24.9.13

COLAPSO ITALIANO EN CAPORETTO ( OFENSIVA TOLMEIN )



La caída en agosto-septiembre de 1917 de las alturas en torno a Gorizia ( meseta de Bainsizza ) en la undécima batalla del Isonzo y en consecuencia, las angustiosas peticiones austrohúngaras de ayuda, disuadieron  al OHL de su prevista campaña en Moldavia  impulsándole en cambio a  intervenir en los Alpes. Ludendorff no pudo encontrar suficientes divisiones para atacar desde el Tirol como habría preferido. La penuria de  efectivos precisos había sido una de las razones de que la campaña previa de Conrad en 1916 hubiera  fracasado. Esta vez escogió como área para la acción el frente italiano comprendido en el segmento de 35 kilómetros al noreste de Cividale. Aparentemente no era un lugar muy apropiado a causa de las dificultades del terreno montañoso y las comunicaciones inadecuadas. Pero por eso mismo los italianos ni imaginaban que una acometida a gran escala pudiera desarrollarse en ese punto. Confiaban en sus fortificaciones de alta montaña, y sus líneas en el Alto Isonzo  eran algo tenues comparadas con las del tramo bajo del valle. El plan austroalemán contemplaba romper allí, cruzar las montañas al norte de Cividale, y caer sobre Udine copando el flanco  derecho italiano que formaba  el 3º ejército.


El ataque sería encabezado por el recién creado XIV ejército bajo el mando del general Otto von Below. Su núcleo estaba compuesto por las dos divisiones de montaña del Cuerpo Alpino,  trasladado desde Bukovina donde prestaba servicio, a las que se añadieron tres divisiones de infantería y algunos batallones Jäger ( cazadores ) junto con artillería y tropas de apoyo. Después de recibir equipamientos especiales, el ejército empezó a entrenarse en las expediciones de montaña antes de ser desplegado a ambos lados de Tolmein sobre el río Isonzo, donde los austriacos mantenían una cabeza de puente. Fue reforzado por dos cuerpos austrohúngaros y poco después por dos divisiones llegadas desde el Este. La ofensiva debía empezar a mediados de octubre y sería complementada por un avance en Tirol de participación exclusiva  austrohúngara. Las complicaciones provocadas por la III batalla de Ypres en Passchendaele obligaron a retrasar la operación. 

Documento de apoyo:  RELATO  DE E. ROMMEL SOBRE LOS PREPARATIVOS DEL XIV EJÉRCITO  PARA LA CAMPAÑA DE CAPORETTO 


Por fin, a finales de octubre Von Below recibió vía libre para actuar. El 24 de octubre, tras un masivo barraje artillero de 4 horas con proyectiles de gas mostaza, los soldados de las Potencias Centrales rápidamente cruzaron la barrera de montaña mientras una división se deslizaba a través del valle, hacía Caporetto. Fueron desintegrados dos cuerpos italianos en el proceso. En solo tres días las tropas de asalto ocuparon Cividale y  presionaron por las montañas  hacía el alto Tagliamento. El mando austroalemán no había conocido al principio de la maniobra la profunda corrosión moral del ejército italiano, el cual estaba minado por las consecuencias de la revolución rusa, el descontento de la sociedad del país, la sensación de inutilidad de los sacrificios y las malas relaciones entre  sus distintos escalafones. Y ahora este descorazonamiento  quedó a la vista de todos, amigos y enemigos. Las líneas italianas sobre el Isonzo y la entrada de Carniola empezaron a desmoronarse. El 28 de octubre los austriacos recuperaron Gorizia y al día siguiente capturaron Udine, sede del cuartel general de Cadorna. 

BOLETÍN DE GUERRA Nº887, EMITIDO POR EL ALTO MANDO ITALIANO EL 28 DE OCTUBRE DE 1917

Debido a problemas de movilidad y suministros, los austroalemanes no pudieron mantener el ritmo de persecución y explotar el  éxito completamente. Hasta el 2 de noviembre no desalojaron a sus enemigos del valle del Tagliamento. El cruce del Livenza requirió otros cinco días. Aunque perdieron Belluno el día 10 de noviembre, los italianos se había recuperado lo suficiente como para repeler algunas acometidas en el alto Piave.  Con todo, a mediados de diciembre las vanguardias de Von Below habían alcanzado  el río Piave, a 100 kilómetros al oeste del Isonzo  y a las puertas de Venecia.


