1.9.07

EL LAGO NAROCH Y LA OFENSIVA BRUSILOV: CANTOS DE CISNE DEL EJERCITO ZARISTA





FOTO. CAIDOS RUSOS ANTE UNA ALAMBRADA EN EL NAROCH.












A pesar de su estruendosa derrota del año anterior, el ejército ruso fue capaz de retomar la iniciativa en la primavera de 1916, para sorpresa del OHL y del Ober Ost, que suponían a sus rivales orientales reducidos a una impotencia pasiva. Atendiendo a las ansiosas demandas francesas solicitando algún tipo de maniobra de alivio de la presión en Verdun, la Stavka presidida por el general Alekseyev y Nicolás II concibió un importante ataque en forma de pinza que se daría en el conjunto de lagos situados al este de Vilna. Coordinada por el general Evert, participarían el reconstituido 2º ejército engrosado con 350.000 hombres y más de un millar de cañones, al mando del general Smirnov, de 67 años y trayectoria poco destacada.

Esta fue la proclama de Evert a sus tropas el 17 de marzo:


“ Soldados del frente occidental,
Vuestras filas, excesivamente debilitadas, contando con una reducida cantidad de fusiles y cartuchos, han contenido durante seis meses el avance enemigo, y, después de haberlo rechazado en el Molodetchno, en el sector mismo cuyo frente había roto el adversario, han llegado a tomar las posiciones que tenemos actualmente.

Su Majestad y la patria esperan hoy de vosotros una nueva proeza: arrojar al enemigo más allá de la frontera del Imperio. Mañana mismo tenéis que empezar vuestra obra. Confío ciegamente en vuestro valor, en vuestra arraigada abnegación por el zar, en vuestro amor por la patria, y, por lo tanto, en que habréis de cumplir vuestro sagrado deber con el zar y con la patria, liberando a vuestros hermanos del yugo extranjero, bajo el cual gimen hoy.

Dios nos acompañe en nuestra sagrada obra

Firmado: Evert, general asistente

 Lo que se conoció como batalla del lago Naroch comenzó el 18 de marzo de 1916, con un "trommelfeuer" ruso, algo inédito en el frente Oriental. Pero sus efectos fueron mínimos, puesto que los alemanes habían advertido desde 2 semanas antes los preparativos gracias a su eficaz exploración aérea que descubrió el traslado de columnas enemigas en marcha al oeste, resaltando en mitad de la nieve. La coordinación mutua entre la artillería y la infantería rusas fueron además muy deficiente y cuando el 20 de marzo las primeras oleadas acometieron contra el X ejército alemán del general Eichhorn ( que contaba originalmente con 75.000 efectivos y 300 cañones ) sufrieron una terrible revés, acumulando 50.000 bajas el 24 de marzo con ridículas ganancias de terreno... apenas penetrando 1,5 kilómetros de profundidad en 3,5 kilómetros de base.


 EL LAGO NAROCH SEGÚN EL TESTIMONIO DE VON HINDENBURG

No obstante los alemanes padecieron ciertas dificultades porque sus reservas debían desplazarse desde Vilna, donde terminaba la cabecera de ferrocarril, hasta el lago Naroch cubriendo una distancia de 70 kilómetros de cenagales y senderos de barro, a pesar de lo cual lograron duplicar las huestes del X ejército en pocos días. La ofensiva fue languideciendo a medida que las características deficiencias rusas en suministros, atención sanitaria ( unos 12.000 hombres perecieron por congelación ) y caos en el mando se fueron agudizando al transcurrir las semanas; el 14 de abril finalizó por completo, al coste de 122.000 bajas rusas por 20.000 alemanas. A lo largo de abril hasta las magras ganancias de terreno se esfumaron ante localizados contrataques germanos. 

FOTO. TROPAS ALEMANAS EN LAS INMEDIACIONES DEL NAROCH, 1916.


















