8.9.19

INCERTIDUMBRE Y DESESPERACIÓN EN BERLÍN: EL GOBIERNO DEL PRÍNCIPE MAX VON BADEN (II PARTE)


¿ Qué postura adoptaban los principales dirigentes de los Aliados? Foch y Clemenceau se citaron el 16 de octubre. Ambos pensaban que el debilitamiento de la fuerza de Francia se agudizaría si la guerra se alargaba, y en consecuencia esto dañaría la posición del gobierno francés en la mesa de negociaciones. No obstante, creían que era una buena idea mantener las duras exigencias de Foch aprovechando el marasmo que mostraban las Potencias Centrales.

El gabinete de Lloyd George fue informado por Haig el día 19 de octubre de que las dificultades logísticas y la aproximación del invierno hacían necesario garantizar el armisticio incluso suavizando las condiciones. Los políticos británicos se mostraron receptivos al punto de vista de Haig, entre otras cosas porque pensaban que prolongar la lucha solo fortalecería la postura norteamericana en las negociaciones de paz.

En Alemania, en cambio, las acentuadas diferencias de opinión entre los ministros y consejeros aumentaron la sensación de incertidumbre y vacilación. Von Baden replicó afablemente a la nota del 14 de octubre del presidente Wilson, prometiendo poner fin a los ataques submarinos contra buques de pasaje. Asimismo reafirmaba su vocación parlamentaria, lo que debía (a juicio ingenuo de los liberales y socialdemócratas alemanes) facilitar el camino a una paz justa.

Sin embargo el Alto Mando  no aceptaba la concesión de suspender la guerra submarina. Hindenburg además añadió el 20 de octubre que si esta negativa producía la ruptura de las conversaciones, el gobierno “debía tener claro la necesidad de luchar por nuestro honor hasta el último hombre”.  

A partir de este momento, las responsabilidades por lo acaecido en Alemania hasta el 11 de noviembre de 1918 se abren a diferentes interpretaciones. Hay quien considera que el OHL quiso marcar distancias con el gobierno civil tras haberlo obligado a negociar, intentando endosarle la responsabilidad de la derrota inminente. 

El estado difícil del ejército es evidente a partir de lo que recogió en sus memorias el canciller a partir de su correspondencia con el príncipe Ruperto: “Nuestras tropas están agotadas (…) en general la infantería de una división puede ser considerada equivalente a uno o dos batallones, y en ciertos casos solamente equivalentes a dos o tres compañías (…) en ciertos ejércitos, el 50% de los cañones carecen de tiros de caballos. La moral de las tropas ha sufrido seriamente y su poder de resistencia disminuye diariamente. Se rinden en hordas, ante cualquier ataque enemigo y miles de saqueadores infestan los distritos alrededor de las bases. No tenemos más líneas preparadas, y no se pueden excavar más. Hay escasez de combustible para los camiones, y cuando los austríacos cedan, y no consigamos más petroleo de Rumanía, en dos meses se detendrá nuestra aviación”. Pero no esta nada claro que Max von Baden recibiera las mismas respuestas pesimistas de todos los comandantes de grupos de ejército,  ejércitos y cuerpos de ejército.

Lo que fue evidente es que el divorcio entre el nuevo gobierno y el OHL llegó a su punto de ruptura a partir de segunda quincena de octubre de 1918.

Apoyado por los distintos ministros en la cancelación de la guerra submarina, Max von Baden amagó con dimitir para forzar al káiser a respaldar la cláusula que prometía poner fin a la campaña de los sumergibles en la respuesta a Wilson. Hindenburg y Ludendorff retuvieron el borrador y se distanciaron políticamente de la medida. Sin embargo, fue el mensaje fue enviado  a pesar de esta oposición.

La tercera nota de Wilson llegó el 23 de octubre y tuvo el efecto de una bomba. Afirmaba que los gobiernos Aliados acordarían un armisticio, pero con la condición inexcusable de no reanudar las hostilidades. Luego llegaba la exigencia explosiva: el rechazo a las autoridades militares y monárquicas alemanas, “El gobierno de EE.UU no puede sino tratar con los verdaderos representantes del pueblo alemán (…) si se debe tratar con los jefes militares y los autócratas monárquicos de Alemania (…) será exigida no la negociación de paz, sino la rendición

Por tanto, aparecía una nueva condición a las claras: la abdicación del káiser y la subordinación del ejército al nuevo poder civil. Naturalmente hacer semejante cambio en pleno conflicto bélico suponía anular la capacidad de lucha de Alemania. El coronel Haeften, comisionado del OHL ante el ministerio de exteriores explicó por teléfono las demandas de Wilson a Ludendorff y los otros líderes del Alto Mando que permanecían en el cuartel general de Spa. Fueron rechazadas de plano. Ludendorff clamó pidiendo el final de las negociaciones con Wilson y combatir a toda costa. Fue secundado por Hindenburg, que telegrafió al canciller.