Pero los franceses y británicos, por razones estratégicas y de prestigio no podían permitir un colapso absoluto de su socio meridional, y transfirieron 11 divisiones en su auxilio bajo la conducción de Herbert Plumer. El mal tiempo creciente agravó los problemas de suministro  típicos de las zonas de montaña, que ya habían estropeado el ataque austriaco subsidiario en el Tirol (  muy débil de por si,  puesto que solo contaba con dos divisiones ) pensado para  rematar a las fuerzas de Roma. Las hazañas de varias pequeñas unidades de los "Arditi", las tropas de asalto creadas bajo la inspiración del teniente coronel G. Bassi en junio,  cubriendo sacrificadamente la retaguardia del 2º y 3º ejércitos para ganar tiempo durante el repliegue del Tagliamento al Piave y lanzando contrataques de diversión en el Trentino, contribuyeron a levantar la moral de los latinos. El frente quedó estabilizado en el Piave. 

Otra de las "victímas" de Caporetto fue Cadorna, criticado por no haber evitado la debacle  y por su estilo de mando descuidado y rudo. Le sustituyó el 7 de noviembre el general Armando Díaz, un napolitano de ascendencia española, con fama de buen coordinador y administrador, asesorado por los generales Badoglio y Giardino.


FOTO. EL GENERAL ARMANDO DÍAZ, QUE REEMPLAZÓ A CADORNA  AL FRENTE DEL EJÉRCITO ITALIANO TRAS LA HECATOMBE DE CAPORETTO.



A nivel político también hubo serias repercusiones. El primer ministro Boselli  dimitió al principio del desastre, el 26 de octubre, y el rey Victor Manuel III escogió a un  experimentado político liberal y nacionalista de origen siciliano, Vittorio E. Orlando, para sustituirle y tratar de insuflar ánimos al ejército y al pueblo, precisamente apelando a la inexcusable defensa y recuperación del suelo patrio recién capturado por el enemigo. 


GRÁFICO. LA CONFERENCIA DE RAPALLO EN NOVIEMBRE DE 1917 PARA COORDINAR LA AYUDA  ALIADA A ITALIA.

A pesar de no eliminar a Italia como contendiente, los dirigentes de las Potencias Centrales tenían motivos sobrados para la satisfacción. El ejército italiano había perdido 400.000 hombres ( la mayoría prisioneros ) y unas 2.500 piezas artilleras, mientras que las bajas austriacas y alemanas apenas habían sido de  20.000 hombres. Su derrota,  junto con el declive ruso, insufló nuevas esperanzas a las cuestionadas autoridades civiles y militares de la doble monarquía danubiana. Hindenburg  y Ludendorff recibieron otra confirmación de la excelencia de sus nuevas tácticas y habían obligado a los anglofranceses  a transferir valiosas divisiones al norte de Italia, apartándolas del frente Occidental.


Audio Histocast sobre Caporetto (largo)

13.9.13

DECLIVE DE LA GUERRA SUBMARINA EN OTOÑO DE 1917



 En  julio de 1917  los Aliados normalizaron el prometedor sistema de convoyes desde Norteamérica, y en agosto extendieron el procedimiento al resto de rutas procedentes de Suramérica, Asia y África. Una limitación inicial de los convoyes fue que solo se aplicaban sobre los viajes de ida a Inglaterra. En el  viaje de regreso desde Inglaterra, navegaban aislados, sufriendo importantes pérdidas. Comprobado este hecho  en septiembre de 1917, y a medida que se dispuso de más escoltas y más práctica en la organización de convoyes, el sistema de protección se implantó para los dos sentidos del recorrido. El perfeccionamiento de las tácticas antisubmarinas y su generalización, especialmente a base de barrajes de minas más sensibles en el mar del Norte y del estrecho de Calais, y de la masiva distribución de cargas de profundidad, también jugaron su parte para superar la crisis de la navegación mercante aliada.


