18.8.07

MATADERO EN VERDUN ( I PARTE )

El 21 de febrero de 1916, a las 5.00 horas de la mañana, una poderosa salva de cañonazos alemanes rompió la quietud en la apacible villa de Verdun sirviendo de prolegómeno para la aplicación de la doctrina del " Trommelfeuer " en la versión más mortífera vista hasta la fecha. La comarca al norte de Verdun recibió a partir de las 8.12 y a lo largo de las horas siguientes un impresionante bombardeo de preparación a cargo de 1.220 piezas artilleras (incluyendo calibres superpesados de 305, 380 y 420 mm.), en un frente de 20 kilómetros con eje perpendicular al río Mosa, extendido a otros 60 kilómetros de frente con bombardeos menores de distracción. Los bosques (Bois de Ville, Bois de Haumont) y las colinas adyacentes fueron arrasados al instante y transformados en eriales de tocones consumidos y cráteres. El estruendo podía percibirse en 150-200 kilómetros a la redonda, hasta en la sierra de los Vosgos.


El huracán de fuego alargó su alcance al cabo de varias horas y comenzó a afectar el anillo de fortificaciones de Verdun, mientras los morteros y los cañones de menor calibre seguían ensañándose sobre la primera línea gala. Cada hora eran arrojados 100.000 proyectiles, algunos cargados de gas. Al atardecer, a las 17.00 horas se alargó el tiro del bombardeo y agrupaciones de reconocimiento alemanas ( antecedentes de las "sturmtruppen" especializadas que tanta fama alcanzarían en los años siguientes ) aprovecharon para cruzar la distancia de separación, la "tierra de nadie" de entre 300 y 1.500 metros y tantearon las posiciones enemigas adelantadas, comprobando los lugares donde el martilleo inmisericorde había alcanzado sus fines. Avanzaban con una sorprendente parsimonia, en filas amplias.

Durante el día 22, en medio de la nevada, la tónica siguió siendo la misma prolongándose los formidables bombardeos (que habían consumido más de dos millones de granadas) y las misiones de reconocimiento e infiltración. Finalmente con la disminución de la luz surgieron cauta pero ágilmente las siluetas del grueso de los 150.000 infantes del 5º ejército alemán, embistiendo en una longitud de 12 kilómetros. Las fuerzas inmediatamente comprometidas eran el VII cuerpo de ejército ( Von Zwehl ) con las divisiones 13º y 14º de la Reserva, el XVIII cuerpo ( Von Schenk ) con las divisiones 21º y 25º, y el III cuerpo ( Von Lochow ) con las divisiones 5º y 6º. En vanguardia marchaban las fuerzas seleccionadas equipadas generosamente con lanzallamas, morteros de trinchera y explosivos de mano, aplastando a los miembros de las divisiones francesas 51º y 72º, cuyos supervivientes, a pesar del castigo precedente, surgían aquí y allá desde el interior de sus puestos arrasados y abrían fuego de ametralladora frenando a los germanos, obligándoles a reducir esos inesperados núcleos de resistencia uno por uno. Esos grupos desesperados de resistentes realizaban ansiosos llamamientos solicitando fuego de contrabatería, que aliviase la catarata de proyectiles enemigos que estaban padeciendo, pero este solo llegó a materializarse espasmódicamente debido a la escasez de bocas de fuego francesas y su escaso calibre (la mayoría de las piezas presentes eran del tipo 75 mm)


En cambio en algunos puntos avanzaban sin impedimentos, porque el aplastante bombardeo había nivelado las trincheras sepultando a miles de defensores o dejándolos tan aturdidos que eran incapaces de empuñar las armas o siquiera mantenerse en pie. A lo largo de los días 22 y 23 se mantuvo el cañoneo y los empujes alemanes que capturaron la serie completa de puestos de vanguardia franceses: Haumont, Herbebois, Brabant y el bosque de Caures. En este último halló la muerte el coronel Driant junto con muchos de sus hombres de la brigada de cazadores alpinos de los batallones 56 y 59 ( de 1.300 solo salieron con vida 110 ). Driant, uno de los jefes de sector en Verdun y diputado por la vecina ciudad de Nancy en la vida civil, había enviado tiempo antes una carta al presidente del Senado en París, Deschanel, exponiéndole la vulnerabilidad a la que se había visto reducida Verdun al despojársela de muchos de sus elementos militares para reforzar Champaña. Estas observaciones provocaron algún revuelo e incertidumbres en el Cuartel General francés, que se tradujeron en una gira de inspección a cargo del general Castelnau durante enero de 1916, que efectivamente apreció serias deficiencias y aconsejó aumentar la protección en la zona. Pero no hubo tiempo de rectificar antes de que se desencadenara la avalancha germana.