Pero no fueron los únicos en pronunciarse. Aparentemente, el príncipe Ruperto habría comunicado a Max von Baden que Ludendorff no asumía la gravedad de la situación y “Debemos asegurar la paz a toda costa antes de que las fuerzas enemigas entren en Alemania”. 
                                           FOTO. EL BARÓN KURT VON LERSNER


El barón Kurt von Lersner habló todavía más claramente. Era el enlace entre el ministerio de exteriores y la cancillería ante el OHL. Dijo que la situación era mucho peor que tres semanas antes y dio a entender que el Heer aceptaría la destitución de Ludendorff, hasta entonces una figura incuestionable.

6.9.19

LA DESINTEGRACIÓN DE AUSTRIA-HUNGRÍA. VITTORIO VENETO.

Ya desde 1917 la situación política interna de Austria-Hungría se había complicado seriamente. El jefe del Partido Nacional  Checo, Kramar, había sido arrestado por traición, aunque fue amnistiado poco después. Sin embargo las demandas crecientes de mayor autonomía estaban cada vez más extendidas entre los círculos políticos de las diferentes nacionalidades de la monarquía habsburguesa. Y algunos, como Kramar en Bohemia, Markov en Galitzia o Trumbic en Croacia, que proponían ir más lejos aumentaban el número de seguidores, en parte aprovechando que la suspensión del parlamento austríaco. Los polacos, impactados por la declaración de independencia de Ucrania auspiciada por los alemanes también se incorporaron a la corriente reivindicativa.
                                                   FOTO. KAREL KRAMAR, LIDER NACIONALISTA CHECO, A LA IZQUIERDA.

En Francia y Gran Bretaña, el principal líder nacionalista checo, Thomas Masaryk, huido desde 1915 de su país, se mantenía activo a través del Consejo Nacional Checo fundado en1916 realizando varios viajes a Rusia para promover la Legión Checa. Aunque su labor tuvo un eco limitado, fue muy publicitada por los Aliados.

A principios de 1918 había indicios de desmoralización en la flota austrohúngara: en la base de Cattaro se produjo un motín a bordo de los cruceros acorazados Sankt George, Kaiser Karl VI y los acorazados predreadnought Kronprinz E. Rudolph y Kaiser Franz Joseph I. Fue sofocado dos días después gracias a la fidelidad de los tripulantes de los cruceros ligeros y destructores presentes en el puerto.No obstante, provocó la alarma de las autoridades, y el relevo del almirante Njegovan el 27 de febrero como Flottenkommandant en favor de M. Horthy, promovido al rango de contralmirante.

Mientras seguía la agitación separatista. Los acuerdos de Pittsburg fueron suscritos el 30 de junio de 1918 entre Masaryck y varios delegados eslovacos. otorgaban a la lengua de estos  rango oficial en el futuro estado y sería impartida en la enseñanza. En la misma Praga se formó una delegación interior del Consejo Nacional de Checoslovaquia en el mes de julio.  Los británicos reconocieron al Consejo Nacional como un interlocutor oficial el 9 de agosto.

La retirada de Albania con orden fue organizada por Pflanzer-Baltin tras el armisticio búlgaro a finales de septiembre, aunque no fue consensuada con Berlín.

 Ante el marasmo creciente y las vacilaciones aparecidas en su socio alemán, el 4 de octubre Carlos envió un mensaje al presidente Wilson, advirtiendo previamente a Berlín. La respuesta fue la insistencia de Washington en los derechos de checos y eslovacos. El día 14 de octubre se había reunido un gobierno provisional checo. Una semana después hasta los austriacos alemanes convocaron un debate sobre la nueva estructura política. El 6 de octubre un gobierno provisional  reunido en Agram (Zagreb) proclamó el estado yugoslavo. Carlos intentó reconducir la situación declarando el establecimiento de un imperio federal a mediados de mes; entretanto permanecía en Hungría intentando asegurarse apoyos. Las tropas del Honved del frente italiano se retiraron de sus posiciones, con el argumento de defender el suelo del reino húngaro. Los regimientos alpinos que debían reemplazarlos desertaron, lo que ahondó la desmoralización. El 20 de octubre Wilson dio un paso adelante y sustituyó la reclamación de simple autonomía  para las nacionalidades por la exigencia de independencia, pretextando que Estados Unidos había contraído obligaciones con las reivindicaciones de todos los pueblos eslavos del imperio austrohúngaro. En Fiume estalló el día 23 una revuelta de las tropas croatas de la guarnición que todavía pudo ser reprimido.

Los italianos habían pensado originalmente, en vista del agotamiento de los recursos propios y las divisiones sociales y políticas cada vez más profundas, en reanudar su ofensiva en 1919. Cambiaron de opinión ante los avances de sus socios en Macedonia y las noticias del caos creciente dentro de Austria-Hungría.