El almirante Michelsen, en parte para desbordar  la creciente resistencia, ordenó a los submarinos alemanes atajar nuevamente por el paso de Calais, a la vez que ampliaba las áreas de caza al mar de Barents y al Atlántico central en torno a las Azores, encrucijada de los convoyes, recurriendo a los “U-Kreuzern” que disponían de  mayor radio de acción. A finales del verano disponía de para seguir sosteniendo la campaña de 140 “Frontboote”.

El mes de septiembre se saldó con el hundimiento de 353.602 toneladas mercantes aliadas, englobando 158 navíos. Uno de los cruceros más fructíferos de los "tiburones de acero"  fue  iniciado el 3 de septiembre por el experimentado y exitoso capitán Waldemar Kophamel al mando del U-151, que se apuntó 30.000 toneladas en 13 blancos.   

Por otro lado, los contragolpes aliados y los accidentes se cobraron  11 submarinos.
El U-28 del capitán Georg Schmidt fue alcanzado por la explosión de una de sus presas, un transporte de munición,  cuando se acercó en superficie para rematarlo, cerca de Cabo Norte. El U-66 de Gerhard Mühle desapareció cerca de Dogger Bank, seguramente minado. El 5 de septiembre terminaron las andanzas del U-88 de Schwieger, as de los submarinistas y  verdugo del “Lusitania” dos años antes, también por causa de las minas en el Mar del Norte. Al UC-42 de Hans-Albrecht  Müller le tocó la negra suerte el 10 de septiembre  por accidente con una mina propia que trataba de colocar en los accesos a Queenstown, al sur de Irlanda.

Al día siguiente fue el turno del U-49 de Richard Hartmann, abordado y cañoneado por un mercante. El 12 de septiembre fue baja el U-45 de Erich Sittenfeld torpedeado por el submarino británico D7 al oeste de las Shetland. El UB-32 de Benno von Ditfurth fue destruido por las cargas de profundidad de un hidroavión británico en el mar del Norte. El 13 de septiembre desapareció sin dejar rastro el UC-21 de Werner von Zerboni di Sposetti después de haber minado la costa de la Bretaña francesa. El 16 de septiembre el UC-33 de Alfred Arnold fue partido por el cazasubmarinos  P61, siendo precisamente su comandante el único superviviente. El 27 de septiembre tras salir de Zeebrugge fue aniquilado el UC-6 de Gottfried Reichenbach junto al buque-faro de Kentish Knock, por varias minas británicas. El último infortunado del mes fue el U-55 de Horst Rühle von Lilienstern por un accidente de minado que le dejó a merced de 3 patrulleros enemigos.

En octubre, el tonelaje hundido ascendió algo, hasta las 466.542, pero lejos de las ansiadas cifras necesarias para quebrar el tráfico aliado. Además, los codiciados ( y fuertemente escoltados ) transportes de tropas americanos que comenzaban a recalar en Francia se mostraron esquivos pese a los denodados esfuerzos de los submarinistas. De hecho, el 23 de octubre se organizó la primera gran unidad americana en suelo francés, la 4º brigada de marines.

La lista de bajas submarinas fue dolorosa pero más reducida que los meses precedentes. Empezó con el UC-14 de Adolf Feddersen, que chocó el día 3 de octubre con una mina ofensiva británica cuando retornaba a Zeebrugge. El UC-16 de Georg Reimarus  desapareció ese mismo día sin rastro, salvo el cadáver de uno de sus tripulantes arrastrado por la marea a la costa holandesa semanas después. El UB-41 de Max Ploen sucumbió el día 5 a una mina frente a Scarborough. Igual destino debió correr en el mar del Norte el U-106 de Hans Hufnagel cuando regresaba a su base .
Alrededor del 14 de octubre cesaron las noticias sobre el UC-62 de Max Schmitz, salido de Zeebrugge el 11 para minar la costa inglesa, seguramente víctima de un artefacto propio o enemigo. 

Los submarinos no eran el único esfuerzo alemán contra el tráfico enemigo. Conocedores de que los ingleses organizaban convoyes procedentes de Noruega, el almirante Von Scheer destacó a los nuevos y rápidos ( 28 nudos ) cruceros ligeros "Bremse" y "Brummer" para efectuar una incursión sobre los mismos. El día 17 de octubre sorprendieron a 125 kilómetros de las Shetland a una agrupación de doce  mercantes protegidos por dos destructores y dos patrulleras. Todos fueron aniquilados por los cruceros alemanes, excepto dos mercantes y las patrulleras. El "Bremse" y el "Brummer" regresaron  indemnes a su base después de atravesar sin contratiempos el Mar del Norte.