A pesar de todo, determinadas circunstancias alertaron previamente a los defensores de lo que se les venía encima. El ataque, marcado originalmente para el 12 de febrero, fue retrasado varios días debido a las inclemencias (ventiscas de nieve y lluvias persistentes) que dificultaban la visibilidad para los apuntadores artilleros tanto terrestres como aéreos, aunque los últimos contaban con una inédita concentración de 168 aviones de exploración y caza para tratar de lograr la supremacía aérea local y proteger la más estática tarea de observación de globos y zeppelines. Los alemanes no pudieron ocultar del todo el frenético incremento de su actividad, y junto a testimonios de desertores de origen polaco y alsaciano huidos al campo francés en las jornadas anteriores (definidos en palabras del Kronprinz Guillermo, que ejercía el mando del V ejército, como "miserables bribones del Landwehr que desertaron a los franceses"), sirvieron para que al menos los oficiales galos sobre el terreno tomaran nota del posible peligro y redoblaran su vigilancia. Por añadidura Joffre recibió advertencias de diplomáticos destinados en Suiza y Dinamarca a finales de enero, aunque desdeñó su importancia porque él no le daba valor estratégico al enclave de Verdun y le parecía que los alemanes harían otro tanto. Cometió un error de juicio al trasponer su percepción personal a sus antagonistas. FOTO. EL KRONPRINZ GUILLERMO, QUE CONDUJO AL 5º EJERCITO DURANTE LA SANGRIA DE VERDUN

Para el día 23 de febrero los alemanes habían profundizado cuatro kilómetros y los puestos franceses en los altos del Mosa se encontraban directamente amenazados. La progresión, aunque algo ralentizada, era con todo considerada por los jefes del 5º ejército alemán el Kronprinz y su jefe de Estado Mayor Kostantin Schmidt von Knobelsdorf, como satisfactoria. Aceptaron en sentido literal las instrucciones de Falkenhayn de realizar " una ofensiva en la zona del Mosa en dirección a Verdun " y la interpretaron como una orden inapelable, para en sus propias directivas subrayar que había que " capturar la fortaleza de forma inmediata ".



Sobre el terreno, la situación era bastante confusa para los galos, con la mayoría de sus comunicaciones telefónicas cortadas. El día 23 a las 18.00 horas se procedió a la evacuación de la población civil de la ciudad, un indicio del agravamiento de la situación. Langle de Cary, a cargo del Grupo de Ejércitos Centro en el que estaba adscrito Verdun, y Herr, comandante con el mando inmediato de las fuerzas locales, insistieron especialmente en proteger los accesos a fuerte Douaumont e incluso planteaban contraatacar al día siguiente, 24 de febrero. Inmediatamente disponibles contaban con el castigado XXX cuerpo de ejército ( general Chretien ) compuesto por dos divisiones ordinarias y una de reserva; dejando aparte al 7º cuerpo ( general Bazelaire ) que velaba en la margen izquierda del Mosa, se encontraban próximos al sector amenazado el II cuerpo estacionado en Woevre, con tres divisiones, y las divisiones 37º y 48º a unos 20 kilómetros al sur del saliente.

Pero lo que vio esa jornada fue la continuación del inexorable empuje alemán que desbordó toda la segunda línea y culminó el día 25 con la atrevidísima incursión del sargento Kunze, el cual, al frente de unas patrullas capturó el fuerte de Douaumont. Increíblemente, estaba casi desguarnecido ( solo 60 hombres de las fuerzas territoriales) , tal vez por el antedicho caos de comunicaciones: " El sólido y considerado inexpugnable pilar nororiental del sistema defensivo de Verdun ", anotaba Falkenhayn con cierta ironía. Según la apreciación del capitán Von Brandis , destacado en el fuerte recién capturado, había en aquellos instantes una completa ausencia de franceses en el sector de Douaumont-Sonville-Tavannes, y así se lo comunicó al estado mayor del V ejército; de hecho, el Kronprinz más tarde se lamentó amargamente de que las reservas previstas para explotar estos primeros triunfos sufrieran un importante retraso. Con todo, el inesperado revés obligó a los franceses a organizar una defensa atrincherada e improvisada en toda la planicie amesetada de Douaumont, con un terrible coste en las semanas venideras.

