1.2.08

FULMINANTE CAIDA DE ERZURUM. TURQUIA, A LA DEFENSIVA EN ANATOLIA

Una vez conseguido el reluctante permiso del Gran Duque Nicolás para proseguir con sus agrupaciones y amenazar Erzurum, el bastión turco esencial en Armenia, el general Iudenich acondicionó los caminos y tendió un ferrocarril de vía estrecha desde Sarikamish para dar más consistencia a su proyectada marcha. Tambien se coordinó con el general Lyakhov, que acaudillaba a los rusos en la costa del mar Negro y a Chernozubov que hacía lo propio en la región de Azerbayán para que siguieran su estela ofensiva. En pocos días el IV cuerpo Caucásiano de Chernouzov aseguró el flanco izquierdo ruso entrando en Hinis y Malazgirt, tanto tiempo disputada el año anterior; Lyakhov había establecido contacto con el II cuerpo Caucásiano y se preparaba en el flanco derecho junto al mar.

En el frente principal, se tomó contacto con los fuertes exteriores que protegían Erzurum y se transportaron desde Kars piezas pesadas destinadas al inminente asedio de las ciudadelas turcas. En esos críticos momentos Enver Pasha trataba de desplazar 7 divisiones desde los Dardanelos al Cáucaso; pero estas topaban con la dificultad de que antes de llegar a destino debían atravesar cientos de kilómetros desde la terminal ferroviaria de Ankara y por tanto el despliegue de los refuerzos no sería posible antes de abril de 1916.

Erzurum quedaba así ciertamente expuesta, y confiada a sus propios recursos. En principio parecían suficientes: su perímetro fortificado consistía en un grupo de 11 fuertes artillados, con sus dos flancos asegurados por otras 4 fortificaciones. Por último, un tercer anillo contaba con 6 fortalezas más, completando las defensas principales. Las trincheras habían sido erigidas allí donde lo permitía el terreno rocoso. Varios puntos montañosos eran considerados impenetrables...supuestamente. Se consideraba que la guarnición idónea debería tener como mínimo la cifra 75.000 hombres, pero eran menos de 50.000 los disponibles, en malas condiciones tras el abandono precipitado de la línea Koprukoy. El total de piezas artilleras emplazadas ascendía a 400, aunque solo 150 podían ser clasificadas como modernas. Enver estimaba que al menos serían suficientes para sostener una defensa prolongada, confiando además en la sólida reputación de la infantería turca para esa lucha de asedios, y en la convicción de que los rusos no andaban sobrados de cañones de altos calibres.

MAPA. OPERACIONES DE 1915-1916 EN ARMENIA.

Es cierto que Iudenich no estaba listo para emprender un asedio en toda regla. El método para superar el obstáculo que representaba Erzurum parecía estar en alguna rápida maniobra de envolvimiento que provocara el pánico y un nuevo repliegue de los turcos. Al II cuerpo del Turquestán de Przevalski se le encomendó infiltrarse a través de la meseta del río Kara, tenida por inexpugnable, eso sí, precedidos por lo ya típicos ataques de distracción preliminares. El plan fue expuesto por Iudenich a sus oficiales el 8 de febrero. El 11, a las 14.00 horas los artilleros rusos abrieron fuego sobre dos de los fuertes turcos, capturando al anochecer el de Dalan-Goz. En las horas siguientes los progresos fueron desiguales pero varias columnas de fusileros, trepando dificultosamente crestas a 2.000 metros de altitud tomaron el fuerte Kara Gobek, para a continuación apuntarse el fuerte Tafet donde el X cuerpo otomano fue machacado.

Al acabar el día 14 de febrero los rusos descendían de las alturas y pululaban la meseta de Kara. A primeras horas del 15 de febrero el reconocimiento aéreo determinó que los turcos, incapaces de bloquear la brecha abierta en el anillo de fuertes, abandonaban sus posiciones. Yudenich ordenó a Przevalski que asaltase Erzurum por el norte; este no se demoró y al atardecer había traspasado el último circuito fortificado. En la mañana del 16 de febrero de 1916 los cosacos del Terek se posesionaron de la disputada villa. Fueron apresados 5.000 soldados turcos y otros 10.000 fueron baja por muerte o heridas, a lo que se añadía la incautación de 300 cañones. Teniendo en cuenta la amplitud de la victoria, las pérdidas rusas eran modestas: un millar de muertos y 8.000 heridos, buena parte por congelación.