La tarea del dragado de minas en aquellas aguas trazando y limpiando constantemente canales seguros se convirtió en la dedicación principal de la flota imperial alemana. A su vez, los británicos trataron de entorpecer estos trabajos que  impedían su objetivo de embotellar a los submarinos en sus bases. 

Los hostigamientos culminaron el 17 de noviembre cuando los británicos montaron una ambiciosa incursión para dañar las flotillas de dragaminas alemanes. Estaba liderada por los cruceros de batalla "Repulse" y "Renown", acompañados por  los cruceros de batalla rápidos ( 31 nudos ) "Glorious" y "Courageus", 8 cruceros ligeros y dos flotillas de destructores . La mañana de ese día atacaron aproximadamente a la altura de la mitad de la línea Horns Reef-Terschelling a 20 dragaminas alemanes, capturando a uno de ellos y desbandando al resto, aunque los 4 cruceros ligeros del Segundo Grupo de Exploración del almirante Von Reuter que les daban escolta los ocultaron mediante cortinas de humo mientras se replegaban a toda máquina. Después de una trepidante persecución de 20 kilómetros, la oportuna intervención de los acorazados "Kaiser" y "Kaiserin"  ( que ejercían la  protección lejana ) con su artillería de 305 mm equilibró el duelo. Poco después, al acudir a la zona los cruceros de batalla "Hindenburg" y "Moltke"  el contralmirante Phillimore, que mandaba  la agrupación británica, consideró más prudente dar media vuelta.

FOTO. EL CRUCERO LIGERO "BRUMMER", VELOZ Y EXITOSO INCURSOR.


Sin embargo, para los dirigentes alemanes el mes de noviembre constituyó la  amarga confirmación de que sus optimistas planes para estrangular el abastecimiento de sus adversarios habían fracasado en su principal cometido. La cifra de naufragios cobrada fue de 126 barcos con un registro de solo 302.599 toneladas, el más bajo de todo 1917, y muy alejado de la cantidad necesaria para doblegar a los Aliados. Ciertamente, éstos habían tenido que invertir recursos ingentes en personal, trabajo en astilleros y gastos financieros para frenar la sangría en los mares, y el extraordinario esfuerzo y eficacia de las tripulaciones alemanes rentabilizando sus U-boote estaba fuera de toda duda, pero la realidad es que a pesar de ello el tránsito naval aliado cubría sobradamente los mínimos indispensables para que el esfuerzo de guerra de Gran Bretaña y sus socios pudiera mantenerse e incluso seguir aumentando.



En cuanto a las pérdidas de sumergibles en noviembre, estás se inauguraron con el UC-63 de Karsten von Heydebreck torpedeado el 1 de noviembre por el submarino británico E52 en el canal de la Mancha. El 3 de noviembre sonó la hora final para el UC-65 de Klaus Lafrenz en iguales circunstancias, esta vez a manos del británico C15. El 17 de noviembre el U-58 de Gustav Amberger fue hundido cerca de Queenstown por destructores norteamericanos mientras trataba de atacar  un convoy. La jornada de castigo no se cerró ahí, y ese mismo día el UC-51 de Hans Galter fue víctima de un mina en el canal de la Mancha. Al día siguiente llegó el turno del UC-47 de Gunter Wigankow, abordado y machacado con cargas de profundidad por el cazasubmarinos inglés P57 cerca de Flamborough Head, y también el final del UC-57 de Friederich Wissmann  en el Báltico por la detonación de una mina rusa mientras regresaba de suministrar armas a los finlandeses. El 21 de noviembre se perdió el U-48 intentando atravesar las barreras del paso de Calais, donde quedó atrapado y fue liquidado por 7 patrulleras y un destructor. Finalmente, el UB-61 de Theodor Schultz chocó con una mina ofensiva británica en los canales dragados y supuestamente seguros del golfo Alemán, cerca de Heligoland cuando retornaba tras cumplir una misión.

