratitud y elogio por la rápida llegada de los americanos”.


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