Incluso después de constarse la virulencia del asalto alemán, Joffre seguía dudando de la trascendencia última de la acción, pero empezó a tomar contramedidas pidiendo a los ingleses que relevaran al 10º ejército francés para así contar con una reserva, y enviando al general Castelnau a la zona como su representante autorizado para tratar de poner orden en la confusión allí reinante. Una vez en el lugar, organizó los primeros refuerzos y despachó con Langle de Cary tomando la resolución de entregar el mando directo del saliente al jefe del 2º ejército, Henri P. Petain con un claro cometido: resistir a toda costa. No habría evacuación en ningún caso.

FOTOS. EL FUERTE DE DOUAUMONT EN VISTA AEREA, ANTES Y DESPUES DE LA BATALLA.

Petain, de 60 años, había ascendido meteóricamente desde 1914, destacando como un sobresaliente táctico con sangre fría, y conocido en su faceta privada por su gran afición a la vida alegre, especialmente las mujeres. Tomó posesión a las 0.00 horas del 26 de febrero ( diagnosticado de neumonía y afectado por la fiebre, contraída en su precipitado e incómodo viaje ) e inmediatamente procedió a imponer disciplina a las tropas confundidas y a establecer una nueva barrera defensiva cuyos lugares pronto alcanzarían un renombre sanguinario: el macizo de Aumiers, Thiaumont, la meseta de Douaumont y fuerte Vaux. En particular emplazó con urgencia cantidades significativas del nuevo cañón de 155 mm ( llamado "Schneider" por su inventor de origen alsaciano ) para devolver los golpes artilleros cuanto antes, a la vez que desplegaba a partir del 27 del mes 13 baterías en la margen izquierda del Mosa para hostigar de flanco a los alemanes que habían conseguido aproximarse a 9 kilómetros del centro de Verdun. También Petain hubo de dar repuesta al acuciante problema de las vías de transporte. Casi todas ellas habían resultado gravemente afectadas por los bombardeos: railes, puentes y carreteras . Los principales ferrocarriles de la región estaban bajo el control de los alemanes desde el verano de 1914 (de hecho procedieron a ampliarlos construyendo nuevos enlaces en vísperas de su ofensiva), y en definitiva la única arteria disponible para garantizar los recursos indispensables para sostener una batalla de gran estilo, tal como ya se estaba presentando la categoría de la pugna por Verdun, era la carretera secundaria que la unía a Bar-le-Duc, a 45 kilómetros al sur. Fue preciso repararla y ensancharla a toda prisa, convirtiéndose en el pulmón francés de Verdun bajo el posterior nombre de la " Vía Sagrada ". De promedio diario transitarían por ella 6.000 camiones y vehículos, que en la ida portaban miles de toneladas de pertrechos y soldados de refresco, y a la vuelta retiraban las enormes cantidades de heridos que se acumulaban en precario.

Esta inopinada capacidad de reacción sorprendió a la jefatura alemana; una semana después del inicio de la confrontación contabilizaban 25.000 bajas propias y el ministro de la guerra Wild von Hohenborn recogía las primeras dudas: " Falkenhayn esta muy nervioso a causa de las comprobadas y elevadas perdidas que hemos sufrido ". El 28 de febrero se convocó una reunión entre el Kronprinz y el jefe del OHL en la que el primero sostuvo que eran precisos nuevos refuerzos: "no gota a gota, sino a gran escala ". También era una preocupación la amenaza que representaba el espolón que formaban las posiciones al oeste del Mosa, que los franceses estaban aprovechando para contrabatir la artillería alemana, ahora que la toma de Verdun se retrasaba. Por ello se le ordenó al 5º ejército, tras una pequeña pausa a primeros de marzo, que extendiera los asaltos a la margen izquierda del río simultáneamente a la reanudación del empuje en la margen derecha. A partir del 6 de marzo se repitieron las desesperadas cargas plagadas de heroísmo. Petain ordenó mantenerse a cualquier precio en la cota 304 y en la colina de Mort-Homme y el cercano bosque de Corbeaux, donde en unas horas se habían rendido 1.200 soldados , tratando de evitar que los germanos lograran ventaja al dominar los altos. Se adoptaron medidas draconianas, como la amenaza del general De Bazelaire de disparar sobre cualquier unidad propia que tratara de retirarse. El 20 de marzo en el extremo oeste la margen izquierda, en Avoncourt, la traición de algunos desertores propició una victoria parcial alemana que costó a los franceses 3.000 prisioneros, pero la 11º división bávara de Von Kneusel que había protagonizado el afortunado golpe de mano, fracasó en un ulterior intento de aprovechar su ventaja padeciendo graves pérdidas.
MAPA. SE AMPLIA LA OFENSIVA GERMANA A LA MÁRGEN IZQUIERDA DEL MOSA DESDE EL 6 DE MARZO DE 1916