En diciembre hubo un cierto repunte de las cifras de hundimientos, hasta las 414.766 toneladas en 160 navíos, pero lejos de las marcas de la primavera, lo que confirmaba la decadencia irreversible de la campaña submarina. Aunque los submarinistas germanos seguirían representando hasta el final de la guerra una grave amenaza, la posibilidad de que ellos solos pudieran derrotar  a los Aliados se había desvanecido definitivamente.


FOTO. REINHOLD SALTZWEDEL, UNO DE LOS MÁS BRILLANTES VETERANOS DEL ARMA SUBMARINA ( CON UNA MARCA DE 172.768 TONELADAS ), ALCANZADO POR EL DESTINO EN DICIEMBRE DE 1917


Por su parte, el tributo mensual que pagó a cambio la armada alemana  fue la pérdida el 2 de diciembre del UB-81 comandado por el veterano Reinhold Saltzwedel, al chocar con una mina a 20 kilómetros de la isla de Wight y ser rematado por el patrullero inglés P32; el UC-69 de Hugo Thielmann por abordaje accidental del U-96 en el canal de la Mancha el 6 de diciembre; el UB-18 de Georg Niemeyer embestido el 9 de diciembre por un "bou" en el canal de la Mancha, arrastrando consigo a toda su tripulación; el UB-75 de Franz Walther desaparecido a partir del 9 de diciembre cerca de Flamborough Head seguramente minado; el U-75 de Schmolling  liquidado el 13 de diciembre por una mina cuando salía de un canal dragado en el Mar del Norte, pudiendo rescatarse a la mayoría de su tripulación; el UC-38 de Hans Hermann Wendtland al día siguiente por destructores franceses en el Mediterraneo; el UB-56 de Hans Valentiner,  que finalmente perdió la partida el 19 de diciembre por una mina en el barraje del paso de Calais; y el último del mes precisamente en la jornada de Navidad, el UB-87 de Rudolf Von Spethz-Schulzburg, hundido con toda su gente por los escoltas de un convoy en el Mar de Irlanda.




6.9.13

LA CAÍDA DE RIGA. EL FRUSTRADO LEVANTAMIENTO DE KORNILOV



La prevista maniobra de Ludendorff sobre Riga, estaba según sus propias palabras " meramente concebida como un medio para una mejora genérica de nuestra posición  que nos permitiera economizar tropas".  Con todo, también acariciaba resultados propicios en otro aspecto: al abrir el acceso por el litoral hacia Petrogrado,  sus habitantes experimentarían un sobresalto y su inseguridad aumentaría. La operación  debía por tanto, agudizar las tensiones en el  inestable régimen ruso. Estaba previsto después de concluir allí mantener la presión en la segunda mitad de septiembre,  transfiriendo las divisiones liberadas de nuevo al sur  para comenzar operaciones desde Bukovina hasta el río Sereth entrando en Moldavia”.
 
El ataque, levemente retrasado por los acontecimientos del III Ypres en Bélgica,  fue lanzado el 1 de septiembre de 1917. El general Oskar von Hutier y  su  VIII ejército estaban encargados de llevarlo a cabo. Se enfrentaba al 12º ejército ruso de V. N. Klembovski.

Von Hutier era un hombre de considerable capacidad creativa en temas militares, que sostenía la necesidad de cambiar las tácticas ofensivas habituales puesto que habían perdido su validez. Los bombardeos prolongados y las cargas masivas de infantería eran poco eficaces  y contraproducentes. En su lugar, e inspirándose en lo demostrado por su oponente Brusilov durante el verano de 1916, estimaba conveniente golpear sobre un objetivo concreto en base al recurso a la sorpresa y la velocidad. Hasta cierto punto, Nivelle había llegado a conclusiones parecidas meses antes, pero había fracasado al intentar crear un método alternativo durante la acción del Camino de las Damas. En cambio Von Hutier y su equipo elaboraron unas doctrinas que fueron bautizadas posteriormente como “tácticas de infiltración”.  Entre sus colaboradores destacaba el coronel Georg Bruchmüller, reputado especialista artillero. Se había distinguido en la última contraofensiva en Galitzia en julio.