Se explotó el éxito enviando a la caballería cosaca por la carretera a Erzican dando caza a los rezagados, hasta detenerse en el poblado de Mamahatum, a 80 kilómetros al oeste de Erzurum. Otra agrupación aprovechó para cruzar el valle del Choruk, al pie de los Alpes Pónticos y acampar en Bayburt, respaldando el avance anfibio que realizaba el general Lyakhov en el mar Negro. Desde el 5 de febrero, combinando acometidas terrestres y pequeños desembarcos detrás de las líneas turcas precedidos por bombardeos navales, las tropas rusas fueron ocupando la franja litoral hacia el oeste. La flota rusa era preponderante en aquellas aguas, primero gracias a sus 5 pre-dreadnought de 12.500 toneladas, y más todavía desde el verano de 1915, con la incorporación de los potentes acorazados Marija y Katerina II . De este modo el almirante Ebenhardt, que mandaba la flota estacionada en Sebastopol, pudo prestar una eficaz cobertura a las operaciones de Lyakhov. El 5 de marzo los rusos rebasaron Atina y se plantaron a 50 kilómetros de Trebisonda ( Trabzon ), el mayor puerto de la zona, sin apenas efusión de sangre ( menos de 300 bajas propias ).

MATADERO EN VERDUN ( II PARTE ) Especial memorias del Kronprinz




MAPA. CROQUIS DE LA SITUACION DE VERDUN EN MAYO DE 1916, SEGUN EL PERIODICO " EL DIARIO ESPAÑOL".


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Traducción de las memorias del Kronprinz a partir de la edición inglesa original de 1922. ( correspondientes a las páginas 173-177 )

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"Entre las muchas irrealidades diseminadas sobre mí por rencor o estupidez, esta el aserto de que yo soy responsable de las pérdidas en Verdun y el fracaso final allí. La persistencia con que esta leyenda brota una y otra vez hace necesaria una explicación de los hechos.

La orden para atacar Verdun, naturalmente, no provino de mí. Se originó en una decisión del Alto Mando. Esta decisión y las razones del Alto Mando para la empresa encuentran expresión en un informe al Káiser del general Von Falkenhayn, como cabeza del Cuartel General en las navidades de 1915. Este informe contiene el siguiente pasaje:

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" Detrás del sector francés del frente occidental, hay, dentro del alcance objetivos por cuya conservación los franceses están compelidos a arriesgar hasta su último hombre. Si lo hacen así, las fuerzas francesas, desde que no tendrán opción, se agotarán, tanto si obtenemos nuestro objetivo como si no. Si los franceses no lo arriesgan todo, y el objetivo cae en nuestras manos, el efecto moral sobre Francia será enorme.


Para esta operación local, Alemania no será forzada seriamente a exponerse en otros frentes. Ella puede confiadamente encarar los ataques de diversión que se esperan en otros puntos: no solo eso, podemos esperar disponer de tropas suficientes para responderles con contraataques "



Al poco, el Alto Mando cursó ordenes para el avance sobre Verdun. Indudablemente el Alto Mando estaba influenciado por nuestra inferioridad numérica y un deseo de anticiparse a un previsible ataque del enemigo con su máximo vigor en algún punto indeseable para nosotros. La organización británica había en este periodo alcanzado plena efectividad; la francesa había sido renovada. En la primavera de 1916, las tropas enemigas en el oeste sobrepasaban a las nuestras en más de un millón; de acuerdo a los propios cálculos del general Von Falkenhayn, los alemanes totalizábamos 2.350.000 contra 3.470.000 de la Entente y también éramos inferiores en la provisión de municiones. Al juzgar el plan, el mando de el V ejército sostuvo la opinión de que ambas márgenes del Mosa debían ser atacadas simultáneamente y con poderosas fuerzas. Este procedimiento fue vetado por el Alto Mando. El ataque sobre la margen oriental solamente fue impulsado bajo las instrucciones directas del Alto Mando, y probablemente se hubiera saldado con éxito sin la intervención de circunstancias imprevistas.