El Ober Ost en ningún momento se sintió demasiado alarmado en y manejó los combates con sangre fría, pero por otro lado estos contribuyeron a enrarecer todavía más las relaciones de Hindenburg y Falkenhayn, ya que el primero llegó a apelar vía Ludendorff al mismísimo káiser en el mes de mayo, quejándose de la estrategia del jefe del OHL y acusándole de consumir insensatamente todas las reservas militares en lo que ya se denominaba "la trituradora" ( Die Mühle ) de Verdun. Dejando de lado estos graves altercados en la jefatura, lo cierto es que el OHL se las prometía muy felices en el frente Oriental, considerando que los ataques de marzo equivalían a un esfuerzo suicida para ayudar a los Aliados occidentales. 

En reuniones bilaterales de los dos estados mayores de los Imperios Centrales celebradas a finales de mayo con la participación de Conrad von Hotzendorff se estimó que Rusia no podría volver a la carga como mínimo durante varios meses, periodo considerado imprescindible para que repusiera sus pérdidas. Comprometido en sus propios sueños de grandeza contra Italia, Conrad von Hotzendorff consiguió que Von Falkenhayn no vetara expresamente el proyecto, a pesar de que el jefe alemán abrigaba serios temores sobre los planes austrohúngaros y temía que sus socios careciesen de reservas en caso de que los rusos reanudasen sus actividades en Galitzia. Pero Von Falkenhayn cedió por razones políticas para no desairar a su socio. Conrad von Hotzendorff procedió entonces a trasladar desde Galitzia Oriental algunas divisiones contra los italianos.


MAPA. EL FRENTE ORIENTAL EN 1916

Las esperanzas del mando ruso, empero, no se disiparon después de la decepción del Naroch. El 4 de abril fue ascendido al mando del frente del suroeste el talentoso general Alexei Brusilov, que se había desempeñado brillantemente al mando del 8º ejército en medio de las debacles de 1915. La Stavka había sido informada de las intenciones aliadas para desencadenar una ofensiva a finales de la primavera ( que se materializaría en la batalla del Somme ), y se aprestó a darle cobertura con nuevas operaciones de gran estilo en el este. A mediados de abril Alekseyev trató el tema con sus jefes de ejército, inclinándose en principio por repetir el intento del Naroch en otro punto del frente al norte de las impenetrables marismas del Prypiet, las cuales separaban la zona bajo responsabilidad alemana, al norte, de la austrohúngara al sur. Una de las razones de esa insistencia de atacar el sector alemán era el mantenimiento, a pesar de las pérdidas recientes, de la neta superioridad numérica en esa área septentrional, una diferencia favorable a los rusos de 700.000 hombres, posible gracias a las inagotables canteras humanas del enorme país. La propuesta no fue bien acogida: recordaba demasiado al intento fallido del Naroch y la constancia de la solidez alemana estaba presente en la memoria, aunque el general Evert se mostró dispuesto a repetir la jugada de marzo. En esa tesitura empezó a oírse la voz de Brusilov solicitando autorización para una ofensiva al sur del Prypiet, en Galitzia, con la extraordinaria novedad de avanzar en un frente ancho. Esta inopinada propuesta se basaba en la idea de alcanzar la sorpresa táctica, al resultar menos perceptible a los observadores enemigos el despliegue de grandes masas y equipos si se distribuían en una extensión más amplia. 

MAPA. DETALLE DE LA OFENSIVA BRUSILOV 

Asimismo, esto impediría que el grueso de las fuerzas propias quedase encajonado en un pequeño saliente fácilmente batido desde tres lados por el fuego enemigo; consideraba como ideal una línea de ataque de al menos 100 kilómetros. Entre los elementos tácticos que debían facilitar esa misión contarían: aproximar las trincheras propias a las adversarias reduciendo al mínimo la tierra de nadie, una cuidadosa planificación previa utilizando la fotografía aérea para cartografiar los emplazamientos contrarios ( exactamente lo que venían haciendo profusamente desde el principio de la contienda los Aliados occidentales y los alemanes ), el adelantamiento de los puestos de artillería a las zonas de vanguardia y la mejora en la coordinación de sus comandantes con las otras ramas del ejército.