Para el iniciar el asalto a Riga, ambos jefes del VIII ejército convinieron en desplazar la infantería y la artillería de noche, para evitar en lo posible su detección evitando que el enemigo estuviese sobreaviso, que moviese reservas, o preparase fuego de contrabatería.  Bruchmüller comenzó con un bombardeo con granadas de gas a las 4.00 horas  del 1 de septiembre, seguido con las primeras luces por el fuego de 170 baterías ligeras apoyadas por  otras 200 de tipo medio y morteros pesados. Unas 4 horas más tarde,  en torno a las 8.30,  y bajo la cobertura de una barrera de proyectiles de humo los primeros pontones fueron colocados sobre el río Dvina al sureste de Riga, en una punto donde la anchura del cauce era de 450 metros,  para permitir el cruce de las “Sturmtruppen” que encabezaban la acción. Mientras  tanto 3 puentes, uno para cada división que debía seguirlas, fueron levantados velozmente.  A las 10.30  los alemanes habían creado una cabeza de puente en la orilla opuesta de 2-3 kilómetros de profundidad por 6 kilómetros de anchura, y los puentes estaban terminados.  Superados desde el primer instante,  los hombres de Klembovski  evacuaron  con precipitación la cabeza de puente al oeste de Riga y al día siguiente toda la  ciudad, aunque el cuerpo de  Tiradores Letones proporcionó a las fuerzas rusas  en retirada una eficaz cobertura .

 En conjunto, el cruce ( del río Dvina ) fue ridículamente fácil” exclamó Hoffmann. Sus hombres  controlaron completamente el  puerto el 5 de septiembre.  Fueron tomados prisioneros 9.000 rusos y 200 cañones cambiaron de dueño.

Buena parte del mérito recayó en las  "Sturmtruppen". Venían actuando con anterioridad  en forma de tropas de choque a pequeña escala,  las “Stosstruppen”, participando puntualmente en  acciones cruciales como la batalla de Verdun.  Desde el 23 de octubre de 1916 Ludendorff había ordenado expresamente a cada uno de los ejércitos  del Oeste la creación de un batallón de tropas de choque en su seno. En noviembre de 1916 hasta 30 divisiones había gestado algún tipo de destacamento de asalto. Pero fue ahora, en el frente Oriental y bajo la dirección de Von Hutier cuando sus tácticas y armamento alcanzaron su madurez  y se empleó a las  unidades de asalto en  cantidad considerable.  Su consagración total  llegaría dos meses más tarde en Caporetto y Cambrai. 

En Riga,  numerosos grupos de "Sturmtruppen" de 14 a 18 hombres constituyeron la vanguardia alemana encargada de la ruptura. Estaban  equipados con ametralladoras portátiles tipo MG-08/15 de 19,5 kg y las aún mas livianas  Lewis británicas capturadas, rifles y subfusiles automáticos MP-18 ( el primero eficaz del mundo ),  morteros ligeros de 76 mm con un alcance de 1050 metros y las pistolas Luger P-08  con un impresionante cargador de 32 balas y Máuser la-96. Estas armas eran fácilmente portables durante el avance  y  proporcionaban una inédita potencia de fuego en el combate a corta distancia en las trincheras.  

Los grupos Sturmtruppen según la teoría de la infiltración se movían justo detrás de la barrera móvil de la artillería, y se abrían paso alrededores de los puntos fortificados enemigos. Unidades de mayor tamaño, respaldados por aviones en vuelo rasante, les seguían para neutralizar los reductos enemigos cercados y despejar el camino para los regimientos y divisiones encargadas de profundizar la irrupción y asegurar el terreno mientras la aviación seguía reconociendo  y hostigando al enemigo donde fuera necesario.

Los defensores rusos pronto estuvieron en franca huida, aunque pudieron recomponer sus líneas 32 kilómetros al noreste de Riga porque no fueron perseguidos. “Habríamos mantenido nuestro avance en la dirección de ( San ) Petersburgo, pero desafortunadamente tuvimos que parar, puesto que Ludendorff con la mejor intención del mundo, no podía dejarnos conservar las divisiones necesarias. Las necesita, y Austria también, así que debemos resignarnos  puntualizaba Hoffmann en su diario. 