El fuerte de Vaux fue blanco predilecto y atrajo una cascada de fuego alemán quedando virtualmente acribillado y con los terrenos circundantes reducidos a un paisaje lunar de socavones. La aldea de igual nombre cambiaría de manos 13 veces a lo largo del mes de marzo en un implacable forcejeo. Arremetidas y defensas igualmente enconadas, repletas de prodigios de valor y sobre todo de un enorme sacrificio se sucedieron en las semanas siguientes, elevando el cómputo de bajas a 90.000 francesas y 82.000 alemanas a primeros de abril, sin que hubiese apenas cambios en la configuración del frente, clavado en torno a Mort-Homme, Douaumont y Vaux. Los franceses también resistían en el aire, tratando de arrebatar la supremacía de los cielos a sus contrapartes, entre los que descollaba uno de los primeros ases de naciente aviación bélica: Oswald Boelcke. 

AMPLIACIÓN EN VIDEO: LA BATALLA DE VERDUN



Nuevamente, los juicios de Von Hohenborn ilustran sobre el dilema en el que se debatían los jefes alemanes ¿ debían continuar o parar ?: " Todo discurre lentamente en Verdun ¡ desafortunadamente! Knobelsdorf esta acabado y las tropas están consumidas. En las deliberaciones con Falkenhayn, cuando alguien solicita hacer una pausa, yo proclamo: ¡ No ! Este asunto tiene que resolverse, aunque por supuesto no debe convertirse en otro Ypres".

Las vacilaciones fueron desestimadas y más unidades fueron destinadas a ser consumidas en la vorágine. Ahora eran divisiones completas las que en el plazo de días quedaban completamente destrozadas: alguna de ellas sufrió hasta 11.000 bajas ( respecto a los 15.000 hombres originales ), aunque la disciplina prusiana hacia que arrostrasen al enemigo sin dudar.

El escenario no estaba evolucionando según las predicciones de Falkenhayn; no tenía Verdun ni estaba logrando el desgaste superior de los franceses porque el de sus propias filas estaba siendo desmesurado. Por aquellas mismas fechas, en el campo francés se habían producido importantes relevos. Joffre, molesto por las constantes peticiones de refuerzos de Petain, el intento (fracasado) de éste para conservar más piezas de artillería que Joffre destinó a la inminente batalla del Somme, y la impaciencia del comandante en jefe francés y de algunos políticos por lo que consideraban tácticas excesivamente defensivas de Petain finalmente forzaron su cambio de destino el 30 de abril, eso si, con una cautelosa "patada hacia arriba", una promoción al mando de el Grupo de Ejércitos Centro. El cambio de liderato en el 2º ejército francés en Verdún halló traducción en nuevos aires agresivos. Se acabó la “obsesión” defensiva de Petain y se sustituyó por el voluntarismo entusiasta de su sustituto, Robert Nivelle, hasta entonces jefe del III cuerpo de ejército. Hacia el 1 de mayo de 1916 el 2º ejército contaba con 540.000 hombres subdivididos en siete cuerpos de ejército. Aunque el empuje del adversario continuaba en la margen izquierda del Mosa, Nivelle se preparó para recuperar fuerte Douaumont, y desde el 17 de mayo ordenó bombardeos intensivos sobre él, siguiendo el principio establecido el año anterior: “la artillería destruye, la infantería ocupa”. Entretanto, los alemanes habían sufrido un grave percance en el interior del fuerte, el 8 de mayo, cuando un incendio en su interior y las explosiones sucesivas de diversa munición almacenada en una de las casamatas provocaron nada menos 700 muertos y 1.800 heridos.

El general Mangin, un áspero veterano de las luchas coloniales, era ahora el lugarteniente de Nivelle y el encargado de poner en práctica la reconquista de Douaumont.

17.8.07

CARACTERIZACIÓN DE LAS TRINCHERAS: LAS INCIDENCIAS COTIDIANAS


DIAGRAMA. MUESTRA DE SECCIÓN DE TRINCHERAS MODELICAS.