Brusilov encontró una decidida oposición de sus colegas , que se inclinaban por la idea aceptada hasta la fecha por todos los beligerantes de atender al principio de concentración de fuerzas en un terreno reducido, de 15-20 kilómetros como máximo. Pero a falta de procedimientos mejores, Alekseyev terminó cediendo a finales de mayo y dio su visto bueno. El avance tendría lugar a comienzos de junio en Galitzia y el sur de la Polonia rusa. Después de hacer febriles preparativos, Brusilov descargó su ataque el 4 de junio en una línea de 300 kilómetros desde la frontera rumana hasta las marismas del Prypiet, el área correspondiente al denominado Frente del Suroeste ruso ( que comprendía a los ejércitos 8º, 9º,7º y 11º ). La acumulación artillera fue poderosa, cercana a las 2.000 piezas, aunque al distribuirse en un frente amplio resultó menos apabullante...¡ pero más efectiva ! Ciertamente los austrohúngaros fueron completamente sorprendidos. En torno a la ciudad de Lutsk estaban acampados los 200.000 hombres del IV ejército del archiduque Josef Ferdinand que recibió la acometida del 8º ejército ruso de Kaledin, con 150.000 hombres. Tras un bombardeo de un día, y como recogió más tarde una comisión austriaca: " Los bombardeos, aparte de destruir los obstáculos de alambre dejaron toda la zona de la batalla cubierta por una inmensa y espesa nube de polvo y humo (...) que no dejaba ver a los hombres y dificultaba la respiración, y permitió que los rusos pasaran por encima de los restos de las alambradas y entraran en nuestras trincheras en grandes olas. " El 5 de junio la guarnición de Lutsk huyó y esta cayo en manos del ejército zarista. FOTO. EL ARCHIDUQUE JOSEF FERDINAND, JEFE DEL IV EJERCITO AUSTROHUNGARO EN JUNIO DE 1916


En la parte central del embate, el 11º ejército de Sakharov se apuntó también ganancias territoriales; y sobre todo en el extremo sur, en Bucovina, el 9º ejército de Lechitski consiguió doblegar al VII austro-húngaro del barón Von Pflanzer-Baltin capturando 11.000 prisioneros en una sola acción. Tan solo el 7º ejército de Sherbachev falló relativamente, al no aplicar las recomendaciones de Brusilov; alargó demasiado tiempo el bombardeo ( 48 horas ) lo que eliminó el efecto sorpresa, y atacó en un frente estrecho que terminó en el previsible callejón sin salida.

La dificultad para elegir el destino a las reservas austrohúngaras cuando eran varios los puntos amenazados sucesivamente fue, como ya previó Brusilov, otra de las claves de la ofensiva. El caso de Von Pflanzer-Baltin fue especialmente ilustrativo: primero desplazó al sur del río Dniester sus reservas ante la amenaza inicial solo para ver como los rusos reanudaban el asalto al norte del río dejándole fuera de juego y obligándole a dar orden de retirada general, en cuyo trascurso perdió la mitad del VII ejército, unos 100.000 hombres. Para el 20 de junio nada menos que 200.000 soldados austrohúngaros engrosaban las listas de prisioneros.