Como Ludendorff había esperado, la exitosa operación produjo una línea defensiva más corta, y causó ansiedad en la capital rusa por la cercanía de las nuevas posiciones germanas.  Pero ahora las divisiones  vencedoras en Riga tenían nuevas y urgentes misiones que cumplir en Francia e Italia y fueron transferidas, anulándose el plan primitivo de  enviarlas a  Moldavia para rematar a los restos del ejército rumano.

La reacción del mando rusa ante este serio revés fue casi nula, porque Kornilov estaba absorbido por un pulso particular con Kerensky.  Pocos días antes de la  anunciada conferencia de Moscú del 26 de agosto varios activistas de extrema derecha le habían transmitido mensajes de respaldo. Durante la conferencia celebrada en el teatro Bolshoi, a la que habían acudido representantes de todo el mundillo de la política rusa ( salvo los bolcheviques )  desoyó las instrucciones de Kerensky de referirse únicamente al panorama estratégico, y en cambió enumeró públicamente las medidas de su programa: instauración de la ley marcial tanto en el ejército como en los ferrocarriles y fábricas de armamento, y la restauración de la pena de muerte, incluyendo  los casos de propagación de rumores, agitación pública y literatura sediciosa. También criticó vehementemente el descenso en la producción y los sabotajes que a su juicio lo motivaban. 

FOTO. EL GENERAL KORNILOV ( CENTRO ). DE METEÓRICA CARRERA, SE ENFRENTÓ A KERENSKY Y A LOS BOLCHEVIQUES.

 Al retornar al cuartel de la Stavka en Mogilev, la reacción del general ante los acontecimientos en Riga fue denunciar la cobardía y amotinamiento de las tropas, producto a su juicio de la actividad de los agitadores. Estas palabras abrieron un enconado debate en la prensa de la capital con cruces de recriminaciones mutuas entre los “kornilovitas” partidarios de aplicar el programa del comandante en jefe para restablecer el orden,  contra el criterio de  los adeptos del presidente Kerensky, de los bolcheviques y de otras formaciones izquierdistas que se consideraban a si mismas la encarnación de la auténtica revolución  opuesta al despotismo de los oficiales. 

Finalmente el día 8 de septiembre el primer ministro ruso destituyó a Kornilov de la jefatura de la Stavka, y este decidió ir a por todas.  Aunque todavía hoy existen ciertas oscuridades sobre cuales eran sus intenciones reales,  e incluso si fue víctima de una treta deliberada de Kerensky, parece que Kornilov  cavilaba la posibilidad un golpe de estado contra  el Gobierno Provisional y los partidos que los sostenían,  para sustituirlos por una dictadura militar transitoria presidida por él mismo que debería restablecer la disciplina en el frente y la retaguardia civil.  La fulminante destitución disipó  sus últimas dudas, a pesar de intentos de mediación de varias personalidades como Alexeiev y Miliukhov.  

 El día 10 Kornilov emitió un anuncio que  entre otras cosas decía “ el Gobierno Provisional, bajo la presión de la mayoría bolchevique en los soviets (…) esta actuando en consonancia con los planes de Alto Estado Mayor alemán”.

Documento de apoyo: PROCLAMA DE KORNILOV EL 10 DE SEPTIEMBRE  DE 1917 

Inmediatamente empezó a mover unidades de caballería hacia la capital. Kerensky delegó en el soviet de Petrogrado la defensa, permitiéndole armar a los trabajadores afines a los partidos menchevique y eserista. También se levantó la prohibición sobre la Guardia Roja, ilegalizada desde las "jornadas de julio", y dominada por los bolcheviques.  La mayoría de los apoyos que esperaba el ahora general rebelde se mostraron remisos, y denunciado como contrarrevolucionario por la mayor parte de los medios de comunicación su aislamiento fue creciendo hasta que finalmente se rindió pacíficamente en Mogilev el 14 de septiembre a Alexeiev. Este último había sido sacado de su retiro y nombrado nuevamente comandante de la Stavka. Kornilov fue encerrado junto con otros simpatizantes de su causa como Denikin y Kaledín ( atman de los cosacos del Don ) en el monasterio de Bykhov, pendientes del correspondiente juicio.