En comentarios precedentes se han insinuado algunas de las razones que condujeron a la estabilización de los frentes, especialmente en el oeste: la proliferación y potencia de las armas de tiro rápido tanto pesadas como ligeras que, entre otras cosas, condujo a la perdida de movilidad en los escenarios de combate por la anulación de la caballería como factor de choque y penetración; y la existencia de ingentes masas de infantería, transportadas por ferrocarril allí donde la exploración ( también muy potenciada por la introducción de la vigilancia aérea ) indicaba la presencia de una amenaza, lo que disminuía la posibilidad de encontrar espacios desguarnecidos. La gran respuesta defensiva fue la aplicación sistemática de la trinchera. Formadas al comienzo por meras zanjas excavadas en la tierra o la roca, los depósitos extraídos servían para elevar toscos parapetos. Con el tiempo ese material suelto fue introducido en sacos terreros para darle mas consistencia ante la lluvia y las explosiones, las zanjas fueron forradas con tablones de madera para darles solidez evitando los derrumbes de barro y se añadieron refugios de hormigón, blocaos y pequeños fortines. Frente a ellas se erigieron densas barreras de alambre de espino para dificultar la progresión de los infantes enemigos.

El empleo de trincheras, especialmente en los asedios, era una práctica habitual desde la antigüedad revitalizada en el siglo XVI por la introducción de las armas de fuego y la necesidad de cubrirse ante ellas. En algunos de los conflictos de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX recobraron plena vigencia ( guerra de secesión americana, guerra ruso-japonesa, guerras balcánicas ), donde demostraron ser un medio eficaz para resguardarse del cada vez mas demoledor potencial de fuego ametrallador, en el duelo por posiciones estáticas tales como ciudades o fuertes, donde los expuestos y sobresalientes muros perdían todo valor y lo ganaban los puestos subterráneos. FOTO. UN FRANCOTIRADOR ALEMÁN EN UNA TRINCHERA.

La vida cotidiana en ellas durante 1914-1918 no era fácil. La proliferación de ratas entre los detritus y los cadáveres insepultos de hombres y bestias eran un problema de salubridad y repugnancia, pero enemigos más diminutos, los piojos, suponían incluso un riesgo mayor de enfermedades. La incomodidad podía ser máxima en los periodos lluviosos o gélidos, provocando síndromes varios como la congelación o el " pie de trinchera " al tener que permanecer largos periodos de tiempo en zanjas anegadas y expuestas a los elementos. A pesar de todo, la trinchera suponía un importante elemento de salvaguarda de la vida humana, y se hicieron esfuerzos por mejorar su salubridad y comodidad, edificando sistemas de drenaje, refugios, letrinas, recogida de desperdicios, etc.




Al prolongarse el tiempo de permanencia, mas complejas y consolidadas se volvían en su diseño, imponiendo una rutina de construcción de trincheras de comunicación, relevos, abastecimientos y reparaciones cada vez mas centradas en las horas nocturnas, para escapar del escrutinio de la aviación enemiga o del fuego de hostigamiento. En la Primera Guerra Mundial la lucha no cesaba ni en invierno ni durante la noche, sino que se prolongaba continuamente. Los frecuentes asaltos nocturnos servían para mantener la tensión entre las pausas que seguían a las grandes ofensivas o en los sectores "tranquilos", reafirmando el espíritu combatiente de los hombres y la supremacía sobre la "tierra de nadie" que se extendía cientos de metros ( o discurría a solo decenas, según los casos ) entre las alambradas de los contendientes. Lo resumía más tarde un veterano inglés, Vicent Weeks: "con su barro, su fango y sus bichos, con sus patrullas en la tierra de nadie, con el reparto de raciones todas las noches. Grupos de trabajo y de entierro, con víctimas permanentes provocadas por proyectiles, bombas, minas y francotiradores, incursiones y pequeños ataques, con sus horas de frío y humedad, de aburrimiento e incomodidad, compuestas por minutos de peligro mortal ".