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Los preparativos para el ataque habían escapado al conocimiento de los franceses. La concentración de la artillería no fue interferida de ninguna manera; la infantería de asalto había sufrido pérdidas irrelevantes en los preparativos del avance. Todo había sido brillantemente preparado. Entonces, el mismo día originalmente seleccionado para el ataque, tormentas de lluvia y nieve se desencadenaron, frustrando toda posibilidad para que la artillería observase sus objetivos. De día en día hubo de posponerse el ataque, hasta que tuvo lugar 10 días más tarde de lo originalmente previsto. El mando del 5º ejército padeció un periodo de incertidumbre porque tal como transcurrían las cosas, cada hora perdida significaba una disminución de nuestras posibilidades de un triunfo rápido. De hecho, en ese periodo de espera, nuestro proyecto fue revelado por dos miserables bribones del Landwehr que desertaron a los franceses. Con todo, ya no les fue posible a nuestros adversarios implementar sus contramedidas con la rapidez suficiente.

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El ataque empezó el 21 de febrero de 1916, y el ingente éxito de los tres primeros días es bien conocido. La infantería del III y XVIII cuerpos y el VII cuerpo de reserva, efectuó maravillas de coraje. La toma de Douaumont lo coronó todo. De hecho, incluso habríamos arrollado entera la margen oriental de Verdun si las reservas prometidas hubieran arribado a tiempo. Porque fallaron en hacerlo es algo que escapa a mi comprensión. El capitán Von Brandis, que arrolló Douaumont, me confió que el cuarto día había apreciado una completa ausencia de franceses en todo el distrito de Douaumont-Sonville-Tavannes.


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Pero nuestras propias tropas habían consumido su vigor; el clima era horrible y las raciones no pudieron ser distribuidas como se requería. Que hubiera sido posible tomar la margen oriental de Verdun entera, manteniendo sin pausa la ofensiva, queda patente a partir del hecho de que los jefes locales franceses habían ya dado órdenes para la evacuación. Solamente más tarde fue anulada esta orden por Joffre. De las declaraciones y descripciones que recientemente he examinado en un informe de un oficial francés que luchó en Verdun, es evidente que el tercer día la defensa de la margen oriental estaba rota. Aun más, el gran peligro de la posición de los franceses el 24 de febrero ha sido descrito por el general Mangin en la "Revue de deux Mondes".

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La fatiga de nuestras tropas tras una tremenda proeza y la falta de reservas nos despojaron del premio de la victoria. Yo no acuso: meramente rememoro los acontecimientos.

Desde ese día en adelante, la sorpresa ya no pudo mantenerse; y los impetuosos avances por asalto fueron sustituidos por un gigantesco forcejeo por cada metro de suelo. Al cabo de unas pocas semanas percibí claramente que no sería factible quebrar la inexpugnable defensa, y que nuestras pérdidas terminarían desbordando la proporción de las ganancias.

Consecuentemente, pronto hice todo lo que estaba a mí alcance para poner un final a los embates. Repetidamente dí expresión a mi parecer y las deducciones que debían ser extraídas.

En este asunto sostuve algunas discrepancias con mi jefe de Estado Mayor, el general Schmidt von Knobelsdorff, y mis peticiones fueron al principio descartadas. Las órdenes llegaban: "Continuar el ataque".


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En consideración a los altos valores morales que implicaban la continuación del cometido, una opinión contraria tenía que encontrar enorme oposición; y que el Alto Mando estaba sujeto a mirar Verdun desde un punto de vista diferente al del mando del 5º ejército, debe ser incondicionalmente aceptado. A pesar de ello, incluso mirando desde ese superior punto de vista, yo creo que mis sugerencias habían sido correctas.


Cuando mas tarde aun, la situación se transformó en desagradable, en vista de la futilidad de los sacrificios, me sentí indispuesto a sancionar la continuación de la ofensiva, comunicándolo personalmente al káiser y haciendo representación escrita al Alto Mando; después de lo cual, el káiser adoptó mis propuestas y dio la deseada orden de finalizar la ofensiva. Tras la destitución el 29 de agosto del general Von Falkenhayn como jefe del Alto Mando y del departamento de operaciones, las órdenes para cesar las acciones fueron ratificadas por el mariscal Von Hindenburg el 2 de septiembre de 1916, junto con instrucciones para convertir las que habían sido provisionales en posiciones permanentes."