Si no se produjo la completa desintegración del frente la razón estaba en que los rusos desbordaron sus disponibilidades de suministros locales. La mayoría de las reservas rusas continuaban emplazadas al norte del Prypiat, vigilando a los alemanes: en cierto modo, el grandioso éxito había tomado desprevenidos a los mandos zaristas sitos en Mogilev, que no realizaron preparativos adecuados para explotar el vacío logrado por Brusilov. Entretanto, los estados mayores de los Imperios Centrales, asumiendo su error de haber infravalorado la capacidad de reacción rusa, procedieron a paliar en lo posible el catastrófico panorama de junio. Falkenhayn consideraba que era prioritario bloquear la brecha de Lutsk, y transfirió seis divisiones alemanas procedentes de Occidente y de la parte norte del frente Oriental. Puestas a las órdenes de Von Linsingen, el I y IV ejércitos austrohúngaros también quedaron subordinados a su mando, y otro oficial germano, Hans von Seekt ( futuro jefe del Reichwehr en la posguerra ) pasó a ser jefe de estado mayor del destrozado VII ejército austriaco, a pesar de que  esta reorganización bajo hegemonía alemana provocó una intensa amargura entre los oficiales austrohúngaros. El mismo Conrad Von Hotzendorff  aceptó de mala gana no emprender ninguna iniciativa sin el visto bueno del OHL; a partir del 24 de junio las divisiones que él confiadamente había transferido desde Galitzia a Italia tuvieron retornar apresuradamente.


FOTO. EL GENERAL BRUSILOV, A LA IZQUIERDA CON UNIFORME COSACO, JUNTO AL GENERAL RUZSKI.


















Sin embargo muchas palancas decisivas estaban escapando de las manos de Brusilov. Desde el 2 de julio el Frente del Oeste se puso en marcha pero no consiguió apabullar al enemigo de la misma manera que sus compatriotas del Frente del Suroeste en las semanas precedentes. El 4º ejército de Evert porfió en el área de Baranovichi  con 20 divisiones pero después de una  progresión adecuada en las primeras jornadas en las que destruyó una división austriaca, se encontró bloqueado por dos divisiones alemanas de refuerzo. Se perdieron 80.000 hombres. El 3 de julio, los ejécitos 3º y 8º bajo la estrecha supervisión del propio Brusilov obligaron al ejército alemán del Sur, el "Südarmee" bajo el mando de Bothmer, a replegarse pero el general ruso no consiguió una ruptura, aunque capturó 30.000 prisioneros en la zona de Stockhod. Aun peor, el ejército de Guardias estaba fuera de su jurisdicción. Confiado en reavivar las anteriores penetraciones, el comandante de esta fuerza, Bezobrazov,  emprendió por su cuenta desde el 28 de julio una serie de ataques en las proximidades  de Kovel, un destacado nudo ferroviario, sobre un terreno especialmente inadecuado por los  densos pantanos  en las orillas del rio Stockhod, y por la estrechez del frente de operaciones escogido. Sus pérdidas fueron enormes, sin apenas contrapartidas. Este fiasco contribuyó a que los rusos ya acumulasen a finales de julio 450.000 bajas. Los refuerzos alemanes, tras renunciar al duelo en Verdun, afluían desde el frente Occidental. A mediados de agosto, 18 divisiones alemanas transferidas se unieron a las seis ya presentes y bloquearon eficazmente las tentativas de Brusilov por el norte. A finales de agosto estaba claro que la campaña de verano ruso, la "ofensiva Brusilov" se había estancado sin apuntarse un triunfo decisivo. Igual que las otras grandes batallas de desgaste coetáneas en Francia.

Pero sus últimos estertores, con la captura de Halicz por el 9º ejército en Bukovina, tuvieron una importancia política desproporcionada, ya que convencieron finalmente a Rumania para tomar partido por los Aliados el 27 de agosto. También habían contribuido a minar la confianza en la viabilidad a largo plazo de las fuerzas armadas austrohúngaras, al tiempo que se había auxiliado indirectamente a los italianos, y especialmente a los Aliados occidentales al obligar a los alemanes a retirar del Oeste un total de 18 divisiones.

Algunas cifras proclamadas por los rusos dan una idea  de la enorme magnitud del "verano de Brusilov": la captura de  417.000 prisioneros, 1.000 cañones y  25.000 km2 de terreno.