FOTO 1. MASAJES PARA PREVENIR EL PIE DE TRINCHERA. FOTO 2. UNA TRINCHERA ANEGADA
Se podían dividir las trincheras en tres complejos: el del frente, que constituía la línea de combate propiamente dicha, donde la exposición al peligro era máxima; el de apoyo ( segunda línea ); y el de reserva ( tercera línea ). Durante sus periodos de servicio, las unidades iba rotando en turno por cada uno de ellos. Incluso, como reflexionaba un participante, Stuart Cloete, esa división en tercios se podía extrapolar a la retaguardia dividiéndola a su vez en 3 franjas: "( todas las trincheras fortificadas ), donde únicamente se encontraban los hombres que combatían ; la siguiente zona era la casi inmune al bombardeo, donde estaban los servicios del Ejército, los centros de atención a los heridos, los establos para los caballos, y probablemente el armamento pesado. También había algunos civiles y se podía comprar vino, comida y mujeres (...); y por último, las áreas más alejadas del frente, cuyos habitantes eran ancianos, niños y mujeres virtuosas. Podía decirse que la situación era igual en el bando alemán."


El luego famoso mariscal Erwin Rommel, siendo en enero de 1915 un joven "leutnant" ( teniente ) de 23 años al frente de la 9ª compañía destacada en el bosque de Argonne, describía las condiciones de vida en los improvisados alojamientos en primera línea: " El refugio de mando que compartía con un jefe de sección tenía un metro y medio de alto y contenía una mesa y un catre hechos de listones de haya atados con alambre y bramante. Las paredes eran de tierra desnuda y caían hilillos de agua constantemente (...) a través del techo, que estaba hecho con dos capas de troncos de roble y una fina capa de tierra (...) Para estorbar nuestras partidas de trabajo, el enemigo nos rociaba frecuentemente con fuego de armas cortas, Desagradable como era esto, detestábamos los ´Rastch-Bumms´ más aun debido al corto intervalo de tiempo entre su descarga y el impacto"




Como muestra de las disposiciones de régimen interno vigente en las trincheras puede servir el documento 2662 del "War Office" británico establecía el “Reglamento de Trincheras del Batallón de Infantería”, en el cual se estipulaba la obligatoriedad de portar el equipo noche y día, mantener los visores de los fusiles siempre montados “debido a la cercanía de las trincheras enemigas”, y asegurarse de que los disparos se realizaran rasantes y no altos, porque la propensión era a efectuar 90 altos por cada rasante, que era los que aseguraban blancos incluso de rebote. Esa primera desproporción natural de los bisoños se debía a que los disparos rasantes exigían exponerse mucho más…
 

También aparecen normas de construcción, como la del espesor de los parapetos que “ no debía ser de menos de metro y medio (…) para que realmente proteja de las balas

El artículo 33º contenía un macabro recordatorio: mencionaba la obligatoriedad de enterrar los cadáveres a más de 300 metros de las posiciones, lo cual muchas veces era imposible de cumplir con aquellos que habían perecido en la “tierra de nadie”, puesto que los francotiradores bloqueaban su recuperación.





CUADRO. COMPOSICIÓN HABITUAL DE UN REGIMIENTO ALEMÁN DEL FRENTE

1 Regimiento = 3 batallones

1 Batallón incluye:

- Plana Mayor

- 3 Compañías de infantería ( cada una de ellas reunía 252 hombres distribuidos en 3 secciones; cada sección tenía 84 hombres divididos en 4 pelotones de 18 hombres cada uno. Finalmente un pelotón se formaba con dos "gruppe" (equivalente a una escuadra) de 1 cabo y 8 soldados cada uno.)

-1 Compañía de ametralladoras ( dotada con 6-12 maquinas modelo MG-08, cuyo cuerpo pesaba 25 kg, y 63 kg en total incluyendo el soporte y el refrigerador )

- 1 Destacamento de morteros ( los "minenwerfer", modelo ligero de 76 mm, alimentado con proyectiles de 4,60 kg y alcance de 1.050 metros )

- 1 Destacamento de transmisiones ( dotado con 8 lámparas que usaban baterías eléctricas)

7.8.07

EL BLOQUEO A LOS IMPERIOS CENTRALES HASTA 1916

Antes del conflicto mundial, el 25% de los recursos alimenticios de Alemania eran importados, y la nación era una de las principales exportadoras ultramarinas de productos manufacturados. La relevancia de este volumen comercial inclinó al británico Maurice Hankey, secretario del IGC, a elaborar desde 1911 previsiones para una política de desgaste económico de los Imperios Centrales. El comercio enemigo debía desvanecerse apenas empezaran las hostilidades. Esto requería una serie de pasos legales y diplomáticos que complementasen la acción automática de la Royal Navy embotellando el mar del Norte en un " bloqueo a distancia " desde la base de Scapa Flow.