La ofensiva definitiva  contra las tropas de Boroevic en el Véneto planeada por Armando Díaz empezó el 24 de octubre. El plan preveía un movimiento en pinza sobre el 6º ejército austrohúngaro, con la participación del 8º ejército italiano en el Piave, y del 4º ejército sobre monte Grappa más al oeste. Otros tres ejércitos italianos, el 10º. el 6º y el 12º, reforzados con divisiones francesas e inglesas deberían apoyar la acción. Paradójicamente fueron estos los que conseguirían la ruptura. Las primeras cabezas de puente las estableció el 8º ejército en la noche del 23 al 24 de octubre, pero hasta el día 26 no pudieron afirmarse. Los asaltos del 4º ejército en monte Grappa fueron rechazados firmemente. A pesar de la incertidumbre que reinaba en su patria, la mayoría de los soldados austrohúngaros todavía mantuvo la disciplina unas horas. Sin embargo el 10º ejército italiano y sus divisiones británicas si que lograron afirmarse en la orilla oriental del Piave: a partir del día 28 de octubre empezó un cruce masivo aunque la resistencia austrohúngara  se mantuvo un tiempo en torno a las fortificaciones de Feltre y Fonzaso. A partir del día 29 de octubre los regimientos eslavos se negaron a seguir combatiendo, a medida que se iban extendiendo las noticias de la declaración de independencia de Checoslovaquia y la de los croatas y eslovenos.


El 25 de octubre Michael Karoly estableció el Consejo Nacional  Húngaro en Budapest preparando abiertamente su divorcio respecto a Austria. Enterados de la orden de retirada del ejército húngaro en Italia, los miembros del Consejo Nacional de Checoslovaquia dieron un ultimátum a los funcionarios austriacos del castillo de Hradcany  al tiempo que se hacía con el control de las calles. Max von Cordenhove, gobernador de Bohemia aceptó la existencia del estado checoslovaco el 29 de octubre y también la retirada de funcionarios y militares de la anterior administración. Inmediatamente después fue arrestado por los checos, eso sí, muy protocoláriamente. A la vez, en Turciansky Svaty el Consejo Nacional Eslovaco se incorporó a esa entidad estatal (aunque prudentemente dejando la puerta abierta a una autodeterminación eslovaca). También ese mismo día y contando con el visto bueno de Serbia se proclamó en Agram que Croacia y Dalmacia  formaban parte desde ese instante de un estado nacional y soberano de eslovenos, croatas y serbios. En la ciudad eslovena de Laibach (Liubliana) y en la capital de Bosnia, Sarajevo se emitieron declaraciones en el mismo sentido: todas estas zonas quedarían englobadas en el estado de los Eslavos del Sur, Yugoslavia.

El 30 de octubre de 1918  se dieron manifestaciones con participación de socialdemócratas y elementos bolcheviques en la misma Viena llamando a la proclamación de una república. Ante el colapso interno, el emperador Carlos ordenó la transferencia de la flota al Consejo Nacional de los Eslavos del Sur. Los Aliados no reconocieron esta transferencia, y en la primera semana de noviembre capturaron las bases y los navíos. Los comandos navales italianos aprovecharon para dar un golpe de mano en Pola y hundir al acorazado Viribus Unitis.


FOTO. EL GENERAL BOROEVIC, POSANDO PARA UN RETRATO
En las operaciones en torno a Vittorio Véneto, tomada el 29 de octubre  cuando ya estaba negociándose el armisticio en villa Giusti, cerca de Padua, los italianos capturaron a 200.000 soldados austrohúngaros. Boroevic consiguió retirarse en orden hacía Carintia con 80.000 hombres que se habían mantenido fieles. Pero había dejado tras de si  430.000 de sus hombres prisioneros de los Aliados, y 30.000 muertos y heridos. Sacila fue tomada el 1 de noviembre y los italianos reconquistaron Udine al día siguiente, ya cerca de la frontera. Al mismo tiempo en los Alpes el 6º ejército italiano aseguraba la meseta de Asiago abriendo el paso hacia Trento que fue tomada el 3 de noviembre. Los italianos también desembarcaron en Trieste en ese momento. Las pérdidas italianas ascendieron a 38.000 bajas durante esta campaña final.

El 30 de octubre el Comité Nacional Húngaro declaró su plena independencia de Austria y los Habsburgo, y al día siguiente su líder Karolyi fue nombrado presidente, y los miembros del Comité pasaron a ser su gobierno. El conde Tisza, el antiguo presidente y encarnación del compromiso austrohúngaro, fue asesinado en su casa por un grupo de soldados desertores. Contra las esperanzas del nuevo gobierno, la disolución del reino húngaro se puso en marcha en Zagreb y Praga.

El armisticio se ratificó el 3 de noviembre que entró en vigor en la jornada siguiente, cuando aún no habían penetrado las tropas Aliadas en territorio austrohúngaro.

El día 8 de noviembre Borovic envió varios telegramas ofreciéndose para respaldar al gobierno de Viena, aunque solo fuera para utilizar a sus tropas como baza negociadora interna. Pero el emperador Carlos rechazó la oferta, temiendo un derramamiento de sangre. Su declaración final del 11 de noviembre fue la confirmación de la desaparición del K.u.K. la última institución unitaria que se mantuvo firme en la secular monarquía danubiana que ahora llegaba finalmente a su término. El 12 de noviembre la asamblea provisional nombró a Karl Renner canciller de la pequeña república de Austria.