Las protestas de las naciones neutrales ante la interrupción del libre comercio de alimentos y otras mercancías no catalogadas de " contrabando de guerra " , que contravenía la Declaración de Londres de 1909 ( previsóramente no ratificada por los ingleses ), podían ser fácilmente obviadas excepto en un caso : EE.UU. Pronto surgieron voces en ese país quejándose de la violación del libre comercio. Los ingleses tuvieron que justificar su actitud ante el poderoso estado americano; el departamento de prensa del ministerio de Exteriores británico distribuyó a través de sus consulados y embajadas publicaciones y panfletos destinados a influenciar a los editores de periódicos y políticos norteamericanos. La afinidad cultural facilitó la tarea al igual que el temprano y jugoso incremento del comercio de EE.UU. con los Aliados, ávidos de aprovisionamientos.

GRÁFICO.  VALOR DE EXPORTACIONES AMERICANAS EN ALGUNOS MESES  DE 1914-15.



Se tuvo especial atención en evitar el comercio de Alemania y Austria-Hungría con intermediarios neutrales, deteniendo y enviando a puertos ingleses durante un mes a los barcos fletados por empresas privadas de los neutrales que intentasen recalar en muelles alemanes o austriacos, o evitando trasbordos en los neutrales fronterizos con Alemania, mediante una cuidadosa vigilancia por parte de los consulados Aliados. Naturalmente, la venta de productos autóctonos de los neutrales fronterizos no podía ser controlada, pero hasta en eso los Aliados lograron crear interferencias al pujar por los mismos en una " compra preventiva ". De hecho eran tantos los organismos civiles y militares implicados y la tarea del bloqueo alcanzó tal amplitud e importancia que en 1916 se creo en Gran Bretaña un ministerio del Bloqueo a partir del ministerio de Exteriores.

El total de importaciones alemanas de toda clase de mercancías decayó hasta un 60% , un duro golpe ( hay que considerar también el cese automático de las transacciones con los miembros Entente ); el antaño próspero comercio exportador alemán quedó en apenas un tercio de su volumen originario respecto al de 1914. Algunas restricciones al consumo entraron pronto en vigor: por ejemplo en enero de 1915 se introdujo el "Kartoffeln-Brot", el pan de harina de patatas. Otros sucedáneos insípidos pero que conservaban teóricamente su valor nutritivo se multiplicaron rápidamente como el café de corteza. A pesar de que la raíz objetiva de los problemas de suministro en los Imperios Centrales estaba en el bloqueo, las administraciones de estos fracasaron al no prevenir la bajada de la producción de productos primarios y las perturbaciones en su distribución a los mercados. Se intentó contener el inevitable incremento del valor de los artículos de primera necesidad fijando los precios, pero se cometió el error de hacerlo principalmente en el punto de producción, no en el de venta final. Eso tuvo una pésima repercusión en el reparto a las ciudades, ante el acaparamiento creciente en el campo, que respondía tendiendo a retirarse del mercado. Por ejemplo, el precio de la leche, considerada prioritaria para la alimentación de niños, mujeres embarazadas y enfermos, se triplicó en 1915.

En principio, el agro alemán, y aún más el austro-húngaro, hubieran podido mantener a su población urbana sin especiales dificultades, atendiendo al menos a la producción del sector primario en 1914. Sin embargo el alistamiento de la mano de obra, más de tres millones de trabajadores de granjas por cuenta propia o ajena, y la prioridad para la adquisición de cientos de miles de caballos para las fuerzas armadas debilitaron el aparato productivo agrícola ( mientras que los Aliados en igual situación recurrían a las importaciones ), al igual que la disminución a la mitad de las cantidades de fertilizantes químicos nitrogenados al interrumpirse la importación de salitre; el innovador proceso de Fritz Haber, que salvó la vital producción de explosivos al suministrar nitrógeno extraído del aire, no pudo en cambio producir las cantidades necesarias para los abonos, al menos no en estos años en que era una tecnología restringida.

Los propios medios de transporte se vieron afectados por la dedicación de muchas unidades de material ferroviario ( vagones, locomotoras ) y de las caballerías de reparto a las necesidades militares. Ante este panorama, al irse consumiendo las reservas, empezó a proliferar a partir de 1916 el mercado negro de mercancías a precios prohibitivos.

Inevitablemente, estos problemas  internos pesaban a la hora de establecer  directrices políticas y militares en las Potencias Centrales, como puede apreciarse en este informe del Kronprinz en el que se valoraba las dificultades creadas por el desgaste del potencial humano,  la elevación del coste de la vida y el desabastecimiento, y la conveniencia de buscar una paz cercana:

 Documento de apoyo: CONCLUSIÓN DEL INFORME DEL KRONPRINZ EL 18 DE DICIEMBRE DE 1915 

5.8.07

GALLIPOLI ( III )

La infructuosa acción de Suvla en agosto de 1915 acabó por desanimar a los Aliados. Ahora el verdadero dilema consistía en si debía ordenarse una retirada inmediata o mantener las cabezas de playa a fin de evitar el desprestigio que conllevaría marcharse. Las condiciones cada vez más precarias de los campamentos de Gallipoli, agravadas por el incremento de las lluvias( una tormenta el 27 de noviembre provocó el desbordamiento de las ramblas e inundó las trincheras ahogando a 100 hombres ) y la bajada progresiva de las temperaturas ( descubriéndose casos de congelación ) aumentaron las penurias. La onerosa servidumbre que constituía tener que emplear numerosos buques para el abastecimiento de las fuerzas desplegadas también aconsejaba poner fin a la aventura. A principios de octubre, como anticipo de los vientos de retirada que empezaban a soplar con potencia, el general francés Bailloud replegó a su contingente de dos divisiones, dejando una fuerza más bien simbólica de 8.000 poilius bajo la dirección de Brulard. A finales de octubre fue enviado a la península un nuevo comandante en reemplazo de Hamilton, Charles Monro, al que Kitchener expuso sin ambajes su cometido: " Envíeme lo antes posible su informe sobre la cuestión fundamental en los Dardanelos: marcharse o quedarse ". El 31 de octubre Monro optó por la primera opción, pero se pospuso un poco más debido a los temores que despertaba el mal efecto que causaría entre los súbditos musulmanes del imperio británico y la agitación subsiguiente que podría generarse.

La evolución general de los acontecimientos en los Balcanes, con el derrumbe de Serbia y la adición de Bulgaria a los Imperios Centrales desnivelaba la balanza al dejar disponibles a 200.000 soldados turcos de Tracia Oriental y crear una ruta directa de aprovisionamiento desde Alemania. Una nueva ronda de consultas con Byng y Birdwood, jefes locales en Suvla y Ari Burnu se decantó definitivamente por la evacuación al menos de esas posiciones, ante los daños sufridos por los muelles, pantalanes, caminos y alojamientos a causa de las lluvias de noviembre. Helles quedaría para la etapa final.

FOTO. EL GENERAL CHARLES MONRO
Al almirante británico Wester Wemyss le fue atribuido a partir del 8 de diciembre de 1915 el repliegue en Suvla y Ari Burnu. La misión fue concluida sorprendéntemente sin sobresaltos, gracias al hábil enmascaramiento que se hizo en los campamentos para dar la impresión de que el contingente continuaba allí ( a base de hogueras, muñecos de pega, rifles con improvisados mecanismos de autodisparo, etc ) y la ayuda de la ( ¿acaso deliberada? ) pasividad de los cansados turcos. Para las 4.20 horas del 20 de diciembre habían abandonado Gallipoli 83.000 hombres, 4.700 equinos, 1.700 vehículos y 186 cañones de gran porte. En cabo Helles hubo cierta discusión sobre si conservar la posición como amenaza potencial, pero finalmente se impuso la tesis del traslado a Salónica y el reembarque empezó el 28 de diciembre y se prolongó hasta el 8 de enero de 1916, con la salida de 35.000 soldados y 3.700 equinos, nuevamente sin estorbos.


De esta manera sigilosa y sin brillo concluía la frustrada expedición, dejando un saldo de 66.000 caídos turcos por 28.000 ingleses, 10.000 anzacs y 10.000 franceses. Las pérdidas de buques de guerra totalizaban 80.000 toneladas aliadas frente a 22.000 turco-alemanas. La decepción para los Aliados se traslucía en la declaración realizada el 20 de diciembre de 1915 por Lloyd George ante el parlamento británico, aunque con un tono de acicate, porque los ingleses no cejaron en su firme empeño de seguir combatiendo por la victoria final: " Nos hemos desplazado demasiado tarde, hemos llegado demasiado tarde. ¡ Hemos tomado una decisión demasiado tarde, hemos comenzado las empresas demasiado tarde, nos hemos preparado demasiado tarde ! En esta guerra el espectro burlón del " demasiado tarde " ha venido pisando los talones a las fuerzas aliadas, y a menos que aceleremos un poco, caerá la condenación sobre la sagrada causa por la que se ha derramado tanta sangre valiente. "